rastro llevamos siguiendo desde hace meses. Es demasiado complicado para abordarlo aqui y quiero mas confirmacion. Describalo, Anderson.
ANDERSON: Blanco, 1,88, 95 kilos, cabello castano oscuro, ojos pardos.
DUSENBERRY: Es el. ?Vehiculo?
ANDERSON: En el 79, tenia una furgoneta Dodge plateada.
DUSENBERRY: ?Cuando lo vio por ultima vez?
BUCKFORD: Deje que termine a su aire.
DUSENBERRY: Ya termino yo. Fingio que encontraba el cuerpo de Malvin y le puso en la mano el Magnum de Plunkett con el fin de tener un cabeza de turco para lo de las chicas y para que la policia no se acordara de su compinche y lo relacionara con la muerte de Malvin, ?verdad?
ANDERSON: Verdad.
BUCKFORD: Sientese, inspector.
DUSENBERRY: ?Por que, Anderson?
ANDERSON: «?Por que?» ?A que se refiere?
BUCKFORD: Sientese y guarde silencio, inspector. Este es un documento federal.
DUSENBERRY: ?Donde esta, Anderson?
ANDERSON: No lo se. Fue hace mucho…
DUSENBERRY: Acabas de salvarte de la silla electrica. Dimelo, cabron.
BUCKFORD: Sientese ahora mismo, Dusenberry, o lo suspendo del caso. (Pausa) Asi, eso esta mejor. No acabo de entender ese detalle, senor Anderson. ?Esta en lo cierto el inspector? ?Simulo el suicidio de ese tal Malvin para que Plunkett pudiese escapar?
ANDERSON: Para que los dos pudieramos escapar.
BUCKFORD: ?Por que Plunkett?
ANDERSON: Porque me gusto su estilo.
BUCKFORD: ?Lo ha vuelto a ver desde entonces, desde 1979?
ANDERSON: No. Se esfumo cabalgando hacia el sol poniente, como el Llanero Solitario.
BUCKFORD: ?Tiene idea de donde esta ahora?
ANDERSON: Estoy cansado. Quiero dormir. Plunkett y yo fuimos un ligue de una noche. No se donde esta, asi que dejeme en paz.
BUCKFORD: Acabemos, pues. Inspector, tengo que hablar con usted de todo esto. Rubrico el final de esta transcripcion a las 21.15 horas del 8 de septiembre de 1983.
25
Pase la noche aparcado en un terreno de acampada de Upper Westchester. Enroscado en un ovillo, dormi y sone con Ross; cada vez que el duro suelo de metal me despertaba con una vibracion, en los primeros momentos de conciencia pensaba en el y sentia su cuerpo. Al amanecer, despues de haber pasado tantas horas en posicion fetal, tenia los musculos agarrotados y doloridos. Cuando me incorpore, tenia las piernas tan debiles como las de un bebe y tiritaba, a pesar de que la furgoneta parecia un horno. Me pregunte como habia terminado todo… sin que yo estuviese presente siquiera.
Con calambres en los musculos, avance hasta la cabina y le di a la llave de contacto. Luego puse la radio, busque una emisora de noticias y oi: «… y en las investigaciones realizadas en Wisconsin, las autoridades han descubierto, envueltos en plastico y enterrados en el bosque, cerca de su apartamento, un cuchillo y una sierra con las huellas de Anderson. Los agentes federales creen que se trata de las armas que utilizo para matar y descuartizar a sus siete victimas. Aqui, en Nueva York, hemos grabado unas declaraciones hechas por una prima de Anderson, Rosemary Cafferty, de diecisiete anos: 'Me… me alegro de que Ross este en la carcel, donde no podra hacer dano a nadie salvo a otros criminales. Debe de ser… muy malvado. Me cuesta creer que sea miembro de la familia. Podia… podia habernos hecho dano a cualquiera de nosotros. Todos…'»
Apague la radio, ahogando aquel trino de soprano que habia tratado de reducirnos a Ross y a mi a un vulgar estereotipo con las palabras «Richie, ?no te parece que Ross tal vez sea gay?» Entonces supe que ella y sus colegas vestidos de tenistas habian traicionado a mi amigo. La palabra FAMILIA aparecio impresa en mi campo visual y me dispuse a convertirme en la Sombra Sigilosa a plena luz del dia.
