Una noche, cuando llegaban al campamento, Fawcett, Murray y los demas estaban tan debiles que la mayoria se desplomo en el suelo sin extender las hamacas. Mas tarde, Fawcett, al parecer percibio la atmosfera de desesperacion y, teniendo en cuenta su enorme experiencia como explorador, trato de fomentar la alegria. Saco una flauta de su mochila y toco «The Calabar», una cancion tradicional irlandesa de humor negro acerca de un naufragio. Y la canto:
Hacia treinta anos que Murray no la oia y empezo a cantarla, al igual que Costin, que tambien saco su flauta. Manley escuchaba, mientras el sonido de sus voces e instrumentos sofocaban el aullido de los monos y el zumbido de los mosquitos. Por un momento parecieron, si no felices, si al menos capaces de mofarse de la perspectiva de su propia muerte.
– ?No tienes derecho a estar cansado! -espeto Fawcett a Murray.
Iban a bordo de dos balsas que habian construido para remontar el rio Heath. Murray habia dicho que queria esperar a una embarcacion que los seguia, pero Fawcett creyo que se trataba de otra excusa para descansar. Tal como Costin habia advertido, las disputas internas eran habituales en condiciones tan deplorables, y suponian quiza la principal amenaza para la supervivencia de la partida.60 Durante la primera expedicion europea al Amazonas, a principios de la decada de 1540, sus integrantes fueron acusados de abandonar a su comandante con la «mayor crueldad de que los infieles han dado muestra jamas».61 En 1561, miembros de otra expedicion a Sudamerica mataron a punaladas a su jefe mientras este dormia, y luego, no mucho tiempo despues, asesinaron al hombre a quien habian elegido para reemplazarle. Fawcett tenia su propia vision del motin: habia advertido a un amigo, tiempo atras, que «todas las partidas tienen un Judas».62
Los dias transcurrian y las tensiones entre Fawcett y Murray iban en aumento. Habia algo en el hombre a quien Costin llamaba en tono reverencial «jefe» que atemorizaba a Murray. Fawcett esperaba que «todos los hombres hicieran tanto como pudieran» y adoptaba «una actitud despectiva» con aquellos que sucumbian ante el miedo. (En una ocasion, Fawcett lo definio como «la fuerza motriz de todo mal»63 que habia «excluido a la humanidad del Jardin del Eden».) Cada ano que pasaba en la jungla parecia endurecerlo mas e intensificar su fanatismo, como el soldado que lleva demasiado tiempo en el campo de batalla. Raramente abria un sendero en la selva; por el contrario, arremetia con el machete en todas las direcciones, como si le estuvieran picando abejas. Se pintaba la cara con pigmentos de colores brillantes que extraia de las bayas, como un guerrero indio, y hablaba abiertamente de convertirse en un nativo. «No hay ninguna deshonra en esto -afirmo en
Fawcett, que parecia enfocar cada viaje como si de un rito budista de purificacion se tratase, creia que la expedicion no llegaria a ningun puerto con Murray en ella. El biologo no solo no estaba preparado para el Amazonas, sino que ademas minaba la moral de los demas con sus constantes quejas. Murray, que habia servido a las ordenes de Shackleton, creia que podia cuestionar la autoridad de Fawcett. En una ocasion, mientras vadeaban un rio con una balsa cargada de equipamiento, lo arrastro la corriente. Prescindiendo de las instrucciones de Fawcett, Murray se aferro al borde de la balsa, amenazando con volcarla. Fawcett le ordeno que se soltara y que nadara hasta la orilla, pero el se nego, lo que confirmo, segun palabras de Fawcett, que era «un blando afeminado».
Fawcett pronto empezo a sospechar del cientifico por algo mas grave que la cobardia: el robo. Ademas de los caramelos, otras provisiones comunitarias habian desaparecido. Era uno de los delitos mas graves. «En una expedicion de estas caracteristicas, el hurto de comida sigue al asesinato en la jerarquia de crimenes y es de ley castigarlo como tal»,66 afirmo Theodore Roosevelt con referencia a su viaje al Amazonas de 1914. Cuando Fawcett se enfrento a Murray al respecto de esta cuestion, el biologo se mostro indignado. «Les dije lo que habia comido -escribio con acritud, y anadio-: Al parecer, lo mas honroso habria sido morir de hambre.» No mucho tiempo despues, Costin sorprendio a Murray con maiz que parecia proceder de las reservas de comida para etapas posteriores del viaje.
