– Pura basura. Quien le conto esa pelicula le ha enganado como a un chino. Aqui estamos demasiado ocupados con el Diablo de la Botella para preocuparnos de unas locas, y ninguno de los nuestros ha alborotado el gallinero de Fern Dell Park desde hace mas de un ano.
Cafe. Media taza: tenia los nervios crispados.
El timbre, muy alto.
Abri. Mierda: Bradley Milteer y Harold John Miciak.
Miradas severas: su colega policia envuelto en una toalla. Miciak estudio mi cicatriz de espada japonesa.
– Entren, caballeros.
Cerraron la puerta tras ellos. Milteer:
– Hemos venido a por un informe de progresos.
Sonrei, servil.
– En el plato de filmacion tengo gente recogiendo informacion sobre la senorita Bledsoe.
– Lleva usted una semana trabajando para el senor Hughes, teniente. Con franqueza, hasta el momento no ha producido los resultados que el esperaba.
– Estoy en ello.
– Entonces, haga el favor de aportar resultados. ?Tal vez sus obligaciones normales de policia interfieren en su trabajo para el senor Hughes?
– Mis obligaciones de policia no tienen nada de normales. ?no lo sabian?
– En fin, sea como sea, se le esta pagando por conseguir informacion sobre Glenda Bledsoe. Bien, el senor Hughes parece pensar que la senorita ha estado robando comida de los domicilios de sus actrices. Una acusacion de robo criminal seria una violacion del contrato, asi que, ?querra usted vigilar con mas diligencia?
Miciak flexiono las manos. Sin tatuajes de pandillas.
– Empezare la vigilancia ahora mismo, senor Milteer.
– Bien. Espero resultados. El senor Hughes tambien espera resultados.
Miciak: ojos de presidiario. Odio a los policias.
– ?Primera galeria o zona especial, Harold?
– ?Eh? ?Que?
– Esos tatuajes que el senor Hughes te hizo borrar.
– Oiga, estoy limpio.
– Seguro. El senor Hughes hizo limpiar tu ficha.
– ?Vamos, teniente! -Milteer.
– ?Y usted, de donde ha sacado esa cicatriz? -el maton.
– De una espada japonesa.
– ?Y que paso con el japo?
– Le meti la espada por el culo.
Milteer puso los ojos en blanco: ?salvajes!
– Resultados, senor Klein. Harold, vamos.
Harold fue. Gestos con el puno vuelto hacia mi. Pura zona especial.
Bullicio en el plato:
Reparto de vino. Mickey C. distribuyendo botellas a su «equipo». El «director», Sid Frizell, el «camara», Wylie Bullock; ?como sacarle los ojos al monstruo, con un garrote o una navaja? Glenda dando de comer esturion a los extras; leo su mirada: «?Quien es ese tipo?; ya le he visto antes.»
El remolque de Rock Rockwell. Llamada a la puerta.
– ?Esta abierto!
Entre. Acogedor: un colchon, una silla. Rockwell haciendo flexiones en el suelo. LA MIRADA: ?Oh, mierda, la policia!
– No es una redada. Soy amigo de Touch.
– ?He oido mi nombre?
Touch salio del bano: Paredes lisas, solo televisores apilados hasta el techo.
– No los habias visto, ?verdad, Dave?
– ?Ver que?
Rockwell se deslizo a la cama; Touch le arrojo una toalla.
– Meg es mi principal cliente. Me dijo que quiere poner televisores en todos vuestros pisos amueblados libres, para poder aumentar el alquiler. ?Ah!, disculpame: Rock Rockwell, David Klein.
No hubo holas. Rock se desembarazo de la toalla. Touch:
– ?De que va todo esto, Dave?
Mire a Rockwell. Touch capto la indirecta.
– Rock sabe guardar las confidencias de un policia.
– Tenia algunas preguntas sobre actividades en Fern Dell Park.
Rockwell rasco el colchon; Touch se tendio a su lado.
– ?Actividades de Antivicio?
Ocupe la silla.
– Algo asi, y es un asunto delicado porque creo que uno de mis hombres podria estar cobrando extorsiones en Fern Dell.
Touch dio un respingo.
– ?Que? ?Que pasa?
– David, ?que aspecto tiene ese hombre tuyo?
– Uno setenta y ocho, setenta y pocos kilos, cabello largo rubio arena. Bastante guapo. Os gustaria.
Sin risas. Touch se volvio hacia Rockwell.
– Vamos, cuenta. Hace tiempo que nos conocemos: sabes que nada de lo que digas saldra de estas paredes.
– Veras… como el asunto tiene alguna relacion con Mickey y tu eres amigo suyo…
Le presiono:
– Vamos… Como dice esa revista: «muy confidencial.»
Touch se incorporo, se puso una bata, dio unos pasos:
– La semana pasada, ese tipo, el… el policia que acabas de describir tan perfectamente, me interrogo en Fern Dell. Yo le dije quien era, a quien conocia, incluido Mickey Cohen, pero no me hizo el menor caso. Mira, yo estaba alli buscando rollo, ya sabes como soy, David. Rock y yo tenemos un acuerdo en esto y…
Rockwell: ?BAM!, salio dando un portazo y subiendose los pantalones.
– Es asi como tenemos que hacer la gente como nosotros para arreglarnos y ese… ?oh, mierda!, ese policia dijo que me habia visto instalando maquinas tragaperras un rato antes en el Southside y que iba a haber una investigacion federal y que me entregaria si no colaboraba con el, asi que… bueno, Dave, nosotros dos sabemos hacer negocios, pero ese policia estaba tan excitado, tan chiflado, que me di cuenta de que el no sabia, asi que escuche. Me dijo, «Tu debes de conocer muy bien el barrio negro», y yo le dije que si. Me dio la impresion de que estaba hasta las orejas de benzes o de anfetas o de las dos cosas, y luego empezo a divagar acerca de ese «despampanante» (cito tus palabras, Dave; de hecho, el tambien utilizo esa misma palabra, «despampanante») otro policia que trabaja en la brigada Antibandas…
El «despampanante» Johnny Duhamel. Note unas punzadas en la cabeza: el parloteo del marica se acompaso con ellas…
– Ese policia no hacia mas que divagar. No me daba detalles, solo… solo divagaba. Me conto una historia loca de una puta con abrigo de vison que hacia un striptease y que el despampanante policia se puso histerico y la hizo parar. Y… bueno, Dave, aqui es donde la cosa se pone extrana y graciosa y un tanto… en fin… incestuosa, porque el policia loco vio que el asunto del abrigo de pieles me ponia un poco a la defensiva. Entonces se puso duro y me encontro un arma encima y me amenazo con una denuncia por encubrimiento, y yo respondi que el asunto de las pieles me daba miedo porque Johnny Duhamel, el ex boxeador con cierta fama en algunos circulos, habia intentado venderle a Mickey un buen cargamento de pieles robadas, que Mickey no quiso. El policia chiflado se echo a reir y luego empezo a murmurar, «el despampanante Johnny». Luego me solto una especie de advertencia y se marcho. Y, David, ese policia es uno de los nuestros, ?comprendes a que me refiero, querido?, y solo te he