En una tienda de articulos deportivos de Mt. Kisko compre una navaja de gran tamano y una funda de cuero. Despues, entre en una ferreteria cercana y me hice con una sierra de dientes afilados como cuchillas. En un viaje a una tienda de punk-rock de Yonkers, me agencie un mono negro de vinilo; la chica de pelo verde que me lo vendio se fijo en el traje de Brooks Brothers que llevaba y dijo:
– A eso se le llama cambio de estilo.
Desde Yonkers, me acerque en un salto a Lord & Taylor de Scarsdale, donde compre una capa de mujer de seda negra y maquillaje. Con el resto del equipo de maquillaje de teatro ya en la guantera, tenia todo lo necesario.
Al salir de Lord & Taylor, vi un coche patrulla de la policia de Scarsdale aparcado junto a la acera.
– Joder, el teniente mas joven de la historia de su departamento -le decia el poli del asiento del copiloto al conductor. Despues, dio unos golpecitos al fajo de papeles que tenia encima del salpicadero y anadio-: Y ahora los federales han emitido la orden de busqueda de un compinche suyo.
En lo que fuera el movimiento mas audaz de mi vida, me acerque al coche, mire fijamente a los ojos al poli que habia hablado y dije:
– Perdone, agente. ?Esta hablando de Ross Anderson, el asesino?
– Si, senor -replico el poli, observando sin interes mi aspecto de alumno de una universidad elitista.
Al ver que los papeles del salpicadero eran carteles de «Se busca», con la tinta todavia fresca, le pregunte:
– ?Puede darme uno? Mi hijo los colecciona.
El poli solto un cloqueo y me tendio el primero del fajo.
– Gracias -dije y me dirigi a la sombra del
El gran recuadro de tinta negra rezaba: «Se busca. Asesinato y huida del estado.» Debajo habia dos fotos mias de cuando me habian arrestado por robo con escalo en 1969. Se me veia inexperto y sensible. Debajo de mi descripcion fisica, las palabras de la jerga policial me produjeron un cosquilleo: va armado, es extremadamente peligroso y existe riesgo de fuga; es posible que conduzca una furgoneta Dodge plateada, un modelo anterior a 1980; sospechoso de multiples asesinatos en numerosos estados.
Solo lo de «riesgo de fuga» sonaba falso. Todo habia terminado; no habia escapatoria posible. Pensando en Ross, anadi unas bolsas de plastico a la lista de la compra. Fui al supermercado del otro lado de la calle y compre un paquete de una docena. Al volver al
En los jardines delanteros de todo el bloque de casas de veraneo, las fiestas cerveceras estaban en pleno apogeo juerguista y circule despacio en busca de los primos de Ross y sus parejas. No los vi y me dirigi a un centro comercial; alli encontre un telefono publico y llame a Informacion. La telefonista me dio los numeros de Richard Liggett en Croton y marque el de la casa de veraneo, dejando que la senal sonara veinte veces. El tono parecia mas un tictac que un zumbido. Colgue y regrese a la calle de la juerga.
Aparque a una manzana de distancia, pase a la parte trasera de la furgoneta y me quite el traje de universitario. Desnudo, sostuve el espejo con una mano mientras con la otra me aplicaba la cara de la Sombra Sigilosa, convirtiendo mi nariz chata en aguilena con masilla de maquillaje, mis pomulos planos en angulosos con colorete y las cejas en dos trazos oscuros y amenazantes con mascara de ojos. Me alise el pelo hacia atras con saliva, envolvi el cuchillo y la sierra en una bolsa de papel y me puse el mono negro y la capa. Recorde que tenia un par de mocasines negros gastados debajo de la rueda de repuesto, los saque y me los calce. Luego, goteando sudor y oliendo a vinilo y a maquillaje, sali de mi armario de Sombra Sigilosa para que el mundo me viera.
Los ninos de los coches que pasaban me hacian gestos y un viejo que bebia cerveza sentado en su porche