seguirlo»,68 escribio Costin. Poco despues, el otro perro se ahogo.
Hambrientos, empapados, enfebrecidos, acosados por los mosquitos, el grupo empezo a consumirse por dentro, del mismo modo que los gusanos devoraban el cuerpo de Murray. Una noche, Murray y Manley discutieron agriamente por quien iba a dormir a que lado de la hoguera. Para entonces, Fawcett habia llegado a creer que Murray era un cobarde, un impostor de enfermedades, un ladron y, lo peor de todo, un cancer que se extendia por su expedicion. En su opinion, no se trataba de si la lentitud de Murray podia provocar el fracaso de la expedicion, sino de si llegaria incluso a impedir que esta regresara.
Murray creia que Fawcett carecia de empatia: «No tiene misericordia para con el hombre enfermo o cansado». Fawcett podia ralentizar el paso para «conceder al debil la oportunidad de sobrevivir», pero se nego a hacerlo. Mientras la partida volvia a avanzar, Murray empezo a obsesionarse con el cernedor de Fawcett, hasta que ya no pudo soportarlo. Abrio su mochila y se deshizo de el, y tambien de la mayor parte de sus pertenencias, incluso de la hamaca y de la ropa. Fawcett le advirtio que necesitaria todo aquello, pero Murray insistio en que estaba intentando salvar la vida, ya que Fawcett se negaba a esperarle.
El peso reducido de la mochila permitio a Murray avanzar a paso mas ligero, pero sin la hamaca se vio obligado a dormir en el suelo bajo la lluvia torrencial y envuelto en chinches. «Para entonces, el biologo […] sufria enormemente por las heridas y por no cambiarse de ropa, pues la que llevaba puesta apestaba -escribio Fawcett-. Empezaba a comprender lo insensato que habia sido tirando todo cuanto llevaba en la mochila salvo aquello que iba a necesitar de inmediato, y se fue volviendo taciturno y temeroso -anadio-. Dado que caian tormentas a diario, autenticos diluvios, su estado, lejos de mejorar, empeoro. Yo estaba francamente preocupado por el. Si se le infectaba la sangre, seria hombre muerto, pues nada podia hacerse al respecto.»69
«La perspectiva de salir con vida disminuye; la comida esta a punto de agotarse», escribio Murray en su diario.
El cuerpo de Murray se habia hinchado por efecto del pus, los gusanos y la gangrena; las moscas se arremolinaban a su alrededor como si ya fuese un cadaver. Con mas de la mitad de la ruta aun por cubrir, habia llegado el momento mas critico: Fawcett habia advertido a todos los miembros de la expedicion que en caso de que enfermaran hasta el punto de no poder continuar se los abandonaria.
Aunque Fawcett se habia preparado para tal contingencia, en realidad nunca la habia puesto en practica, y consulto con Costin y con Manley mientras Murray los miraba con expresion apesadumbrada. «Esta noche ha habido una curiosa discusion en el campamento sobre la posibilidad de abandonarme -escribio Murray-. Al viajar por la selva despoblada, sin mas recursos que los que uno puede llevar consigo, todo hombre comprende que si enferma o no puede seguir el paso al grupo debe asumir las consecuencias. Los demas no pueden esperar y morir con el.» Aun asi, Murray creia que estaban bastante cerca de un puesto fronterizo donde podrian dejarle. «Esta serena aceptacion de la predisposicion a abandonarme […] resultaba extrana viniendo de un ingles, aunque no me sorprendio, porque ya habia calibrado su caracter mucho tiempo antes.»
Al final, Fawcett, con su habitual impetuosidad, dio un paso que para el era casi tan radical como dejar morir a un hombre: desvio el rumbo de su mision, al menos lo bastante para intentar sacar a Murray de alli. Con acritud y a reganadientes, busco el asentamiento mas proximo. Ordeno a Costin que se quedara con Murray y garantizara su evacuacion. Segun Costin, Murray dio muestras de delirio. «No detallare los metodos de fuerza fisica que tuve que adoptar con el -recordo Costin tiempo despues-. Bastara con decir que le quite el revolver para que no pudiese dispararme […]. Pero era la unica alternativa a dejarle morir alli.»70
Finalmente, la partida encontro a un hombre de la frontera a lomos de una muia que prometio intentar llevar al biologo de vuelta a la civilizacion. Fawcett ofrecio a Murray dinero para comida, pese a que la enemistad entre ambos aun persistia. Costin le dijo a Murray que confiaba en que las duras palabras que se habian intercambiado en la jungla pudieran olvidarse. Luego miro su rodilla infectada. «?Sabe? Esa rodilla esta mucho peor de lo que cree»,71 le dijo.
