concepto de que los indios sufrian la constante amenaza de la inanicion. En la pubertad, los chicos y las chicas eran sometidos a un prolongado aislamiento, durante el cual un anciano les ensenaba los rituales y las responsabilidades propias de la edad adulta. (El hijo, que por sucesion devendria jefe, era recluido hasta cuatro anos.) Dyott, durante su viaje por el Xingu con Aloique, paso por la aldea kalapalo y quedo tan impresionado con lo que vio que escribio: «Hay motivos para creer que las historias de Fawcett sobre una civilizacion olvidada estan basadas en hechos».2

Pregunte a Vajuvi si los pobladores de la region, conocidos como «xinguano», descendian de una civilizacion mas grande, o si existian ruinas significativas por los alrededores. Nego con la cabeza. Sin embargo, segun la leyenda, el espiritu Fitsi-fitsi construyo fosos gigantes en la zona. («En todos los lugares a los que iba y que le parecian agradables para establecerse, Fitsi-fitsi cavaba zanjas enormes y profundas y dejaba a parte de su gente alli, y el seguia viajando.»)3

Mientras Vajuvi, Paolo y yo charlabamos, un hombre llamado Vanite Kalapalo entro en la casa y se sento a nuestro lado. Parecia apesadumbrado. Su trabajo, dijo, consistia en vigilar uno de los puestos de la reserva. Unos dias antes, un indio se le habia acercado y le habia dicho: «Escucha, Vanite. Tienes que descender conmigo por el rio. La gente blanca esta construyendo algo en Afasukugu». El nombre Afasukugu significaba «el lugar de los grandes gatos»; en aquel enclave, segun creen los xinguano, fueron creados los primeros humanos. Vanite cogio una varilla y dibujo un plano en el suelo de barro.

– Aqui esta Afasukugu -explico-, al lado de esta cascada.

– Esta fuera del parque -puntualizo Vajuvi, el jefe-, pero es un lugar sagrado.

Recorde que Fawcett habia mencionado en una de sus ultimas cartas que habia sabido por los indios de una cascada sagrada en aquella misma zona, y que esperaba poder visitarla.

Vanite prosiguio con su historia:

– Y yo le dije: «Ire contigo a Afasukugu, pero estas loco. Nadie construiria nada en el lugar de los jaguares». Pero cuando llegue alli, vi que habian destrozado la cascada. La habian volado con treinta kilos de dinamita. El lugar era tan hermoso…, y ahora ha desaparecido. Entonces pregunto a un hombre que trabaja alli: «?Que estais haciendo?». El me dice: «Estamos construyendo una presa hidroelectrica».

– Esta en mitad del rio Kuluene -preciso Vajuvi-. Todo el agua que llega a nuestro parque y a nuestro territorio proviene de alli.

Vanite, que empezaba a inquietarse, no parecia oir a su jefe.

– Un hombre del gobierno del Mato Grosso viene al Xingu y nos dice: «No os preocupeis. Esta presa no os perjudicara». Y nos ofrece a todos dinero. Uno de los jefes de otra tribu acepta el dinero, y las tribus ahora luchan entre si. Para mi, el dinero no significa nada. El rio ha estado alli miles de anos. Nosotros no vivimos para siempre, pero el rio si. El dios Taugi lo creo. El rio nos da nuestra comida, nuestras medicinas. ?Lo ve?, nosotros no tenemos un pozo. Bebemos el agua directamente del rio. ?Como viviremos sin el?

– Si se salen con la suya, el rio desaparecera, y, con el, todo nuestro pueblo -comento Vajuvi.

De pronto, la busqueda de Fawcett y de la Ciudad de Z parecia trivial: otra tribu estaba a punto de extinguirse. Pero mas tarde, aquella misma noche, despues de banarnos en el rio, Vajuvi dijo que habia algo que tenia que decirnos a Paolo y a mi sobre los ingleses. Nos prometio que al dia siguiente nos llevaria en barca hasta donde se habian encontrado los restos de Fawcett.

– Hay muchas cosas de los ingleses que tan solo sabe el pueblo kalapalo -anadio antes de acostarse.

A la manana siguiente, mientras nos preparabamos para partir, una de las chicas que vivia en aquella casa retiro la tela que cubria un objeto grande situado en un rincon de la estancia, cerca de una serie de mascaras. Debajo habia un televisor que funcionaba con el unico generador del poblado.

La chica giro un boton, se sento en el suelo de barro y se puso a ver unos dibujos animados de un estridente pajaro parecido al Pajaro Loco. En cuestion de minutos, al menos otros veinte ninos y varios adultos del poblado se habian congregado alrededor del aparato.

Cuando Vajuvi vino a buscarnos, le pregunte cuanto tiempo hacia que tenian el televisor.

