general se esta quedando sin espacio».48 Y, aunque Fawcett seguia siendo una leyenda, la mayoria de los nuevos especialistas cuestionaban su teoria de Z. «No consigo inducir a los cientificos a aceptar siquiera la suposicion de que existen indicios de la existencia de una civilizacion ancestral»49 en el Amazonas, escribio Fawcett en sus diarios.
Algunos colegas habian dudado de su teoria de Z, ante todo por razones biologicas: los indigenas eran fisicamente incapaces de crear una civilizacion compleja. Ahora muchos de los cientificos de nueva generacion dudaban por razones medioambientales: el entorno fisico del Amazonas era demasiado inhospito para que tribus primitivas erigieran ningun tipo de sociedad sofisticada. El determinismo biologico habia ido dando paso al determinismo medioambiental. Y el Amazonas -el gran «paraiso ilusorio»- era la prueba mas concluyente de los limites malthusianos que el entorno imponia a las civilizaciones.
Para muchos componentes de la elite cientifica, las cronicas de los primeros buscadores de El Dorado que Fawcett citaba confirmaban que no era sino un «aficionado». Un articulo publicado en la
Fawcett protesto ante Keltie: «Recuerde que soy un sano entusiasta y no un excentrico cazador del snark»,54 una referencia al animal imaginario del poema de Lewis Carroll. (Segun el poema, los cazadores del snark con frecuencia «desaparecen, / y nunca se los vuelve a ver».)
En el seno de la RGS, Fawcett conservaba una faccion fiel de partidarios, entre ellos Reeves y Keltie, quien en 1921 se erigio en vicepresidente de la Royal Society. «No se preocupe por lo que la gente diga de usted y de sus presuntos 'cuentos chinos' -le dijo Keltie-. Eso no importa. Hay mucha gente que cree en usted.»55
Fawcett podria haber persuadido a sus detractores con tacto y delicadeza, pero, tras muchos anos en la jungla, se habia convertido en una de sus criaturas. No se vestia con elegancia y en su casa preferia dormir en una hamaca. Tenia los ojos hundidos en las cuencas, como un profeta del dia del Juicio Final, e, incluso para los excentricos de la RGS, habia algo vagamente aterrador en lo que un alto cargo denomino sus modales «mas bien extranos».56 Despues de que por la Royal Society circulasen informes de que era demasiado temperamental, demasiado incontrolable, Fawcett se quejo al cuerpo directivo: «No pierdo los nervios. No soy tempestuoso por naturaleza»,57 si bien su protesta sugeria que seguia acumulando resentimiento.
En 1920, despues de Ano Nuevo, Fawcett invirtio los pocos ahorros de que disponia para trasladar a su familia a Jamaica, arguyendo que queria que sus hijos tuvieran «una oportunidad de crecer en el ambiente varonil del Nuevo Mundo».58 Aunque su hijo Jack, de dieciseis anos de edad, tuvo que dejar la escuela, estaba encantado porque Raleigh Rimell tambien se mudo alli con su familia tras la muerte de su padre.
Mientras Jack trabajaba como peon en un rancho, Raleigh se dejaba la piel en una plantacion de la United Fruit Company. Por la noche, los dos solian encontrarse y planear su incandescente futuro: irian a Ceilan a desenterrar el tesoro de Galla-pita-Galla y recorrerian el Amazonas en busca de Z.
Aquel febrero, Fawcett volvio a partir rumbo a Sudamerica, con la esperanza de conseguir financiacion del gobierno brasileno. El doctor Rice, cuyo viaje de 1916 habia concluido de forma prematura debido a la entrada de Estados Unidos en la guerra, estaba de vuelta en la jungla, cerca del Orinoco, en una region situada al norte de una zona que Fawcett tenia como objetivo y de la que durante siglos se habia especulado que podia ser una de las posibles ubicaciones de El Dorado. Como era habitual en el, el doctor Rice viajo con una partida numerosa y bien armada, que raramente se alejaba de los rios principales. Siempre obsesionado con los artilugios, habia disenado una embarcacion de casi catorce metros de eslora para superar, segun sus palabras, «la dificultad de los rapidos, las corrientes fuertes, las rocas sumergidas y las aguas poco profundas».59 La embarcacion fue transportada hasta Manaos por piezas, del mismo modo que se habia hecho con la opera, y montada alli por obreros que trabajaron dia y noche. El doctor Rice la bautizo como
Una tarde, en el campamento, cogio la caja y la coloco con cuidado sobre una mesa improvisada. Tras ponerse unos auriculares y hacer girar los diales mientras las hormigas le subian por los dedos, oyo sonidos vagos y crepitantes, como si alguien estuviera susurrando desde detras de los arboles…, solo que las senales llegaban, nada mas y nada menos, que desde Estados Unidos. El doctor Rice habia contactado con sus emisores por medio de un equipo de radiotelegrafia -una temprana radio- equipada especialmente para la expedicion. El dispositivo habia costado alrededor de seis mil dolares, el equivalente actual de unos sesenta y siete mil dolares.
