Sholund envio un teletipo al Servicio de Archivos del estado. La respuesta llego enseguida: Serena tenia un largo historial delictivo, que incluia robo con escalo, atraco a mano armada y una condena por bigamia. El sospechoso estaba fichado como extranjero residente y como ex convicto residente.

Sholund envio otro teletipo al Departamento de Vehiculos a Motor del estado. Tambien recibio respuesta de inmediato.

Serena tenia un Oldsmobile cupe del 54. Su ultima direccion conocida era Westmoreland 952, Los Angeles.

Como las senas no coincidian con las que Mancilla le habia dado, Sholund decidio interrogar a este, para lo que se dio una vuelta por Airtek.

Mancilla dijo que conocia a Serena desde hacia dos anos; habian trabajado juntos en la empresa y luego habian seguido frecuentandose. Serena era amigo de otros dos tipos de Airtek: Jim Foster y George Erqueja.

Serena habia estado en Mexico recientemente y habia regresado a Los Angeles hacia un mes. Jim Foster le habia encontrado alojamiento en su casa de apartamentos, en Culver City.

Mancilla visito a Serena el 23 de junio, o alrededor de esa fecha. «?Te has enterado de lo que le ha ocurrido a Jean?», le pregunto. Cuando Serena respondio que no, Mancilla le conto que la habian asesinado, lo que no parecio sorprender a aquel.

Serena dijo que el ano anterior habia bailado con Jean en una fiesta campestre de la empresa. «Y me la habria tirado si hubiese querido», anadio.

Siete u ocho dias despues Serena fue a ver a Mancilla a su casa y le pidio que le prestase el coche. Se nego. Esa misma noche Serena regreso para informarle de que se trasladaba a Sacramento.

Sholund localizo a Jim Foster y a George Erqueja en las instalaciones de la empresa. La version de ambos coincidia: Serena se habia trasladado a Sacramento, donde habia encontrado empleo en la compania Aerojet. Sholund volvio al Palacio de Justicia y redacto un informe detallado para Jack Lawton.

El informe llego a Lawton, quien llamo a Aerojet y hablo con el jefe de personal. Este le comento que era muy probable que Salvador Quiroz Serena fuese un trabajador recientemente contratado bajo el nombre de Salvador Escalante. Lawton le dijo que se acercaria por alli para hablar con el, y le pidio que mantuviese el asunto en secreto.

El jefe de personal aseguro que colaboraria. Lawton llamo a Jim Bruton y lo puso al corriente del asunto Escalante. Resolvieron ir juntos a Sacramento esa misma noche. Alquilaron una habitacion en un motel y a la manana del dia siguiente, 17 de julio, se presentaron en Aerojet.

El jefe de seguridad les entrego a Serena, alias Escalante. Lawton y Bruton lo condujeron a la Oficina del Sheriff del condado de Sacramento, donde lo encerraron.

Serena era de constitucion robusta, por lo que no parecia el tipo que buscaban. Explico que el 3 de junio se habia casado en Mexico y que habia regresado a California tres semanas despues, aproximadamente. Mientras conducia por El Centro oyo que en la radio hablaban del asesinato de la enfermera; al dia siguiente hablo de ello con Tito Mancilla, con quien se habia encontrado por casualidad. Segun el, su coartada era su esposa. Pero la mujer no hablaba ingles.

Bruton llamo a la oficina local de la Patrulla de Fronteras y consiguio un interprete. Todos se reunieron en casa de Escalante.

Hablaron con Elena Vivero de Escalante, quien respaldo las palabras de su esposo de forma bastante convincente. El 21 de junio, la pareja se encontraba en Mexico. La mujer corroboro todas las declaraciones de su marido.

El sospechoso quedo en libertad.

Homicidios de la Oficina del Sheriff era una division centralizada. La componian quince sargentos, dos tenientes y un capitan. La sala central de la unidad se encontraba encima del deposito de cadaveres del condado. De vez en cuando, la peste que subia de alli era insoportable.

Los asesinatos a investigar se distribuian por turno rotatorio. No habia equipos fijos; los hombres se agrupaban segun la disponibilidad de cada uno. Era una unidad de elite encargada de los casos complicados de extorsion, bajo las ordenes directas del sheriff Biscailuz. Este enviaba directamente a Homicidios todas aquellas historias sordidas que queria mantener en secreto.

