Western y Adams; las putas se portaron muy bien; por una noche, fueron casi agentes.

Policias de uniforme en masa: deteniendo clientes, interviniendo coches de clientes.

Furgones para las chicas detras de Cooper's; detectives de Antivicio realizando identificaciones. Hombres apostados al sur y al norte, ansiosos por cazar buscadores de sexo como si fueran conejos.

Mi atalaya: el tejado de Cooper's. Pertrechos: prismaticos, megafono.

Observe el panico:

Clientes abordando a las prostitutas: policias deteniendoles. Vehiculos intervenidos, furgon de detenidos: catorce peces ya en la red, interrogatorio preliminar:

– ?Casado?

– ?En libertad condicional o con suspension de condena?

– ?Le gustan blancas o de color? Firme este volante. Quiza le soltemos en comisaria.

Ninguna Lucille K.

Un payaso intento huir; un novato le revento las ruedas de atras.

Epidemia de lloros: «?NO SE LO DIGAN A MI ESPOSA!» Ruidos de grilletes para los pies en los furgones de las prostitutas.

Suerte; las putas, mezcladas mitad y mitad: chicas blancas y negras. Catorce clientes arrestados: todos caucasianos.

Panico a mis pies: Miembros de una secta atrapados en masa. Cinco hombres, cinco casquetes volando. Una prostituta agarro uno de los gorros y se pavoneo.

Conecte el megafono:

– ?Ya tenemos diecinueve! ?Acabemos ya!

La comisaria; un rato de espera. Dejar que Sid Riegle se ocupe de la situacion. Suerte: el Ford de Junior junto a la puerta de la brigada. Las senales de unos faros me iluminaron al entrar: Jack Woods, encargado provisional de la vigilancia.

Sala de guardia, sala de reunion, celdas. Mostre la placa al vigilante. Clic/clac, la puerta se abrio. Pasillo adelante, doble la esquina: la celda de homosexuales frente a la de borrachos. Borrachos y clientes abucheaban el espectaculo de los travestidos masturbandose.

Riegle frente a los barrotes, anotando nombres. Le vi sacudir la cabeza: demasiado ruido para hablar.

Eche un vistazo a la pesca: mierda, nada que se pareciera a mi miron. Mierda. Subi a la sala de identificaciones.

Sillas, un estrado con marcas de estaturas: un falso espejo muy iluminado. Unas fichas y hojas de identificaciones preparadas para mi; las contraste con mi lista de alias.

Ninguna coincidencia. Era de esperar: ya habia comprobado los nombres en el servicio general de Identificacion. Ningun nombre autentico sospechoso; las edades de los permisos de conducir, de treinta y ocho para arriba: diez anos mas que mi miron, como poco. Seis clientes tenian antecedentes por faltas leves: ningun miron, ladron de pisos ni delincuente sexual. Una nota al margen: dieciseis de los diecinueve tipos estaban casados.

Riegle entro.

– ?Donde esta Stemmons? -le pregunte.

– Esperando en una de las salas de interrogatorio. ?Es verdad lo que cuentan, Dave? ?La hija de J.C. Kafesjian hace de puta?

– Es verdad, y no me preguntes que pretende Exley. Y no me digas que el departamento no necesita esta mierda con los federales husmeando por aqui.

– Iba a comentarlo, pero creo que voy a hacerte caso. De todos modos, una cosa.

– ?De que se trata?

– He visto a Dan Wilhite en la oficina del comandante de guardia. Dado el trato que tiene con los Kafesjian, yo diria que esta bastante furioso.

– Mierda, eso es mas mierda que no necesito.

– Si -sonrio Sid-, pero es una caceria de patos: todos han firmado que no presentaran denuncia por detencion ilegal.

Le devolvi la sonrisa:

– Hazlos pasar.

Riegle salio y cogi el microfono del intercomunicador. Ruido de grilletes, arrastrar de grilletes: buscadores de putas en escena, a plena luz.

«Buenas noches, caballeros, y presten atencion», vomito el altavoz.