Todas las noches, bajo las gotas de lluvia que se desprendian de las hojas y los monos que se balanceaban en las ramas, el doctor Rice montaba el aparato y escuchaba las noticias: que el presidente Woodrow Wilson habia sufrido una apoplejia, que los Yankees habian comprado a Babe Ruth a los Red Sox por ciento veinticinco mil dolares… Aunque la maquina no podia enviar mensajes, captaba senales que indicaban la hora del dia en diferentes meridianos de todo el planeta, lo cual permitia al doctor Rice calcular la longitud con mayor precision. «Los resultados […] excedieron con creces a las expectativas», comento John W. Swanson, un miembro de la expedicion que ayudaba a hacer funcionar la radio. «Las senales de la hora se recibian alli donde lo deseabamos, y un diario que se elaboraba y publicaba con noticias recibidas desde estaciones de radio ubicadas en Estados Unidos, Panama y Europa mantenia perfectamente informados de los acontecimientos a los miembros de la expedicion.»60
La partida siguio el Casiquiare, un canal natural de trescientos veintidos kilometros que conectaba los sistemas fluviales del Orinoco y del Amazonas. En un punto determinado, el doctor Rice y sus hombres abandonaron las embarcaciones y siguieron a pie para explorar una parte de la jungla en la que, segun se rumoreaba, habia artefactos indigenas. Tras abrirse paso a lo largo de apenas ochocientos metros, encontraron varias rocas inmensas con curiosas marcas. Los hombres se apresuraron a rascar el musgo y a retirar las enredaderas. El frontal de las rocas estaba pintado con figuras que semejaban animales y cuerpos humanos. Sin tecnologia mas moderna (no se dispuso de la datacion por radiocarbono hasta 1949) era imposible determinar su antiguedad, pero eran muy similares a las pinturas de aspecto ancestral que Fawcett habia visto en rocas y habia reproducido en sus cuadernos de bitacora.
La expedicion, emocionada, regreso a la embarcacion y siguio remontando el rio. El 22 de enero de 1920, dos miembros del equipo del doctor Rice investigaban en la orilla cuando creyeron advertir que alguien los observaba. Regresaron al campamento a toda prisa e hicieron correr la alarma. En un instante, los indigenas se desplegaron en la orilla opuesta del rio. «Un individuo alto, corpulento, oscuro y horrendo gesticulaba violentamente y no dejaba de gritar airado -escribio mas tarde el doctor Rice en un informe para la RGS-. Una mata de pelo densa y corta adornaba su labio superior, y un diente grande colgaba del inferior. Era el jefe de una banda de la que en un principio se veian unos sesenta miembros, pero con cada minuto que pasaba iban apareciendo mas, hasta que la ribera quedo repleta de ellos hasta donde alcanzaba la vista.»61
Llevaban largos arcos, flechas, garrotes y cerbatanas. Lo mas sorprendente, sin embargo, era su piel. Era casi «de color blanco», afirmo el doctor Rice. Se trataba de la tribu de los yanomami, uno de los grupos de los llamados «indios blancos».
Durante sus expediciones anteriores, el doctor Rice habia adoptado una actitud precavida y paternalista cuando contactaba con tribus. Mientras que Fawcett creia que los indigenas, en su mayor parte, debian permanecer «no contaminados» por los occidentales, el doctor Rice opinaba que debian ser «civilizados», y el y su esposa crearon una escuela en Sao Gabriel, junto al rio Negro, asi como varios centros medicos gestionados por misioneros cristianos. Tras una visita a la escuela, el doctor Rice dijo a la RGS que el cambio en «la vestimenta, los modales y la apariencia general» de los ninos y «la atmosfera de orden y diligencia» estaban en «notable contraste con la misera aldea de pequenos salvajes desnudos»62 que habia sido en el pasado.
Mientras los yanomami se acercaban a ellos, los hombres del doctor Rice permanecieron en guardia