Murray dedujo de su actitud que Costin y los demas esperaban que muriese, que no esperaban volver a verlo. Los hombres lo cargaron sobre la muia. Sus extremidades, al igual que la rodilla, habian empezado a segregar una sustancia fetida. «Es sorprendente la cantidad que sale del brazo y de la rodilla -escribio Murray-. La sustancia del brazo es muy inflamatoria y hace que todo el antebrazo se me enrojezca y duela mucho. La de la rodilla es mas copiosa; se derrama en regueros desde media docena de orificios y me empapa las medias.» Apenas podia sentarse sobre la muia. «Me encuentro mas enfermo que nunca, la rodilla muy mal, el talon muy mal, los rinones afectados por la comida o el veneno, y tengo que orinar con frecuencia.» Se preparo para morir: «He pasado en vela toda la noche preguntandome como sera el final, y si es justificable hacerlo mas facil, con farmacos o por algun otro medio»; una alusion al suicidio. Proseguia: «No puedo decir que me asuste el final en si, pero me pregunto si sera muy dificil». Fawcett, Manley y Costin, mientras tanto, siguieron avanzando, tratando de llevar a cabo al menos parte de la mision. Un mes despues, cuando salieron de la jungla en Cojata (Peru), no tuvieron noticia de Murray. Habia desaparecido. Mas tarde, en La Paz, Fawcett envio una carta a la Royal Geographical Society:
Murray, lamento decirlo, ha desaparecido […]. El gobierno de Peru esta poniendo en marcha una investigacion, pero temo que debio de sufrir un accidente en las peligrosas pistas de la cordillera, o que habra muerto por el camino a consecuencia de la gangrena. El ministro britanico esta al corriente y no comunicara nada a la familia a menos que haya una noticia concluyente, en un sentido u otro, o se abandone toda esperanza de su existencia.72
Tras senalar que Manley tambien habia estado a punto de morir, Fawcett concluia: «Yo estoy bien y en forma, pero necesito un descanso».
Y entonces, milagrosamente, Murray surgio de la selva. Resulto ser que, despues de mas de una semana, habia conseguido, con la muia y el colono, llegar a Tambopata, un puesto situado en la frontera entre Bolivia y Peru y compuesto por una sola casa; alli, un hombre llamado Sardon y su familia lo habian cuidado durante semanas. Lentamente le extirparon «una buena cantidad de gusanos muertos, grandes y gordos», le desinfectaron las heridas y lo alimentaron. Cuando estuvo lo bastante fuerte, lo subieron a lomos de una muia y lo enviaron a La Paz. Por el camino, leyo «pesquisas sobre el senor Murray, presuntamente muerto en esta region». Llego a La Paz a principios de 1912. Su aparicion impacto a las autoridades, que descubrieron que no solo estaba vivo sino tambien furioso.
Murray acuso a Fawcett de haber intentado asesinarle, y le encolerizo saber que habia insinuado que era un cobarde. Keltie informo a Fawcett: «Me temo que existe la posibilidad de que el asunto sea puesto en manos de un abogado de renombre. James Murray tiene amigos poderosos y acaudalados que le respaldan».73 Fawcett insistio: «Todo cuanto, humanamente hablando, podia hacerse por el se hizo […]. Estrictamente hablando, su condicion fue consecuencia de habitos insalubres, insaciabilidad por la comida y excesiva parcialidad por el licor fuerte, todo lo cual resulta suicida en tales lugares. -Fawcett anadio-: Le profeso poca compasion. Sabia en detalle que era lo que iba a tener que soportar y que en viajes pioneros de este tipo no puede permitirse que las enfermedades y los accidentes comprometan la seguridad de la partida. Todo el que va conmigo comprende esto claramente de antemano. Fue el hecho de que el y el senor Manley estuvieran enfermos lo que me impelio a abandonar el viaje proyectado. Que se sintiera despachado de forma algo cruel […] fue una cuestion de racionamiento de la comida y de la necesidad de salvar su vida, al respecto de la cual el mismo tendia a mostrarse pesimista».74 Costin estaba dispuesto a testificar a favor de Fawcett, como tambien Manley. La Royal Geographical Society, tras examinar las pruebas iniciales, dedujo que Fawcett «no desatendio a Murray, sino que hizo cuanto pudo por el dadas las circunstancias».75 Sin embargo, la Royal Society suplico a Fawcett que dejara reposar el asunto con discrecion antes de que se convirtiera en un escandalo nacional. «Estoy seguro de que no desea ningun mal a Murray y, ahora que ambos se encuentran en un clima templado, creo que deberian tomar medidas para llegar a un entendimiento»,76 dijo Keltie.
Se desconoce si fue Fawcett quien presento sus disculpas a Murray o este a Fawcett, pero todos los detalles de la contienda se hicieron publicos, entre ellos lo cerca que habia estado Fawcett de abandonar a su compatriota en la jungla. Costin, mientras tanto, era para entonces el unico que seguia al borde de la muerte. La espundia empeoraba rapidamente, agravada por otras posibles infecciones. «Por el momento han sido incapaces de curarle -informo Fawcett a Keltie-, pero esta sometido a un tratamiento nuevo y particularmente doloroso en la Escuela de Medicina Tropical [de Londres]. Confio sinceramente en que se recupere.»77 Tras visitar a Costin, un alto cargo de la RGS dijo a Fawcett en una carta: «Que atroz estampa es el pobre hombre».78