La unidad se encargaba de los suicidios, de los accidentes laborales y de treinta y cinco a cincuenta asesinatos al ano. Doce subcomisarias y un punado de ciudades la proveian de victimas. La mayoria de sus componentes guardaba botellas en el escritorio, bebia en la sala de guardia y visitaba los bares de Chinatown camino de casa.

Ward Hallinen tenia cuarenta y seis anos. Jack Lawton, cuarenta. Sus estilos eran diferentes y, en ocasiones, opuestos.

Ward era conocido como «el Zorro Plateado». Se trataba de un hombre menudo, de ojos azul claro y cabello ondulado y canoso. Llevaba trajes ajustados que le sentaban mejor que al maniqui de un escaparate. Era de hablar suave, sentencioso y meticuloso. No le gustaba portar armas y le disgustaban los aspectos mas rudos de la labor policial. Tambien le desagradaba trabajar con companeros impacientes e irreflexivos. Su suegro era el ex sheriff Traeger. Tenia una hija en el instituto y otra en primer curso de universidad.

Jack era de estatura mediana, corpulento y bastante calvo, asi como tenaz, trabajador y meticuloso. Si uno le caia mal, no dudaba en hacerselo saber. Le gustaban los ninos y los animales y tenia por costumbre rescatar a los perros y gatos que encontraba en la escena de un crimen. Habia hecho sus primeros pasos en homicidios en el Ejercito, investigando los crimenes de guerra japoneses. Le encantaba la seriedad de su trabajo, pues guardaba una relacion profunda con las partes etereas y protectoras de su caracter. Tenia tendencia a perder los estribos. Estaba casado y era padre de tres hijos pequenos.

Ward y Jack se llevaban bien. Sabian hacer concesiones cuando las circunstancias obligaban a ello. Nunca permitian que sus diferencias de estilo echaran a perder un caso.

El asunto Ellroy no avanzaba. No habia modo de dar con la rubia y el hombre moreno.

Los compromisos judiciales interrumpieron sus pesquisas. A Hallinen le adjudicaron el caso de un mexicano, un tal Hernandez, que el 24 de julio habia muerto apunalado. En la escena del crimen se detuvo a tres hispanos. El origen de la reyerta habia sido alguna deuda pendiente entre bandas juveniles o que alguien estaba acostandose con la hermana de otro.

El 1 de agosto la Brigada de Narcoticos de la Oficina del Sheriff recibio una pista sobre el caso Ellroy. La confidente era una enfermera, la senora Waggoner.

La mujer dijo que habia respondido al anuncio de un club de encuentros y habia conocido a un hombre mexicano, llamado Joe el Barbero. Este tenia cuarenta y cinco anos, media un metro sesenta de estatura y pesaba noventa kilos. Conducia un Buick del 55 verde palido. La senora Waggoner estaba liada con Joe el Barbero, quien le conto que vendia marihuana y la incitaba a robar alcaloides del hospital donde trabajaba.

A un agente de Narcoticos le gusto la maniobra de la mujer. Comunico la pista a Homicidios y Joe el Barbero fue interrogado y descartado como sospechoso.

El 3 de agosto llego otra pista al Departamento de Policia de El Monte. La comunicaron en persona dos hombres mexicanos y una mujer blanca.

Dijeron que una noche en que estaban bebiendo en un local mexicano de La Puente conocieron a un tipo que se ofrecio a llevarlos donde quisieran. Era blanco, de entre veinticinco y treinta anos, un metro ochenta de estatura, setenta kilos aproximadamente, cabello castano oscuro y ojos azules. Los tres subieron al Chevrolet Tudor del 39 del individuo, quien los llevo al cauce seco del San Dimas. Una camioneta Ford del 46 se detuvo detras de ellos. El conductor era blanco, treinta anos, un metro ochenta de estatura, noventa kilos de peso, cabello rubio y ojos azules.

Todos se reunieron en el cauce seco. El hombre del Chevrolet agarro a la mujer por el collar y le dijo que, si no andaba con cuidado, terminaria como esa enfermera de El Monte. El tipo de la camioneta hizo su numerito de «odio a los mexicanos». Uno de los hispanos salto sobre el, le dio una paliza y fue tras su companero y la mujer, que habian escapado.

Los comunicantes dejaron sus nombres al oficial de guardia, que realizo un informe a maquina y lo dejo en la bandeja del capitan Bruton.

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