centimetros.5

– Me gustaria recuperar los restos y enterrarlos donde les corresponde -dijo Vajuvi.

Despues de pescar media docena de piranas, volvimos a la orilla. Vajuvi recogio varias ramas finas e hizo una hoguera. Sin quitarles la piel, coloco las piranas sobre la madera y las aso, primero por un costado y despues por el otro. Una vez asadas, las puso sobre un lecho de hojas y separo la carne de la espina; luego la envolvio en beiju, una especie de panqueques hechos con harina de mandioca, y nos tendio un «sandwich» a cada uno. Mientras comiamos, dijo:

– Les dire lo mismo que mis padres me dijeron a mi sobre lo que en realidad les ocurrio a los ingleses. Es cierto que estuvieron aqui. Eran tres, y nadie sabia quienes eran ni por que habian venido. No llevaban animales, cargaban con fardos a la espalda. Uno, que era el jefe, era viejo, y los otros dos, jovenes. Tenian hambre y estaban cansados de tanto caminar, y la gente del poblado les dio pescado y beiju. A cambio de su ayuda, los ingleses les ofrecieron anzuelos, algo que nadie habia visto nunca. Y cuchillos. Al final, el viejo dijo: «Ahora debemos irnos». La gente les pregunto: «?Adonde vais?». Y ellos contestaron: «Por alli. Hacia el este». Nosotros dijimos: «Nadie va alli. Alli es donde estan los indios hostiles. Os mataran». Pero el viejo insistio. Y se marcharon. -Vajuvi senalo hacia el este y sacudio la cabeza-. En aquellos tiempos, nadie iba alli.

Durante varios dias, prosiguio Vajuvi, los kalapalo vieron columnas de humo entre los arboles -las hogueras de los campamentos de Fawcett-, pero el quinto dia desaparecieron. Vajuvi dijo que un grupo de kalapalo, temiendo que les hubiera ocurrido algo, buscaron su campamento. Pero no habia ni rastro de los ingleses.

Mas tarde supe que lo que sus padres le habian contado era un relato oral, que se habia transmitido de generacion en generacion con notable coherencia. En 1931, Vincenzo Petrullo, un antropologo que trabajaba para el Pennsylvania University Museum de Filadelfia y uno de los primeros blancos que accedieron al Xingu, informo haber oido una historia similar. Sin embargo, existian otras versiones de lo sucedido mucho mas sensacionalistas, de modo que pocos le prestaron atencion. Unos cincuenta anos despues, Ellen Basso,6 antropologa de la Universidad de Arizona, registro una version mas detallada de un kalapalo llamado Kambe, que tan solo era un nino cuando Fawcett y su partida llegaron al poblado. Tradujo su relato directamente de la lengua kalapalo, respetando los ritmos epicos de las historias orales de la tribu:

Uno de ellos se quedo apartado.

Mientras cantaba, tocaba un instrumento musical.

Su instrumento musical funcionaba asi, asi…

El cantaba y cantaba.

Me rodeo con un brazo, asi.

Mientras tocaba, nosotros mirabamos a los cristianos.

Mientras tocaba.

El padre y los otros.

Y entonces: «Voy a tener que irme», dijo.

Kambe tambien se refirio al humo que habian visto:

«Alli esta el fuego cristiano», nos deciamos unos a otros.

Eso ocurria mientras se ponia el sol.

Al dia siguiente, mientras se ponia el sol, volvio a alzarse su fuego.

Al dia siguiente otra vez, solo un poco de humo dispersandose en el cielo.

Este dia, mbouk, su fuego habia desaparecido…

Era como si el fuego de los ingleses ya no estuviera vivo, como si lo hubiesen apagado.

«?Que pena! ?Por que insistieron tanto en irse?»

Cuando Vajuvi concluyo su version del relato oral, comento:

– La gente siempre dice que los kalapalo mataron a los ingleses, pero nosotros no hicimos eso. Nosotros intentamos salvarlos.