– ?De donde has sacado eso? -le pregunto Costin.
Murray contesto que era suyo, que formaba parte de sus provisiones personales.
Fawcett ordeno que, puesto que Murray habia cogido un punado de maiz, no se le permitiera comer el pan que se elaborase con el. Murray senalo que Manley tambien habia comido maiz de sus provisiones personales. Fawcett no se inmuto. Era una cuestion de principios, repuso.
– Si asi era -replico Murray-, eran los principios de un idiota.
Los animos siguieron deteriorandose. Tal como Murray lo describio en una ocasion: «Esta noche no se canta en el campamento».
Manley fue el primero en caer. Su temperatura aumento a cuarenta grados y sufria fuertes convulsiones: habian contraido la malaria. «Es demasiado para mi -susurro a Murray-. No puedo soportarlo.» Incapaz de mantenerse en pie, Manley se tumbo en la lodosa orilla, confiando en que el sol le aliviara la fiebre, aunque aquello poco alivio le aporto.
A continuacion, Costin contrajo la espundia, una enfermedad de sintomas aun mas aterradores. Producida por un parasito que transmiten las moscas de la arena, destruye la carne de alrededor de la boca, la nariz y las extremidades, como si la victima fuera disolviendose poco a poco. «Se va convirtiendo en […] una masa de corrupcion leprosa»,67 dijo Fawcett. En casos raros, se deriva en infecciones secundarias mortales. En el de Costin, la enfermedad acabo alcanzando un estado tan nefasto que Nina Fawcett informo tiempo despues a la Royal Geographical Society de que el hombre «se habia vuelto majara».
Murray, mientras tanto, parecia estar desarmandose literalmente. Uno de los dedos se le inflamo tras rozar una planta venenosa. Luego se le desprendio la una, como si alguien se la hubiese extirpado con unas tenazas. A continuacion, en la mano derecha se le abrio, segun la describio el mismo, «una herida supurante, profunda y muy enferma», que convertia en una «agonia» incluso tender la hamaca. Luego tuvo diarrea. Un dia se desperto y vio que en una rodilla y en un brazo tenia algo que parecian lombrices. Lo examino mas de cerca. Eran gusanos que habian anidado y crecian bajo su piel. Solo en el codo conto cincuenta. «Resulta muy doloroso cuando se mueven, cosa que hacen a todas horas», escribio Murray.
Asqueado, intento, a pesar de las advertencias de Fawcett, envenenarlos. Se introducia en las heridas cualquier cosa -nicotina, sublimado corrosivo, permanganato de potasio- y luego intentaba sacar los gusanos con una aguja o apretando la carne de alrededor. Algunos gusanos murieron por efecto del veneno y empezaron a pudrirsele dentro. Otros alcanzaron los dos centimetros y medio y ocasionalmente asomaban la cabeza de su cuerpo, como el periscopio de un submarino. Era como si se estuvieran apoderando de el las criaturas diminutas que habia estudiado tiempo atras. Su piel desprendia un olor putrido. Tenia los pies hinchados. ?Estaria contrayendo tambien la elefantiasis? «Tengo los pies demasiado grandes para las botas -escribio-. La piel es como pulpa.»
Solo Fawcett parecia tranquilo. Descubrio uno o dos gusanos bajo su piel -una especie de mosca parasitica inocula los huevos en un mosquito que despues deposita las larvas en los humanos-, pero el no los enveneno, y las heridas que le provocaron no se infectaron. Pese al debilitamiento, el grupo siguio avanzando. En un momento dado, oyeron un grito terrorifico. Segun Costin, un puma se habia abalanzado sobre uno de los perros y lo arrastraba hacia la espesura de la selva. «Yendo desarmados, salvo por el machete, era inutil