«Han sido detenidos por incitacion a la prostitucion, una violacion del Codigo Penal de California punible con hasta un ano de carcel en la prision del Condado de Los Angeles. Puedo hacer que esto sea muy sencillo o puedo convertirlo en la peor experiencia de sus vidas, y mi decision sobre lo que haga depende completamente de ustedes.»

Parpadeos, arrastrar de pies, secos sollozos: una hilera de sacos compungidos. Lei mi lista de alias y estudie sus reacciones:

«John David Smith, George William Smith… vamos, sean originales. John Jones, Thomas Hardesty… eso esta mejor. D.D. Eisenhower… ?oh, eso es muy poco para usted! Mark Wilshire, Bruce Pico, Robert Normandie: nombres de calles, ?por favor! Timothy Crenshaw, Joseph Arden, Lewis Burdette… es un jugador de beisbol, ?verdad? Miles Swindell, Daniel Doherty, Charles Johnson, Arthur Johnson, Michael Montgomery, Craig Donaldson, Roger Hancock, Chuck Sepulveda, David San Vicente…, joder, mas nombres de calles.»

Mierda, no podia fijarme en las caras, tan deprisa.

«Caballeros, ahora es cuando el asunto se pone facil o muy complicado. El departamento de Policia de Los Angeles desea ahorrarles un mal trago y, con franqueza, sus andanzas extra-conyugales ilegales no nos preocupan en exceso. En pocas palabras, han sido ustedes detenidos para ayudarnos en la investigacion de un robo. Esta involucrada una mujer que sabemos que vende sus servicios esporadicamente en South Western Avenue y necesitamos encontrar a alguien que haya contratado esos servicios.»

Riegle salta al estrado, saca la foto.

«Caballeros, podemos retenerlos legalmente durante setenta y dos horas antes de presentarlos ante el tribunal de Delitos Menores. Tienen derecho a una llamada telefonica por cabeza y, si deciden llamar a sus esposas, pueden decirles que estan detenidos en la comisaria de University, acusados de un uno dieciocho barra seis cero: incitacion a la prostitucion. Supongo que no tienen demasiadas ganas de hacerlo, asi que presten atencion; solo lo dire una vez.»

Murmullos; las respiraciones empanaron el espejo.

«El agente Riegle les ensenara unas fotos de la mujer. Si han contratado sus servicios, den dos pasos al frente. Si la han visto hacer la calle pero no han tenido tratos con ella, levanten la mano derecha.»

Un compas de espera.

«Caballeros, una confirmacion autentica les pondra a todos en la calle en cuestion de horas, sin cargos. Si ninguno del grupo reconoce haber contratado los servicios de la dama, llegare a la conclusion de que estan mintiendo o de que, sencillamente, ninguno de ustedes la ha visto o ha hablado nunca con ella, lo cual significa en ambos casos que los diecinueve seran sometidos a un interrogatorio intensivo, y que los diecinueve seran fichados, retenidos durante setenta y dos horas y presentados ante el juez bajo la acusacion de induccion a la prostitucion. Durante ese plazo, permaneceran encerrados en la zona que aqui reservamos a los presos homosexuales, es decir, en la jaula de las locas, con esas preciosidades negras que les ensenaban el rabo. Caballeros, si alguno de ustedes reconoce haber tratado con la dama y su declaracion nos convence de que dice la verdad, no sera acusado formalmente de ningun cargo y sus revelaciones seran estrictamente confidenciales. Una vez convencidos, les dejaremos a todos en libertad y les permitiremos recuperar sus propiedades confiscadas y sus coches intervenidos. Los coches estan en un aparcamiento oficial, cerca de aqui, y como recompensa por su colaboracion no les cobraremos la tarifa normal por retirada del vehiculo. Lo repito: queremos la verdad. No pretendan salir de aqui diciendonos que jodieron con la chica si no es asi; no nos tragaremos sus mentiras. Sid, pasa las fotos.»

Pase: de Riegle a un tipo larguirucho, ya mayor.

Aturdido, abogado por una vez: David Klein, Iuris Doctor.

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