– No.
– ?Ha sido cosa del LAPD, en venganza por la muerte de Stemmons?
– ?Esta loco? ?No!
– ?Fue el inspector George Stemmons, Senior, quien ordeno prender fuego al local?
– Yo no… ?No! ?Que locura!
– ?Lo ha incendiado usted, para vengar la muerte de su companero?
– No. -Con un ligero mareo.
Shipstad:
– ?Estaba bajo el efecto de algun narcotico cuando fue encontrado?
– No.
– ?Utiliza usted narcoticos?
El aparato de escucha de la pared, en funcionamiento. Alguien pendiente de la conversacion en alguna parte.
– No.
– ?Le han sido administrados narcoticos por la fuerza?
– No. -Una buena conjetura: EL COPROTAGONISTA DE JOHNNY. Se abrio la puerta y entro Welles Noonan.
Milner salio de la sala. Noonan:
– Buenos dias, senor Klein.
Cabello a lo Jack Kennedy, apestando a laca.
– He dicho «buenos dias».
JOHNNY, SUPLICANDO…
– ?Klein? ?Me oye usted?
– Le oigo.
– Bien. Tengo unas cuantas preguntas que hacerle antes de que le soltemos.
– Pregunte.
– Eso hare. Y tengo ganas de verme cara a cara con usted. Recuerdo ese precedente que le echo en cara al agente especial Milner, de modo que con esto espero que quedaremos a la par.
– ?Como consigue que el cabello le quede asi?
– No estoy aqui para compartir con usted mis secretos de peluqueria. Y ahora voy a…
– ?Cabron! ?No he olvidado que me escupio a la cara!
– Si. Y yo no he olvidado que usted cometio, como minimo, una negligencia criminal en el asunto de la muerte de Sanderline Johnson. Hasta aqui, estos son…
– Diez minutos, o llamo a Jerry Geisler para que presente un
– No encontrara a ningun juez que…
– Diez minutos o contrato a Kanarek, Brown y Mattingly para que presenten querella por acoso policial, que conlleva la presentacion inmediata ante el tribunal.
– Senor Klein, ?usted ha…?
– Llameme «teniente».
– Teniente, ?hasta donde conoce usted la historia del departamento de Policia de Los Angeles?
– Al grano, Noonan. No se vaya por las ramas.
– Esta bien. ?Quien empezo lo que, eufemisticamente, llamare «acuerdo» entre el LAPD y el senor J.C. Kafesjian?
– ?Que «acuerdo»?
– ?Vamos, teniente! ?Pero si usted les desprecia tanto como yo, estoy seguro!
Despistarle, echarle un cebo.
– Creo que fue el jefe Davis, el anterior a Horrall. ?Por que?
– ?Y eso fue alrededor del treinta y seis o treinta y siete?
– Si, mas o menos por esa epoca, creo. Yo me incorpore al departamento en el treinta y ocho.
– En efecto, y espero que el hecho de tener asegurada la pension no le haya causado una falsa sensacion de invulnerabilidad. Teniente, el capitan Dan Wilhite es el enlace entre la familia Kafesjian y la seccion de Narcoticos, ?verdad?
– Me niego a responder.
– Comprendo. Lealtad corporativa. ?Ha sido Wilhite quien ha tratado con los Kafesjian desde el principio del «acuerdo»?
– A mi modo de ver, el jefe Davis hizo tratos con los Kafesjian y fue su contacto hasta que Horrall tomo posesion del cargo, a finales del treinta y nueve. Dan Wilhite no se incorporo al departamento hasta mediados del treinta y nueve, de modo que no pudo ser el primer contacto con la familia, si es que lo ha sido alguna vez…
Noonan, con un tonto aire aristocratico:
– ?Oh, vamos, teniente! Usted sabe que Wilhite y los Kafesjian son aliados casi ancestrales.
– Me niego a comentar eso. Pero siga preguntando por los Kafesjian.
– Si, he oido que han despertado su interes.
JOHNNY SUPLICANDO…
Shipstad:
– Tiene usted muy mala cara, Klein. ?Quiere tomar algo?
Noonan:
– ?Le dijo usted a Mickey Cohen que retirara sus maquinas expendedoras y tragaperras? Pues no le ha hecho mucho caso. Tenemos fotos de sus hombres encargados del mantenimiento y de la recaudacion.
– Me niego a contestar.
– Hace poco hemos encontrado un testigo importante, ?sabe?
No pique.
– Un testigo importante -insistio.
– El reloj sigue corriendo.
– Es verdad. Will, ?crees tu que el senor Klein prendio fuego al Bido Lito's?
– No, senor, no lo creo.
– Klein no puede o no quiere dar cuenta de sus movimientos.
– Senor, no estoy seguro de que el mismo lo sepa.
Me puse en pie. Casi me fallaron las piernas.
– Tomare un taxi para volver al coche.
– Tonterias. El agente especial Shipstad le llevara. Will, tengo curiosidad por saber donde ha pasado las ultimas veinticuatro horas el teniente.
– Senor, yo diria que ha estado con una mujer de mil demonios o luchando contra un oso.
– Muy agudo, Will. Y la sangre de la camisa apunta hacia lo segundo. ?Sabes como podriamos averiguarlo?
– No, senor.
– Manteniendonos a la escucha de las llamadas por homicidios en el Southside y observando cuales de ellos intenta tapar Edmund Exley.
– Me gusta la idea, senor.
– Estaba seguro de que te gustaria. La experiencia nos dice que es un buen sistema, ya que los dos sabemos que aqui, Dave, se cargo a Sanderline Johnson. Me parece que estamos ante una empresa familiar. Dave hace el trabajo sucio y su hermana, Meg, invierte el dinero. ?Como es ese dicho? «La familia que asesina unida, permanece…»
Me abalance sobre el. Las piernas me fallaron. Shipstad me levanto en vilo por la espalda. Los pulgares en mi carotida, arrastrado por el pasillo mientras perdia el conocimiento…
Encerrado, recuperandome rapidamente. Enseguida, despierto del todo. Una sala de cuatro por seis, paredes acolchadas, sin sillas ni mesa. Un altavoz en la pared y una mirilla acristalada, con vista a la habitacion contigua.
Una celda acolchada/puesto de observacion. Aprovechar la ocasion:
Cristal agrietado, cierta distorsion. Chirrido del altavoz; le di un golpe. Mejor ahora. Pegue el ojo a la mirilla: