– Gracias a las ordenes de extradicion -respondio Ross, acariciando el cocodrilo del polo-. Iba a las policias municipales, presentaba mis documentos, pegaba la hebra con los agentes que llevaban la investigacion y luego echaba un vistazo a los expedientes de Antivicio en busca de carne rubia y bonita con condenas recientes por prostitucion. Un procedimiento sencillo: conseguir la informacion, llamar a la puerta de las rubias, decir que eres el sargento Plunkett o cualquier otro, hacer el trabajo, tomar las fotos y largarte. Espaciar las intervenciones y actuar en ciudades distintas. Despues de cuatro actuaciones al final se establecio una relacion, y entonces lo deje. Una nueva raza de asesino, capaz de controlarse. Tambien compre con nombres ficticios los billetes de avion para ir y venir de las ciudades donde tenia que hacer la extradicion y luego entregaba documentos falsificados mios y del extraditado, asi que no consto en ninguna lista de pasajeros. Saul Malvin se comio el marron de las morenas y ademas me ocupe de destruir los expedientes sobre ellas, no vaya a ser que alguien relacione al Matarife de Madison con el «Asesino de Putas en Cuatro Estados» y decida empezar a comparar informes forenses. He pensado algo sobre nosotros dos, Martin. Al final, estamos empatados: tu ganas en cantidad y yo, en calidad.
Pese a mi admiracion temerosa y a ese algo mas, su tono condescendiente me irrito y pregunte:
– ?Y en el uno contra uno?
Ross sonrio y tambien capte en el un destello de admiracion temerosa.
– No lo se, amigo mio. Sinceramente, no lo se. ?Quieres que vayamos a dar una vuelta? ?Te apeteceria conocer a una parte de mi familia?
Ross habia llegado en taxi, por lo que cogimos el
– De nino, pasaba los veranos aqui. La fiesta la dan los Liggett, que son la familia de mi madre. Gente de mucha pasta. Todos pensaron que mama se habia casado con un hombre que no estaba a su altura: Lars Anderson, un pueblerino guapo y estupido, ebanista de un pueblo de Wisconsin, un hombre sin futuro. Me lo hacian saber de maneras sutiles, abrumandome de amabilidad al mismo tiempo. Cada septiembre por esta misma epoca, antes de que me mandaran de regreso a Beloit, me compraban un monton de ropa de otono para la escuela y me acompanaban a la tienda Brooks Brothers como si fuera el pequeno lord Fauntleroy. Los vendedores me odiaban porque creian que era un rico heredero. Los Liggett se gastaban una fortuna para humillar a mi padre, y yo siempre lo compraba todo demasiado grande o demasiado pequeno para poder venderlo o librarme de ello en cuanto llegase a casa. ?Te acuerdas de aquel colega mio, el difunto Billy Gretzler? Deberias haberlo visto con aquella chaqueta de cachemira de quinientos dolares cuando trabajaba de camionero. Al final, quedo tan negra y sucia de grasa que le dije: «Una broma es una broma, tirala», pero no me hizo caso. La corto y utilizo los pedazos como trapos para limpiar la pistola. Casi hemos llegado a Croton. Toma la salida siguiente y dobla a la izquierda.
– ?Que se siente al tener una familia?-pregunte al tiempo que reducia la velocidad para enfilar la rampa de salida.
– ?Tu no la tuviste, amigo mio?-Ross acaricio el cocodrilo. -Me quede huerfano enseguida -respondi.
– Pues yo te lo dire. Estoy de los Anderson, los Liggett y los Cafferty hasta el gorro; casi todos son gente transparente, que se ve como es. Mi madre y mis hermanas son debiles, mi padre es estupido y orgulloso, y mi primo Richie Liggett, al que seguramente conoceras, es listo, pero con su concepcion de la vida, propia de estudiante graduado, esta mas perdido de lo que podrias imaginar. Otra prima, Rosie Cafferty, es la tipica adolescente salida aficionada a los italianos y a los coches potentes. Menos mal que es rica, porque si no seria puta. Mi pri…
– Pero ?que se siente?-insisti, mientras dejaba atras la autopista.
Ross medito la respuesta mientras, a lo largo de dos kilometros, ibamos pasando por delante de unas enormes casas blancas. De las calzadas de acceso salian furgonetas llenas de gente con equipaje y en algunos patios delanteros habia inquilinos devolviendo las llaves. Las luces de las casas me recordaron los robos con escalo.
– ?Me lo diras de una vez?-espete.
