En lo que confio es en que la publicidad de estas exploraciones atraiga a otros espiritus aventureros a esta descuidada parte del mundo. Pero habra que recordar que las dificultades son grandes y la historia de tragedias, larga, pues los rincones del mundo que permanecen ignotos cobran un precio por sus secretos. Sin ningun deseo de glorificarme, puedo dar fe de que se requiere gran entusiasmo para salvar, ano tras ano, el gran abismo que se extiende entre las comodidades de la civilizacion y los riesgos y castigos que acechan a cada paso en las selvas sin explorar de este aun poco conocido continente.29

Un emisario boliviano que estaba alli comento al respecto del mapa emergente de Sudamerica: «Debo decirles que solo gracias a la valentia del comandante Fawcett esto ha sido posible […]. Si contaramos con mas hombres como el, estoy seguro de que no habria un solo rincon de esas regiones sin explorar».30

La creciente leyenda de Fawcett se fundamentaba en que no solo habia hecho viajes que nadie mas habia osado emprender, sino que ademas los habia realizado en unos plazos que resultaban inhumanos. Completaba en meses lo que a otros les llevaba anos, o, como prosaicamente lo describio Fawcett: «Soy un trabajador rapido y no dispongo de dias de ocio».31 Tambien resultaba increible que rara vez cayera enfermo. «Estaba hecho a prueba de fiebres», dijo Thomas Charles Bridges, popular escritor y aventurero contemporaneo de Fawcett, a quien conocio. Esta particularidad provoco desenfrenadas especulaciones sobre su fisiologia. Bridges atribuia su resistencia al hecho de tener «un ritmo cardiaco por debajo de lo normal».32 Un historiador observo que Fawcett disfrutaba de «una inmunidad virtual a las enfermedades tropicales. Tal vez esta ultima cualidad fuera la mas excepcional. Habia otros exploradores, aunque no muchos, que le igualaban en dedicacion, coraje y fuerza, pero en su resistencia a la enfermedad era unico».33 Incluso Fawcett empezo a maravillarse de lo que el denominaba una «constitucion perfecta».34

Asimismo, se sorprendia de su habilidad para eludir a los depredadores. En una ocasion, tras esquivar de un salto a una serpiente lora, escribio en su diario: «Lo que me pasmo, mas que cualquier otra cosa, fue la advertencia de mi subconsciente, y la respuesta muscular inmediata […]. No la habia visto hasta que refulgio entre mis piernas, pero el 'hombre interior' (si asi puedo llamarlo) no solo la vio a tiempo, ?sino que ademas calculo con exactitud la altura y la distancia de su ataque, y envio las subsiguientes ordenes al cuerpo!».35 Su colega de la RGS William Barclay, que trabajaba en Bolivia y conocia mejor que nadie los metodos de exploracion de Fawcett, dijo que con los anos habia desarrollado «la conviccion de que ningun, peligro podria tocarle» y de que, al igual que un heroe mitico, «sus actos y sus reacciones estaban predestinados».36 O, como a Fawcett le gustaba decir: «Estoy en manos de los dioses».37

No obstante, esas mismas caracteristicas que hacian de Fawcett un gran explorador -furia demoniaca, resolucion y un sentido casi divino de inmortalidad-, tambien lo convertian en una compania terrible. No permitia que nada interfiriese en su camino hacia el objetivo que se habia marcado… o en su destino. Estaba «preparado para viajar con menos peso y mas esfuerzo de lo que la mayoria de las personas consideran posible o adecuado»,38 reproducia la revista de la Royal Geographical Society. En una carta a la Royal Society, Nina informo: «Por cierto, les divertira saber que el comandante Fawcett contemplo la posibilidad de cruzar ciento sesenta kilometros de selva… ?en un mes! ?Los otros casi se quedaron sin aliento ante la idea!».39

Mostraba una gran lealtad hacia aquellos que eran capaces de seguirle el paso. Con quienes no lo eran…, bien, Fawcett llego a creer que la enfermedad, incluso la muerte de estos, confirmaba una cobardia subyacente. «Estos viajes no pueden ejecutarse a la ligera -escribio Fawcett a Keltie-, o yo no habria llegado nunca a ninguna parte. Para con quienes puedan hacerlos, no tengo sino gratitud y elogios; para con quienes no puedan, solo tengo compasion, pues aceptan el trabajo con los ojos abiertos; pero para los perezosos o incompetentes, no tengo nada en absoluto.»40 En sus documentos privados, Fawcett tildaba a un antiguo ayudante de «?sinverguenza inutil! ?El tipico vago!»,41 y asi lo escribio bajo el obituario del hombre. (Se habia ahogado en un rio de Peru.) Expulso a varios hombres de sus expediciones, y otros tantos, ofendidos y amargados, le abandonaron. «No nos permitia detenernos para comer o dormir -se quejo un antiguo componente de su equipo a otro explorador sudamericano-. Trabajabamos veinticuatro horas al dia y nos trataba como a bueyes espoleados con un latigo.»42

