exclamo: «?Falta un mes para Halloween, compadre!» Hice una reverencia y abri la capa en un gesto dedicado a todos mis admiradores y, cuando me volvi hacia la manzana de casas de veraneo, los fiesteros me senalaron y me recompensaron con pequenas salvas de aplausos y estallidos de risas. Mientras cruzaba el patio delantero de los Liggett, un chico que asaba perritos calientes en el jardin de la casa contigua grito:

– ?Eh, Alex! ?Eres tu, tio?

– ?Si, tio! -grite yo.

– ?Esa ropa te la han hecho poner los de la fraternidad Delta, tio?

– ?Si!

– ?Entra un momento, hombre! Richie y Mady estan en el club, pero en el frigorifico hay cerveza.

– Si, tio -grite y, haciendo ondear la capa, cruce el porche y entre. En la casa, el ambiente era fresco y tranquilo, y fui de habitacion en habitacion memorizando el desorden y recordando lo mucho que habia ofendido a Ross. Los ceniceros rebosantes, las camas sin hacer, la ropa por el suelo y los juegos de ordenador amontonados en los sofas y las sillas me fascinaron y me enfurecieron a la vez. Continue recorriendo la casa, arriba y abajo, buscando mas pruebas de la ruina conocida como VIDA FAMILIAR FELIZ.

Pelos de barba y espuma de afeitar en maquinillas desechables, un tubo de pasta de dientes aplastado y enrollado hasta arriba, un diafragma en su estuche. Bodegon tras bodegon tras bodegon, vivi en un torbellino durante horas, hasta que las sombras, cada vez mas alargadas al otro lado de la ventana, me proporcionaron una tenue conciencia del paso del tiempo. Entonces, cuando estaba examinando unas novelas de bolsillo que se desparramaban de una estanteria, oi una voz:

– Alex, ?estas aqui?

Era Richie Liggett, que hablaba desde la planta baja. Mire a mi alrededor en busca de la bolsa que contenia el cuchillo y la sierra, la vi sobre un tocador del dormitorio y grite:

– ?Estoy aqui arriba, Richie!

Unos pasos atronaron en la escalera y, cuando llegaron al descansillo del primer piso, yo ya tenia el cuchillo en la mano derecha, oculto a la espalda.

Richie Liggett aparecio en el umbral y se echo a reir.

– Dios, Alex. ?Delta? Tu familia siempre ha sido Sigma O. Se te esta corriendo el maquillaje, por cierto.

– ?Donde esta Mady?-pregunte, disfrazando la voz con un grunido de monstruo de pelicula.

– En la cocina. ?Te has enterado de lo de Ross?

– ?Traidor! -dije con un grunido de monstruo, y entonces agarre a Richie por el pelo, saque el cuchillo y, con un solo movimiento, le raje el pescuezo hasta la traquea. Se llevo la mano al cuello y se precipito hacia delante en otro unico movimiento, al tiempo que yo me apartaba para evitar mancharme de sangre. Cayo al suelo de golpe, empezo a gorgotear y lo puse boca arriba. Siguio intentando hablar y la boca se le movia en un contrapunto espasmodico con las sacudidas de sus piernas. Cogi una almohada de la cama y se la arroje a la cara. Pise los dos extremos de la almohada sobre su cabeza y mantuve firme la mascara funeraria con todo mi peso. Cuando el movimiento ceso y la tela blanca empezo a empaparse de sangre, limpie el cuchillo y me dirigi a la cocina.

Mady Behrens estaba friendo hamburguesas. Cuando me vio, solto un ganido femenino.

– Tu no eres Alex -dijo.

– Tienes razon -replique y le hundi el cuchillo en el estomago, en el pecho y en el cuello. Con los ultimos estertores, tiro la sarten del fogon y lo ultimo que sintio antes de cerrar los ojos fue la rociada de grasa ardiente que le salpicaba las piernas bronceadas de jugar a tenis.

TIC/LATIDO TIC/LATIDO TIC/LATIDO TIC/LATIDO TIC/LATIDO TIC/LATIDO.

Subi las escaleras tropezando, respirando sangre y vinilo. Richie Liggett era ahora una pieza de desorden inanimado que hacia juego con el resto de detritus de la VIDA FAMILIAR FELIZ. Le marque SS en las dos piernas, luego se las corte con la sierra y las arroje sobre una silla polvorienta llena de pelotas de tenis. El olor a sangre superaba ya cualquier otro; agarre las herramientas y baje a la cocina a hacerme cargo de Mady Behrens. Cuando tambien estuvo marcada y mutilada, tire las piernas al fregadero con los platos sucios.