– Pocos anos -contesto-. Al principio, lo unico que hacian todos era mirarlo como si estuvieran en trance. Pero ahora yo controlo el generador, y solo funciona unas horas a la semana.

Varios de los hombres que miraban la television cogieron sus arcos y sus flechas y salieron a cazar. Mientras tanto, Paolo y yo seguimos a Vajuvi y a uno de sus hijos, que tenia cinco anos, hasta el rio.

– He pensado que cazaremos el almuerzo, al modo de los kalapalo -dijo Vajuvi.

Subimos a una de las fuerabordas y nos dispusimos a remontar el rio. La bruma que cubria la selva fue disipandose lentamente a medida que el sol ascendia. El rio, oscuro y lodoso, se estrechaba en algunos tramos hasta convertirse en una especie de tobogan, tan angosto que las ramas de los arboles colgaban sobre nuestras cabezas como puentes. Al fin accedimos a una pequena ensenada cubierta por una marana de hojas flotando.

– La laguna verde -anuncio Vajuvi.

Apago el motor y la barca se deslizo en silencio por el agua. Los estorninos de pico amarillo revoloteaban entre los palisandros y los cedros, y las golondrinas zigzagueaban sobre la laguna, pequenas motas brillantes sobre el manto verde. Un par de guacamayos cacareaban y gritaban, y en la orilla los venados permanecian tan inmoviles como el agua. Un pequeno caiman se escabullo ribera arriba.

– Siempre hay que tener cuidado en la selva -dijo Vajuvi-. Yo escucho mis suenos. Si tengo un sueno donde acecha el peligro, me quedo en el poblado. Los blancos sufren muchos accidentes por no creer en sus suenos.

Los xinguano eran famosos por pescar con arcos y flechas. Se colocaban en silencio en la parte frontal de la canoa, en una actitud que Jack y Raleigh habian fotografiado emocionados, para enviar luego las imagenes al Museum of the American Indian. Vajuvi y su hijo, sin embargo, cogieron hilos de pescar y cebaron los anzuelos. Luego los hicieron girar sobre sus cabezas a modo de lazos y los arrojaron al centro de la laguna.

Mientras tiraba del hilo, Vajuvi senalo la orilla y dijo:

– Alli arriba fue donde se desenterraron los restos. Pero no eran de Fawcett, eran de mi abuelo.4

– ?Su abuelo? -pregunte.

– Si. Mugika, asi se llamaba. Ya estaba muerto cuando Orlando Villas Boas empezo a preguntar por Fawcett. Orlando queria protegernos de todos los blancos que venian, y dijo al pueblo kalapalo: «Si encontrais un esqueleto largo, os regalare un rifle a cada uno». Mi abuelo habia sido uno de los hombres mas altos del poblado, asi que varios decidieron desenterrar sus restos, enterrarlos aqui, junto a la laguna, y decir que eran de Fawcett.

Mientras hablaba, el hilo de su hijo se tenso. Vajuvi ayudo al nino a tirar de el y un pez de color blanco plateado emergio del agua, sacudiendose con furia en el anzuelo. Me incline para inspeccionarlo, pero Vajuvi me aparto de en medio y empezo a golpearlo con un palo.

– Pirana -dijo.

Observe el pez que yacia en el suelo de aluminio de la barca. Vajuvi le abrio la boca con un cuchillo y dejo a la vista una ristra de dientes afilados y engranados, unos dientes que los indigenas en ocasiones empleaban para rasgarse la carne en rituales de purificacion. Tras arrancarlo del anzuelo, prosiguio:

– Mi padre, Tadjui, estaba ausente en aquel momento y se puso furioso cuando supo lo que el pueblo habia hecho. Pero ya se habian llevado los restos.

Otra prueba parecia corroborar su historia. Tal como Brian Fawcett observo entonces, muchos de los kalapalo referian versiones contradictorias de como los exploradores habian sido asesinados: algunos decian que habian muerto apaleados, otros sostenian que les habian disparado flechas desde la distancia. Ademas, los kalapalo insistian en que Fawcett habia sido asesinado porque no habia llevado regalos y habia abofeteado a un nino kalapalo, algo poco creible dado que Fawcett siempre se mostro amable con los indios. Mas significativo resulto ser un memorandum interno que encontre tiempo despues en los archivos del Royal Anthropological Institute de Londres, donde constaban los resultados del examen de los restos. En el se afirmaba:

La mandibula superior constituye la prueba mas evidente de que estos restos humanos no pertenecen al coronel Fawcett, de quien afortunadamente se conservan piezas dentales de la mandibula superior para poder comparar […]. Se sabe que el coronel Fawcett media un metro ochenta y dos. La estatura del hombre cuyos restos han sido traidos a Inglaterra se estima en aproximadamente un metro setenta y cuatro

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