«La presion siempre ha sido excesiva para los miembros de mis partidas»,43 informo Fawcett a Keltie, y anadio: «No tengo compasion con la incompetencia».44

Keltie reprendio amablemente a su amigo: «Me alegra mucho saber que te mantienes en tan buena forma. Debes de tener una constitucion maravillosa para soportar todo lo que has soportado y no haber empeorado. Me temo que quiza esto te haga ser un poco intolerante con los hombres que no son tan fuertes como tu».45

Keltie sin duda tenia en mente a un hombre en particular, un explorador cuya colaboracion con Fawcett, en 1911, acabo siendo nefasta.

Parecian el tandem perfecto: James Murray, el gran cientifico polar, y Fawcett, el gran explorador del Amazonas. Juntos se abririan camino a lo largo de kilometros de jungla inexplorada en las inmediaciones del rio Heath, siguiendo la frontera noroccidental entre Bolivia y Peru, para cartografiar la region y estudiar a sus habitantes y su fauna. La Royal Geographical Society habia alentado la expedicion, de modo que ?por que no? Nacido en Glasgow en 1865,46 Murray era el hijo brillante y singular de un tendero. De joven, habia vivido obsesionado con el reciente descubrimiento de criaturas microscopicas y, pertrechado con poco mas que un microscopio y un recipiente para muestras, se convirtio en un experto en la materia, practicamente autodidacta y de renombre mundial. En 1902 ayudo a inspeccionar las profundidades lodosas de los lagos escoceses. Cinco anos despues, Ernest Shackleton alisto a Murray para su expedicion a la Antartida, donde recabo datos que revolucionaron la biologia marina, la fisica, la optica y la meteorologia. Mas tarde, fue coautor de un libro titulado Antarctic Days, en el que describia el uso de un trineo en la nieve: «Mientras tiras, tienes un calor que te incomoda; mientras descansas, tienes un frio que tambien te incomoda. Siempre tienes hambre. Al frente tan solo tienes la superficie del hielo, que se prolonga hasta el horizonte».47 De una curiosidad voraz, soberbio, rebelde, excentrico, audaz y autodidacta, Murray parecia el Doppelganger de Fawcett, su clon. Incluso era artista. Y en septiembre de 1911, cuando llego a San Carlos, un puesto fronterizo situado entre Bolivia y Peru, Fawcett afirmo en una carta a la Royal Geographical Society: «Es un hombre admirable para el trabajo».48

Pero, de haber estudiado alguien con detenimiento el caracter de ambos, habria advertido senales de alarma. Aunque solo era dos anos mayor que Fawcett, Murray, de cuarenta y seis, tenia un aspecto ajado; su rostro, con un bigote bien recortado y el pelo algo canoso, estaba repleto de surcos; y no gozaba de buena forma fisica. Durante la expedicion escocesa, habia sufrido un colapso que habia afectado todo su cuerpo. «Tuve reumatismo, inflamacion de ojos, y sabe Dios que no tuve»,49 dijo. En la expedicion con Shackleton, habia estado a cargo del campamento base y no habia tenido que soportar las condiciones mas brutales del entorno.

Asimismo, los requisitos para un gran explorador polar y para un explorador amazonico no eran necesariamente los mismos. De hecho, las dos modalidades de exploracion son, en muchos sentidos, antiteticas. El explorador polar tiene que soportar temperaturas de casi cien grados bajo cero, y los mismos horrores una y otra vez: congelacion, grietas en el hielo y escorbuto. Mira a su alrededor y ve una y otra vez nieve y hielo: un entorno de un blanco implacable. Saber que ese paisaje no cambiara produce un terror psicologico, y el reto consiste en soportar, al igual que un prisionero sin ningun contacto con el mundo exterior, la privacion sensorial. En contraste, el explorador amazonico, inmerso en una caldera de calor, sufre una agresion constante a los sentidos. En vez de hielo hay lluvia, y el explorador topa por todas partes con algun peligro que le acecha: el mosquito de la malaria, una lanza, una serpiente, una arana, una pirana. La mente debe bregar con el terror del cerco perpetuo.

Fawcett llevaba tiempo convencido de que el Amazonas era un lugar que entranaba mas dificultades y de mayor trascendencia cientifica -en los aspectos botanico, zoologico, geografico y antropologico- que lo que el desdenaba como la exploracion de «esteriles regiones de hielo perpetuo».50 Y le contrariaba la popularidad de la que gozaban los exploradores polares entre el publico y la extraordinaria financiacion que recibian. Murray, por su parte, estaba seguro de que su viaje con Shackleton -un viaje mas publicitado que ninguno de los que Fawcett habia emprendido hasta entonces- elevaba su persona por encima del hombre al cargo de su ultima expedicion.

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