otro, y cuando ambos notamos que eramos unos combatientes iguales, nos concentramos en nuestras entrepiernas y nos empujamos hasta que hubimos terminado, acabado, ido mas alla y muerto… juntos.

Permanecimos tumbados, jadeantes y sudorosos. Mis labios rozaban el pecho de Ross, que se movio para interrumpir el contacto. Yo queria establecer de nuevo el vinculo, pero note en su respiracion que Ross se recomponia, que buscaba una explicacion racional, que huia de lo que aquello nos hacia, de lo que le hacia a el. Comprendi que pronto diria algo intrinsecamente amable para diluir la fuerza del «nosotros» y no me senti capaz de escucharlo. Me encogi como un ovillo, me cubri los oidos y cerre los ojos con fuerza hasta que quede aturdido. Oia tenuemente los latidos del corazon de Ross, muy tenuemente lo oia murmurar elegantes desmentidos de lo que acababamos de hacer. Pese a todo, las palabras sacudian mi cuerpo y las exclui con todas mis fuerzas, con mi musculo y con mi voluntad, enroscandome cada vez mas hasta que perdi el control de los sentidos y mi propio control.

Tic/latido, tic/latido, tic/latido, la extrana musica ritmica cuya cadencia me dice: «Esto es un sueno.» Enroscado en mi ovillo, se que soy un nino, tengo cuatro o cinco anos, estamos en 1953, en un mundo distinto. Estoy en la cama y una presion en lo que mi madre llama «ahi» me obliga a ir al bano y aliviarme. Me dispongo a volver a mi ovillo, pero unos pasos que suben la escalera me distraen y me quedo en la penumbra del pasillo, a la espera de ver los lugares secretos de mis padres. Cuando los pasos llegan al descansillo, veo que son un hombre y una mujer que llevan pelucas empolvadas y unos trajes sacados de mis libros de laminas del jardin de infancia, unas prendas como las que, en un mundo distinto, llevaban George Washington y la realeza europea. Huelo a licor y se que el hombre es mi padre, pero la mujer es demasiado bonita para tratarse de mi madre.

Van al dormitorio principal y encienden la luz. Mi padre dice: «Esta en San Bernardino, en casa de su tia, y el nino duerme.» La mujer dice: «?Nos dejamos la peluca? Sera mas excitante. Siempre he querido ser rubia.» Mi padre alarga la mano para apagar la luz y la mujer dice: «No.»

Pesados corses, zapatos y hebillas de cinturones caen al suelo produciendo unos ruidos sordos y mi padre y la mujer quedan desnudos. Ambos tienen pelo oscuro en los sitios secretos. El tiene lo mismo que yo, pero mas grande. Ella, solo pelo. Las pelucas claras y el pelo oscuro quedan mal, lo que siento esta mal, pero de todos modos me acerco de puntillas y miro.

Lo que veo es feo y agradable. Mi padre es fuerte y esta en forma, tiene los hombros y el pecho anchos y la cintura fina. El esta bien, pero la mujer tiene las piernas gordas, los tobillos gruesos, unos grandes dientes de caballo, una cicatriz en la barriga, y lleva el esmalte de unas picado. Se meten en la cama y ruedan de un lado a otro, y el colchon hace tic tic tic. La mujer dice «Metela», mi padre lo hace y lo que se ve es horrible, por eso cierro los ojos y escucho el tic tic tic. Oigo que estan a gusto y yo tambien estoy a gusto alli, cada vez mejor mientras mi padre grune con el TIC TIC TIC. Mi padre grune cada vez mas fuerte, TIC, TIC, TIC, TIC, TIC, TIC, TIC y yo tambien me toco. Cada vez estoy mas a gusto y corro al bano porque se que tiene que salir algo. No sale nada, pero la tengo grande.

Quiero mas tics para que se me ponga mas grande, pero ya no hay ninguno. Me acerco a la puerta del dormitorio y veo a mi padre dormido, roncando. La mujer me ve y me llama haciendome una sena con el dedo. Orgulloso de lo que tengo, voy a ensenarselo.

Ella es fea y le apesta el aliento, pero su peluca es bonita y su mano me da gusto. Quiero que mi padre lo vea y alargo el brazo para tocarlo, pero la mujer me detiene poniendo la boca en ese sitio.

Tic tic tic tic al tiempo que ella se mueve en la cama, cerrando los labios alrededor de mi; tic tic tic tic cierro los ojos; tic tic tic tic me muerde, y abro los ojos, y mi madre esta alli blandiendo una espatula de acero mate y una sarten, y yo me aparto y la mujer tiene sangre en los labios. Empuja a mi madre y echa a correr, se le cae la peluca. Mi padre ronca y mi madre me pone la peluca en la cara y yo me duermo, aplastado bajo un asfixiante aliento de licor que hace tic tic tic tic.