– ?Quieres una definicion de familia?-Ross se rio-. Vale. Familia es sentirse mas o menos cercano a unas personas porque sabes que estan vinculadas contigo por la sangre, lo cual te obliga a soportarlas, al margen de lo que pienses de cada una de ellas. Asi, con el paso de los anos, al final acabas a acostumbrandote y resulta interesante observarlos y saber que tu eres mas listo. Ademas, estan obligados para contigo y pueden hacerte favores. Dobla a la izquierda en la esquina y aparca.
Reduje la velocidad, doble la esquina y aparque delante de una enorme casa blanca que seria de la epoca de la guerra de la Independencia.
– Bonita casa, ?eh?-dijo Ross, senalando la montana de juguetes tirados en el cesped inmaculado-. Familia y dinero en un mismo paquete. En esta zona hay mucha pasta, pero los chicos todavia se comportan como salvajes. Vamos.
Cruzamos la hierba y el porche y entramos por la puerta, abierta de par en par. La casa estaba llena de alfombras y muebles caros que necesitaban que les quitaran el polvo, y habia ropa deportiva, raquetas de tenis y palos de golf diseminados por el vestibulo y el salon.
– Vaya pandilla de patanes. Richie y Rosie estan aqui con sus amantes y yo tengo que alojarme en una habitacion pequena como un cuarto de limpieza. La reunion empieza manana por la noche en el club nautico de Mamaroneck y los primos solteros se han instalado aqui para poder follar a sus anchas sin molestar al gran papa Ligget. ?Eh!
Oi pasos en el piso de arriba y, al cabo de unos momentos, dos parejas vestidas con prendas de tenis blancas bajaron la escalera. Los chicos eran la gimnasia integral personificada, uno al estilo blanco, anglosajon y protestante; el otro al estilo italiano. Las dos chicas eran una morena y una pelirroja sacadas de los anuncios de Ralph Lauren que habia visto durante mis accesos de lectura. Los cuatro dijeron «hola» y «hola, Ross» al unisono y me miraron de soslayo, como si de entrada no hubiesen reparado en mi presencia. Ross estrecho las manos a los muchachos y abrazo a las chicas; luego, se llevo los dedos a la boca y silbo. El sonido agudo interrumpio todo el palique y Ross me presento:
– Eh, chicos, un poquito de educacion. Primos, este es mi amigo Billy Rohrsfield. Billy, de izquierda a derecha tenemos a Richie Ligget, Mady Behrens, Rosie Cafferty y Dom de Nunzio.
Pensando en los modales, estreche las manos masculinas y bese las femeninas. Los muchachos se quedaron boquiabiertos y las chicas soltaron unas risitas. Al ver que Ross se acariciaba el polo, me caldee de nuevo.
– ?Dobles mixtos al aire libre y tambien bajo techo? -pregunto Ross con un guino. Todos se rieron ante el ingenio de ese hombre al que era evidente que adoraban y, tras coger bolsas de deporte del suelo y raquetas, se marcharon. Cruzaron la puerta en una cacofonia de «hasta luego» y «adios» y «ha sido un placer conocerte».
La escena termino de una manera tan repentina que tuve que parpadear y hundir los pies en la alfombra para orientarme.
– El choque cultural -dijo Ross, al ver mi expresion-. Ven, te ensenare la casa. Ahora la tenemos toda para nosotros solos.
Se toco el cocodrilo del pecho y de pronto comprendi que lo hacia para no tocarme a mi.
– Primero ensename tu habitacion -pedi.
Los dos supimos a que me referia.
– Connie
Senalo la escalera y me guino el ojo.
– Camina, queridisimo amigo -dije, haciendole una reverencia, y Ross encajo de mala gana el tanto, riendo en voz alta y revelando un pequeno defecto en sus dientes casi perfectos que siempre quedaba camuflado bajo las tensas sonrisas y los pelos del bigote. Abrio la marcha y yo respingue ante la epifania del amante.
Lo segui al dormitorio sin sentir mis propios pasos, y cuando entro y busco el interruptor de la luz, apenas me oi decir «No». El «adios, Connie» de Ross retumbo en la oscuridad y luego se oyeron cremalleras y hebillas de cinturon y zapatos que golpeaban el suelo. Los muelles de la cama crujieron. Ya estabamos juntos.
Nos abrazamos, nos acariciamos, nos besamos. Sentimos el peso del otro y nos frotamos con las manos. Eramos impacto en vez de fusion, fuerza en vez de ternura. Nuestra fiebre aumento al tiempo que crecia la presion de nuestros musculos. Nos debatimos en abrazos en los que cada uno trataba de ser mas fuerte que el