primera fila de asientos.
Pelea en las gradas: ?a por los rojos! Los hispanos arrojando vasos de cerveza llenos de meados. Carteles por escudo, en vano. Los pachucos avanzaron blandiendo cadenas de bicicleta.
Busque una salida. Un cafe en el bar de la esquina, dejar que las cosas se enfriaran. Veinte minutos y volvi: un monton de coches patrulla y comunistas esposados.
Dentro otra vez, sigo el hedor a linimento. Vestuarios. Ruiz, a solas, devorando un plato de tacos.
– Bravo, Reuben. La mejor pelea amanada que he visto nunca.
– Si, y el alboroto tampoco ha estado mal. Oiga, teniente, ?que le dicen todos esos ganchos al aire?
Cerre la puerta por el alboroto en el pasillo: periodistas y Moore.
– Que sabes entretener a lo mas selecto.
Reuben, dando tragos a una cerveza:
– Espero que Hogan Kid Bassey haya visto la pelea, porque el trato era que Moore alcanza la ronda eliminatoria del peso gallo y yo subo a los plumas y peleo con el. Le dare una buena paliza, creame. Oiga, teniente, no habiamos vuelto a hablar desde la noche que Sanderline salto.
– Llamame Dave.
– Oiga, teniente: un negro y un mexicano saltan de la ventana de un sexto piso al mismo tiempo. ?Quien llega al suelo primero?
– Ya lo he oido, pero cuentalo de todas formas.
– El negro, porque el pachuco tiene que detenerse en plena caida para pintar con spray en la pared:
Ja, ja. Por cortesia.
– Bien, teniente, se que vio usted a Will Shipstad ocupandose de mi proteccion en Chavez Ravine. Deje que les tranquilice otra vez a usted y al senor Gallaudet: sigo estandoles agradecido por haberme conseguido este trabajo que llaman de «relaciones publicas», sobre todo porque asi he podido sacar de otro lio al desgraciado de mi hermano. De modo que si, vuelvo a ser un testigo federal, pero Noonan solo me quiere para declarar sobre un asunto de apuestas que ya es pan rancio, y yo nunca delataria a Mickey C, teniente, ni a su amigo, Jack Woods.
– Siempre he supuesto que sabias actuar.
– ?Quiere decir actuar para lo mas selecto?
– Si. Los negocios son los negocios, de modo que uno ha de joder a los suyos para estar a bien con el fiscal del Distrito.
Con una ancha sonrisa:
– Tengo una familia propensa a los problemas, teniente, y he llegado a la conclusion de que me importa mas que los mexicanos en general, de modo que beso unos cuantos culos para que unos… ?como llamarlos, caseros de barrio pobre? como usted y su hermana puedan seguir cebandose. ?Sabe, Dave?, la maldita Oficina de Tierras y Caminos ha estado inspeccionando esas casuchas de Lynwood. Parece que los peces gordos quieren instalar a mis pobres
Un tipo listo; joderle la bravata:
– Sabes muchas cosas de mi.
– Si, Dave Klein, «el Contundente». La gente habla de usted.
Cambio de tema:
– ?Johnny Duhamel es marica?
– ?Esta loco? Es el cazaconejos para acabar con los cazaconejos.
– ?Le has visto ultimamente?
– Estamos en contacto. ?Por que?
– Solo por saberlo. Se ocupa del robo de pieles de Hurwitz y es un caso grande para un agente inexperto. ?Ha hablado del asunto contigo?
Reuben mueve la cabeza con cautela.
– No. Casi siempre habla de ese trabajo en la brigada Antibandas que tiene ahora.
– ?Algo en concreto?
– No. Dijo que se supone que no debe hablar de ello. Eh, ?a que vienen tantas preguntas?
– ?A que viene esa cara de pena, de pronto?
Ganchos, directos: zumbidos en el aire.
– Vi a Johnny hace una semana, quiza. Me conto que habia estado haciendo algunas maldades. Johnny no… ?como se dice?…, no entro en detalles, pero dijo que necesitaba una paliza como penitencia. Nos calzamos los guantes y me dejo sacudirle un rato. Recuerdo que el tenia ampollas en las manos.
Huellas de manguera de goma. Probablemente, Johnny la odia.
– ?Recuerdas al sargento Stemmons, Reuben?
– Claro. Su socio en el hotel. Buen corte de pelo, pero un tipo de poco fiar, si quiere mi opinion.
– ?Lo has visto?
– No.
– Johnny te ha mencionado su nombre alguna vez?
– No. Eh, ?a que viene este interes por Johnny?
– Mero interes -replique con una sonrisa.
– Claro. Muy sutil, teniente. Escuche este: ?que sale de la mezcla de un negro y un mexicano?
– No lo se.
– Un ladron demasiado vago para robar.
– Muy bueno. Para partirse de risa.
Reuben, acariciando una Schlitz:
– Pues no oigo que se ria tanto. Y adivino lo que esta pensando: «En Chavez Ravine, Reuben dijo que teniamos que hablar.»
– Hablemos, pues.
Pachuco puro: Reuben destapo la botella con los dientes y dio un trago.
– Oi a Noonan hablando con Will Shipstad acerca de usted. Noonan no le puede ver ni en pintura. Esta convencido de que empujo a Johnson por la ventana y de que le dio una paliza a un tipo llamado Morton Diskant. Intento hacerme decir que habia oido que usted tiro a Johnson y juro que le iba a bajar los humos.
18
Estudio criminologico en el escritorio del salon de mi casa.
Espolvoree las revistas, la grabadora, las bobinas: varias huellas dactilares parciales y cuatro impresiones ocultas identicas. Marque las mias para comparar; un vistazo confirmo que correspondian a mis torpes dedos.
Sono el telefono:
– ?Si?
– ?Dave? Ray Pinker.
– ?Has terminado?
– Terminado, eso es. En primer lugar, no hay huellas latentes aprovechables de ningun sospechoso, y hemos echado polvos en todas las superficies tocables de ambas habitaciones. Tomamos las huellas del encargado de recepcion, que tambien es el propietario, del conserje y de la camarera, todos negros. Las suyas fueron las unicas que encontramos. No habia nada mas.
– Mierda.
– Bien resumido. Tambien cogimos la ropa del hombre y analizamos los calzoncillos manchados de semen. Tambien es 0 positivo y tiene las mismas caracteristicas que el otro. Tu ladron o lo que sea es todo un adicto a los moteles.