24. El otro mundo

La habitacion estaba a oscuras. Nina Fawcett, sentada a un lado de la mesa; al otro, una mujer con la mirada fija en una bola de cristal. Tras anos de buscar a su esposo y a su hijo en este mundo, Nina habia empezado a buscarlos en otra dimension.

Se rodeo de videntes y adivinos, muchos de los cuales le enviaron largas cartas donde le detallaban sus intentos de contactar con los exploradores. En una ocasion, una medium le dijo que habia percibido una presencia en la sala y que, tras alzar la mirada, habia visto a Fawcett de pie junto a la ventana. La medium dijo a Nina que le habia preguntado: «?Esta vivo o muerto?», y que Fawcett se habia reido y le habia contestado: «?No puede ver que estoy vivo?». Y que habia anadido: «Transmitale mi amor a Nina y digale que estamos bien».1

Otra medium informo que habia visto a un joven con una larga barba flotando frente a ella. Era Jack. «Algun dia nos veremos», dijo. Y luego desaparecio, dejando «un agradable aroma tras de si».2

El hermano de Fawcett, Edward, refirio a la RGS la obsesion de Nina por lo oculto: «Su vida transcurre con mas fluidez asi».3

No era la unica que habia recurrido a los videntes para encontrar respuestas a lo que el mundo visible se negaba obcecadamente a revelar. En la ultima etapa de su vida, Reeves, mentor de Fawcett en la RGS, habia conmocionado a sus colegas haciendose espiritista, o lo que en ocasiones se denominaba «investigador espiritual». En la decada de 1930 asistio a sesiones de espiritismo en busca de indicios sobre la suerte de Fawcett.4 Lo mismo hizo sir Ralph Paget, amigo del explorador y antiguo embajador en Brasil. A principios de la decada de 1940, mientras asistia a una reunion en Seaford (Inglaterra), en casa de la vidente Nell Montague, Paget coloco una carta de Fawcett sobre la bola de cristal de la medium. Montague afirmo ver tres siluetas blancas titilantes. Una yacia inmovil en el suelo. Otra, de mayor edad, respiraba con dificultad y se aferraba a un hombre de pelo largo y barba. La bola de pronto se torno roja, como anegada en sangre. Entonces Montague dijo que veia a indios con lanzas y flechas cargando contra los tres hombres blancos. Las personas congregadas en la sala contuvieron el aliento. Por primera vez, Paget sintio que su amigo habia muerto.5

En 1949, Geraldine Cummins, una celebre practicante del «automatismo», metodo por el cual una persona supuestamente entra en trance y transcribe mensajes de los espiritus, describio como Jack y Raleigh fueron asesinados por los indios.6 «?Dolor […], que cese el dolor!»,7 mascullo Raleigh antes de morir. Fawcett, afirmo Cummins, finalmente se sumio en un estado de delirio: «Las voces y los sonidos se transformaron en un murmullo lejano mientras yo caia en el gris de la muerte. Es un momento de horror sobrenatural […], un instante en que el universo parece implacable y la soledad eterna se cierne como el aparente destino del hombre».8

Aunque Nina desestimaba esas informaciones, sabia que se enfrentaba a su propia mortalidad. Incluso antes de la profecia de Cummins, Brian Fawcett, que cuidaba de Nina en Peru, escribio a Joan: «Ciertamente creo que sus dias en la tierra no seran muchos […]. Ella misma es la primera en decir que empieza a flaquear».9 En una ocasion, Nina se desperto a las dos de la madrugada y escribio a Joan que habia tenido la vision de que debia «estar preparada para 'la Llamada' en cualquier momento». Pensaba: «?Te has preguntado alguna vez con sinceridad: '?Tengo miedo de la Muerte y del Mas Alla?'»?. Confiaba en que su muerte fuera facil… «Quiza me ire a dormir y ya no me despertare.»10 Brian dijo a su hermana: «En cierto modo, seria bueno para ella ir alla. Habria algo placido en la idea de dejar sus restos en el mismo continente que su esposo… y su hijo».11

Con su salud cada vez mas deteriorada, Nina dijo a Brian que necesitaba darle algo importante. Abrio el baul

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