– ?Ella sabe algo!
– ?Y nos lo dira a nosotros, por nuestra cara bonita? Eso ya es cosa de la policia.
– ?Y la otra, Patri? ?Donde puede estar?
– Julia…
– ?Que? -se mostro irritada.
– No hagas de detective.
– Si, ya, de acuerdo, somos periodistas.
– Ni eso.
La irritacion se hizo furia.
– ?Tu de que lado estas? -se enfado.
– Aqui no hay lados, ?recuerdas?
Se puso el casco y espero a que el hiciera lo mismo. Gil arranco la moto y recorrieron la escasa distancia que les separaba del bar
Gil no detuvo la moto frente al callejon en el que habian hablado con Ursula por la manana, ni tampoco en las inmediaciones del bar. Bajo un poco mas y paro a unos veinte metros de la siguiente esquina. Echaron a andar y entraron en la calle en la que nacia el patio de viviendas, con el bar a su izquierda, al que ni siquiera miraron, por si las moscas. Justo en el acceso al callejon vieron un coche impresionante, un Audi de color negro metalizado. Primero no le dieron importancia al detalle, pero al entrar en el lugar para dirigirse a la puerta de la casa de Ursula, se detuvieron en seco.
– Cuidado…
No era necesario que la advirtiera, pero lo hizo y tiro de ella. Los dos se parapetaron en la propia pared de la calle.
La puerta de la vivienda estaba abierta, y tambien la ventana mas proxima, aunque una cortina la cubria parcialmente. Ursula estaba de pie, con los brazos cruzados y la cabeza caida sobre el pecho. Su cara apenas si era visible, pero no mostraba precisamente felicidad, sino mas bien todo lo contrario: ira sazonada con miedo. La negritud con la que se vestia y maquillaba le conferia un aspecto desolado. Frente a ella vieron a un hombre joven, de camiseta blanca muy ajustada, todo musculitos, porque le abultaban los pectorales, los hombros y los brazos. Tenia aspecto de duro, cabello negro mojado, mandibula cuadrada.
– ?De acuerdo? -le decia a Ursula.
– Si.
– ?De acuerdo? -le pego en la cara, no muy fuerte, con la mano abierta.
– ?Si!
– Ursula… -volvio a darle, un poco mas fuerte.
– ?Que si, joder!
El musculitos levanto la mano por tercera vez, y Ursula se encogio sobre si misma a la espera del golpe que no llego, aunque no se protegio con las manos o los brazos. La espera se hizo crispada, ella temerosa y el dejando que la idea del dolor la penetrara. Lentamente, la mano fue bajando de nuevo.
– Se inteligente, ?vale?
La chica no contesto.
– Ursula, no me hagas repetirtelo.
– Lo sere -prometio ella.
– Juralo.
– Te lo juro.
– Di «te lo juro, Lenox», por lo que mas quieras.
– Te lo juro, Lenox.
– Por lo que mas quieras.
– Por mi gata.
El musculitos sonrio. Parecio creerla. Todo el dialogo no habia sido mas que una forma de dominio, una cresta en la ola de la crispacion. Ahora, la mano derecha, la de las bofetadas, llego hasta la cabeza de la chica y se la acaricio. Cada segundo se convirtio en un minuto. Luego bajo por la mejilla hasta llegar a la barbilla, y la obligo a levantarla y mirarle.
– ?Por que te pintas de esta forma? -le pregunto.
– Me gusta.
– Veamos a que sabe…
El llamado Lenox se le acerco despacio y la beso. Ursula continuo inmovil. Luego, el le paso la lengua por los labios. La mano descendio hasta el pecho. Se lo presiono.
Al separarse, nada habia cambiado. Ursula continuaba con la misma expresion de ira y miedo, y el sonreia.
– Buenas tetas -le dijo el-. Pero eso no sabe a nada.
Se aparto de su lado.
Era el fin de la conversacion.
Gil tiro de Julia. Retrocedieron hasta salir de aquel espacio en el que serian descubiertos nada mas aparecer el musculitos. Rebasaron el Audi y corrieron hacia la moto, sin detenerse ni para volver la cabeza. Al llegar a ella, intercambiaron una rapida mirada de complicidad.
No hizo falta decir ni una sola palabra.
Se pusieron los cascos y se montaron en la moto. Lenox ya estaba en el coche. Despacio, enfilo la calle, y ellos hicieron lo propio a unos veinte o veinticinco metros de distancia. No se acercaron mas hasta que otro coche, una camioneta blanca, se interpuso entre ellos y su objetivo.
Afortunadamente, el Audi no acelero en ningun momento.
A los dos minutos, por la direccion tomada, ellos ya sabian casi con toda seguridad hacia donde se dirigia. A no ser que fuera una de aquellas casualidades en las que no creian.
Capitulo 6
Lenox y su Audi aparcaron en la misma entrada del
– ?Que piensas? -fue el primero en hablar.
– No lo se -fue sincera Julia.
– ?Alguna idea?
– ?De periodista, de policia, de detective, de haber visto muchas peliculas?
– Vamos, Julia, aqui esta pasando algo.
– ?Te crees que no lo veo? Debieron de matarla por algo.
– ?Y si su madre les dejo a deber dinero al morir? -senalo hacia el
– No me parece muy probable.
– Pues Ursula, desde luego, esta en el ajo.
Dejaron que sus pensamientos se atemperaran, pero lo unico que consiguieron fue llenarse la cabeza de