Todavia estamos en 1953, pero mas adelante. Mi madre me da pastillas para que no recuerde. Las pastillas salen de un frasco con una etiqueta que pone fenobarbital sodico y, cada vez que me da una, introduce una nota en otro frasco. En las notas pide a Dios que me perdone por haber hecho lo que hice con la mujer de la peluca.

Unas manos asperas me sacaron del ovillo de mi sueno y una voz, antes perfectamente encantadora, ahora destilaba agitacion:

– ?Eh! ?Eh, tio! ?Te estas poniendo gilipollas conmigo?

Sali del utero que yo mismo me habia creado, llorando y agitando los brazos, y un manotazo de reves alcanzo a Ross en la mandibula y lo tiro de la cama. Se puso en pie y vi que ya estaba vestido. Desnudo, me senti con ventaja.

– Mejor asi -dijo Ross, atusandose el bigote-. Llevaba rato preocupado por ti.

Nos quedamos donde estabamos. Ross hizo el numerito del cocodrilo y yo me enfrente a lo que me habia ocurrido treinta anos atras. El calor de la diminuta habitacion me seco las lagrimas y la unica cosa del mundo de la que estuve seguro fue que el siguiente ser humano perfecto que se cruzara en mi camino iba a morir de una manera tan horrible que no se podria describir con palabras… o se alejaria indemne, conmutada su pena de muerte por mi madre en su tumba y por el asesino que tenia delante de mi. Me vesti bajo la atenta mirada de Ross y pense que lo unico terrible sobre las dos posibles resoluciones seria esperar a conocer cual era.

– Gracias -le dije, devolviendole la mirada, y el me respondio con su mueca patentada de nino al que han pillado con la mano en la caja de las galletas.

– De nada. La juerga espartana es un buen deporte, de vez en cuando. ?Has tenido pesadillas?

– Rollos del pasado. Nada importante.

– Yo no sueno nunca. Supongo que es porque llevo una vida llena de aventuras. Si me hubiera pegado cualquier otro hombre, lo habria matado.

– Podrias haberme matado, teniente. Podrias haberme matado y hacerlo pasar por lo que hubieras querido. Y podrias haber sacado provecho del acto.

Ross esbozo una ancha sonrisa, mostrando sus dientes imperfectos. En ese momento, lo ame.

– Lo dices porque sabes que yo nunca te haria dano, queridisimo amigo.

Un compasivo atajo para salir del dilema centelleo en mi mente y se lo transmiti a Ross, pues conocia demasiado bien todas las implicaciones del plan.

– Conoces esta zona a fondo, ?verdad?

– Como la palma de mi mano, amigo mio.

– Pues hagamos un trabajo juntos. Rubias, morenas, no me importa, siempre y cuando sean perfectas.

– Pasame a recoger manana hacia mediodia -dijo Ross, acariciando a Connie-. Iremos a las actividades de verano del Vassar y del Sarah Lawrence. Ponte camisa y corbata para que parezcas policia y te garantizo una buena diversion.

Me acerque a el y lo bese en los labios, sabiendo que si no podia matar a nuestra victima perfecta, tendria que concluir mi viaje sangriento matandolo a el, mi libertador y unico testigo. Aquel pensamiento me tranquilizo, deshice nuestro abrazo y me marche de la habitacion. Mientras bajaba la escalera, la casa era un hervidero de charlas y risas, y lo ultimo que oi antes de abrir la puerta de la calle fue una excitada voz de soprano que decia: «Richie, ?no te parece que Ross tal vez sea gay?»

Del diario de Thomas Dusenberry:

8/9/83

1.10 horas

A bordo del vuelo 228 de la Eastern Flight

De Washington, D.C. a Nueva York

?Tengo a uno!

Voy de camino a Croton, Nueva York. Un equipo de agentes de la oficina de Westchester vendra a recogerme al aeropuerto de La Guardia y luego iremos a una casa de veraneo de Croton a arrestar a un teniente de la policia estatal de Wisconsin por los homicidios de las siete chicas rubias y morenas y, por increible que parezca, tambien el de Saul Malvin.

Ha ocurrido asi. El jefe de Asuntos Internos de la policia estatal de Wisconsin me ha llamado a Quantico hace tres horas. Me ha dicho que su unico posible sospechoso era el teniente Koss Anderson, comandante de puesto de

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