LATIDO/TIC LATIDO/TIC LATIDO/TIC LATIDO/TIC LATIDO/TIC

Exhausto, pasee la mirada por la cocina. El desorden que habia creado me parecio delicado y bonito; el calendario y los aforismos enmarcados, que colgaban torcidos en las paredes, desmerecian mi arte y me zumbaban como abejitas furiosas. Enderezarlos me llevo a pensar en Ross y con su imagen llego una nueva descarga de energia. Empece a ordenar la casa.

Pase horas recogiendo, ordenando y cambiando cosas de sitio, dejando la MORADA DE LA FAMILIA FELIZ en un orden que ponia de relieve la presencia de la Sombra Sigilosa y su venganza. Con las luces de todas las estancias encendidas, me dedique al trabajo, obligando a mi cerebro a alejarse de Ross, y solo hice una pausa para consultar el reloj y recordarme que Dom de Nunzio y Rosie Cafferty estaban a punto de llegar. Cuanto mas recogia, mas cosas veia que era preciso ordenar, y cuando oi voces en el porche pasada la medianoche, todavia me faltaba mucho para terminar.

Los liquide en el vestibulo, en una barahunda de tajos y chillidos, penetrando con el cuchillo entre los brazos con que se protegian hasta alcanzar el rostro de los traidores. Rosie Cafferty ya estaba muerta y yo alzaba el arma para darle a su novio un tajo final en el gaznate cuando recorde que Ross me habia presentado como Billy Rohrsfield, lo cual significaba que habia sido otra persona quien nos habia traicionado a los dos. Dude y, durante una fraccion de segundo, Dom de Nunzio, inmovilizado bajo mis rodillas, me parecio absolutamente perfecto… y perfectamente parecido a Ross.

– Lo siento -susurre con voz ronca, y le cerre los ojos al tiempo que lo acuchillaba, acuchillaba y acuchillaba hasta matarlo.

Mientras grababa SS en dos pares mas de piernas bonitas con zapatillas de tenis, no se produjo ningun tic ni tic/latido. Las serre y luego me acerque a la pared de la sala y deje mis huellas ensangrentadas en ella, manchando toda la zona con sangre para que ni siquiera al poli mas lerdo le pasaran por alto las pruebas. Recogi la sierra y el cuchillo y regrese al Muertemovil. La capa ondeaba en el nocturno viento estival y, ya en la furgoneta, volvi a ponerme el traje de Brooks Brothers, me restregue la sangre de las manos y me arranque la Sombra Sigilosa de la cara. Con pulso firme, aprete los dedos en el mango del cuchillo y del hacha para que quedasen las huellas bien marcadas y meti las armas en tres bolsas de plastico. Busque entre las herramientas de la furgoneta hasta encontrar una pala, la lleve a la cabina conmigo y despues fui a buscar un sitio donde dejar los instrumentos que servirian para administrar una justicia rapida.

Enterre la sierra al pie de un arbol, junto a la biblioteca de Bronxville, y el cuchillo junto al lago de Huguenot Park, en New Rochelle. Recorde una casa de huespedes que varios caddies habian mencionado, conduje hasta el numero 800 de South Lockwood y llame a una puerta, sobre la cual habia un cartel que rezaba: «Se alquilan habitaciones por semanas.»

La vieja que respondio a mi llamada fingio enojo por lo intempestivo de la hora, pero cuando le dije que queria una habitacion y que le pagaria dos meses por anticipado, se deshizo en amabilidades y senalo un escritorio con un gran libro de registro. Le tendi un fajo grande de billetes de cien. A mi ya no me servian de nada.

– Me llamo Martin Plunkett. No lo olvide: Martin Plunkett.

26

Tardaron tres dias en dar conmigo.

Pase la mayor parte de aquellas setenta y dos horas durmiendo, saciando el cansancio provocado por una de las giras mas largas de la historia, y cuando oi que los helicopteros daban vueltas justo encima de mi cabeza, me senti aliviado por que todo hubiera terminado. Mire por la ventana y pude ver las luces de una decena de coches patrulla; al cabo de un momento, unos cuchicheos, unos grunidos sonolientos y unos pasos apresurados me indicaron que la casa de huespedes estaba siendo desalojada. Despues, se dejaron oir las pisadas de unas botas recias, tic/tump, tic/tump, tic/tump, a mi alrededor, y el aviso ritual sono por el megafono:

– ?Estas rodeado, Plunkett! ?Rindete o entraremos por ti! Anduve hasta la puerta y, a traves de ella, grite:

– ?Estoy desarmado! ?Quiero hablar con el jefe antes de entregarme!

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