– Llama a University y prepara una redada. Pongamos ocho hombres y dos furgones para las chicas. Manana por la noche, a las once, en Western y Adams. Autorizacion del jefe Exley.
Sid solto un silbido.
– ?Le importaria explicarse?
INSPIRACION SUBITA:
– …Y dile al teniente de alli que necesito una serie de salas de interrogatorio, y dile a Junior Stemmons que se reuna conmigo en la comisaria. Quiero que se ocupe de esto.
Garrapateo de anotaciones.
– Ya he tomado nota. Y ahora, ?quiere el mensaje?
– Dispara.
– Una casa de empenos ha entregado la vajilla de los Kafesjian. Un mexicano intento colocarla en Boyle y el propietario de la tienda vio nuestro anuncio y le denuncio. Lo tienen en la comisaria de Hollenbeck.
Solte una exclamacion; varias cabezas se volvieron.
– Llama a Hollenbeck, Sid. Diles que metan al mexicano en la sauna. Estare alli enseguida.
– Ya estoy en ello, patron.
De vuelta a la fiesta; Bob «Camara de Gas» se habia esfumado. Imposible buscarle sin llamar la atencion. Una rubia paso como un torbellino: Glenda. Un parpadeo: solo otra mujer.
11
Jesus Chasco: gordo, mexicano: no es mi miron. Sin ficha, una carta verde del 58 a punto de expirar. Asustado; en la sauna se suda.
– Hablo ingles igual que usted.
Repaso la hoja de denuncia.
– Aqui dice que has intentado vender una vajilla robada en la casa de empenos Happytime. Les has dicho a los agentes que tu no robaste la vajilla, pero no has querido decirles de donde la habias sacado. Bueno, eso es un delito: receptar objetos robados. Y has dado como direccion tu coche, lo cual es otra falta leve: vagancia. ?Cuantos anos tienes, Jesus?
Camiseta y pantalones militares. Sudados.
– Cuarenta y tres. ?Por que lo pregunta?
– Estaba calculando… Cinco anos en San Quintin y luego, patada y a Mexico. Cuando consigas volver aqui, quiza te lleves un premio al espalda mojada mas viejo del mundo.
Chasco agito los brazos; el sudor salpico a su alrededor.
– ?Duermo en el coche para ahorrar!
– Si, claro. Para traerte aqui a la familia. Ahora, quedate quieto o te esposo a la silla.
Jesus escupio en el suelo; yo balancee las esposas a la altura de sus ojos.
– Dime de donde has sacado la vajilla. Si puedes demostrarlo, te dejare ir.
– ?Quiere decir que…?
– Quiero decir que te largas. Sin cargos, sin
– Suponga que no se lo digo.
Aguardo. Le dejo que se haga un poco el valiente. Diez segundos, una tipica bravata de
– Trabajo de vigilante en un motel, el Red Arrow Inn, en la Cincuenta y tres y Western. Es… ya sabe, para
Cosquilleo.
– Continua.
– Bueno… yo estaba arreglando el bano de la habitacion 19 y encontre toda esa plata tentadora metida en la cama…, o sea, las sabanas y el colchon todos desgarrados. Yo… imagine… imagine que el tipo que alquilo la habitacion se habia vuelto loco y que… que no iba a poner una denuncia si le limpiaba el material.
Sigo la pista:
– ?Que aspecto tiene «el tipo»?
– No lo se. No le he visto. Pregunte a la conserje de noche, ella se lo dira.
– Nos lo dira a los dos.
– ?Eh! Usted ha dicho…
– Pon las manos a la espalda.
Protestas. Dos segundos. Ni caso. Le puse las esposas flojas para que viera mi actitud amistosa.
– ?Eh, tengo hambre!
– Te comprare un caramelo.
– ?Usted dijo que me soltaria!
– Y es lo que voy a hacer.
– ?Pero tengo el coche ahi detras!
– Toma el autobus.
–
Media hora de trayecto. Bien por Jesus: ni quejas ni ruido de esposas en el asiento de atras. El Red Arrow Inn: apartamentos adosados, dos hileras, un camino en el centro. Un rotulo de neon: «Habitaciones.»
Me detuve ante el apartamento 19: luces apagadas, ningun coche ante la puerta. Jesus Chasco:
– Tengo la llave maestra.
Le quite las esposas. Conecte los faros y puse las luces largas; Jesus abrio la puerta 19, iluminado por detras.
– ?Venga! ?Exactamente como le he contado, mire!
Me acerque. Indicio: marcas de palanca en el batiente de la puerta; marcas frescas, madera recien astillada. La habitacion: pequena, suelo de linoleo, sin muebles. La cama: sabanas rasgadas, colchon destripado, miraguano desparramado.
– Ve a por la encargada. No te escapes o me enfadare contigo.
Jesus dio media vuelta y salio. Examine a fondo la cama: pinchazos en el colchon, cuchilladas hasta los muelles. Manchas de semen; mi miron gritaba ATRAPAME AHORA. Rasgue un pedazo de sabana: de aquellos restos se podia sacar el grupo sanguineo.
– ?Basura de blanquitos inutiles!
Me volvi. Una abuela grunona agitando en la mano una ficha de huesped.
– ?Esa basura de blanquito me ha destrozado la cama!
Cogi la tarjeta: «John Smith.» Era de esperar. Diez dias pagados por anticipado; fin del plazo, manana. La abuela siguio gastando saliva; Jesus me llamo afuera con un gesto.
Le segui. Jesus, impaciente:
– Carlotta no sabe quien alquilo la habitacion. Le parece que era un joven blanco. Dice que un borracho que ronda por aqui trato con el, y que el tipo insistio en que le diera la numero 19. Carlotta no ha visto nunca al inquilino y yo tampoco, pero escuche: Conozco a ese borracho; por cinco dolares y un viaje de vuelta hasta mi coche, se lo encuentro.
Afloje el dinero, dos billetes de cinco, y saque la foto de Lucille.
– Uno para ti, otro para Carlotta. Dile que no busco problemas y preguntale si conoce a la chica. Despues, ve a buscar a ese borracho.
Jesus corrio de nuevo hasta la vieja, le paso el dinero y le mostro el retrato. La abuela movio la cabeza: si, si,