rozarlo y concluyo el ultimo ritual.

A continuacion, ya incorporadas, la condujo hasta uno de los pequenos manantiales que fluian de las paredes de la cueva.

– Desnudate.

La obedecio. Ya no eran necesarias mas preguntas. Se quito la ropa y su abuela la lavo, con las manos, solo con agua gelida, cabeza, pecho, vientre, muslos, espalda… Temblo de frio sin llegar a protestar. La toalla era para secarse. Tambien lo hizo la mujer, despacio, frotandole la piel con suavidad para que entrara en calor poco a poco. Su rostro estaba revestido de grave serenidad. Joa volvio a vestirse y regresaron junto al tapiz.

El momento de la verdad.

– Sientate y preparate. Piensa en aquello que deseas ver y conocer. Piensa en tu madre. Llevala hasta tu mente, tu corazon, tu espiritu. Cuanto mas en paz te sientas, mejor te enfrentaras a lo que se abrira ante ti. Antes de tres horas vomitaras la cena…

– ?Y si no vomito?

– Vomitaras -parecio molesta por la interrupcion-. Pasadas esas tres horas desde que me vaya mastica el peyote y despues bebete el contenido del cazo. Todo. Una vez hecho esto tiendete aqui encima y cierra los ojos. Lo primero que sentiras es el transito hacia el otro mundo, un paso que consta de dos etapas. La primera es el puente hacia las nubes estruendosas; la segunda, la separacion de las nubes. Asi llegaras al umbral cosmico. Penetraras en la geografia de la mente, abandonando la tierra, viajaras al pasado y dejaras que la vida fluya de el hacia ti. Adquiere la sabiduria. No luches. Siente.

Termino de hablar y las dos se miraron. La debil luz de la vela disemino formas capciosas en sus rostros y a su alrededor, proyectandolas sobre las paredes del lugar.

Su abuela la beso en la frente.

Se levanto y se marcho, sin decir nada mas.

29

Aquellas tres horas pasaron muy despacio. No tenia miedo, pero sentia mucho respeto por lo que iba a hacer. Nunca habia tomado drogas, no creia en ellas, jamas autolastimaria su cuerpo con sustancias peligrosas. Sabia que aquello era distinto, pero aun asi mantenia la prudencia de la distancia animica. Por una vez, la necesidad era mayor que la prevencion.

Su abuela era una huichole, su madre habia sido criada con ellos. Por lo tanto ella era tambien una huichole. La primera hora fue tensa, a la espera del vomito. Las nauseas llegaron al comienzo de la segunda hora, la de la inquietud. Aparecieron de manera fulminante, con retortijones en el vientre, y se dispararon hasta romperle el cuerpo de arriba abajo. No trato de dominarlas, aunque tampoco las acelero. Sudaba. Sudaba copiosamente, como si estuviera en pleno mes de agosto en la Costa Brava y acabase de correr un kilometro bajo el sol. De pronto tuvo que lanzarse hacia un lado porque la arcada subio por su organismo como la lava ardiente de un volcan erupcionando de forma inesperada.

El vomito fluyo libre y denso por su garganta, su boca.

Tuvo que arrodillarse, dejar que aquella fuente calida y pastosa salpicara el suelo y la llenara de gotitas amarillentas. No pudo apoyar la cabeza en ninguna parte, y eso fue lo peor. Habia vomitado otras veces, no muchas, tres o cuatro a lo sumo a lo largo de su vida, por marearse o sentarle mal una comida, pero ninguna como aquella. Cuando creia que ya lo habia sacado todo, descubria que no, que seguia existiendo mas materia organica alla adentro. La arcada volvia y una nueva oleada de comida la desarbolaba y la sumia en la agonia. Vomito mas y mas.

Al final lo unico que le quedaba era bilis. Pero tambien la saco, toda, victima de aquella sacudida brutal, hasta que solo un hilito de baba colgo de sus labios y supo que el primer paso estaba dado.

Habia limpiado su cuerpo.

– ?Que has puesto… en la cena…, abuela?

Se dejo caer de nuevo sobre el tapiz, boca arriba, empapada en sudor y convulsa, y penso que si se dormia seria peor.

No se durmio.

La inquietud de la segunda hora dio paso a los nervios de la tercera, hasta que una serena calma empezo a apoderarse de ella.

Penso en aquello que deseaba ver y conocer. Penso en su madre. La llevo hasta su mente, su corazon y su espiritu. No alcanzo una paz plena, pero a medida que se acercaba el momento los nervios acabaron por menguar hasta extinguirse por completo. Cuando la manecilla del reloj de su muneca se aproximo al punto crucial, supo que lo habia logrado. Era una consigo misma y con su entorno, una con la naturaleza y el universo. Un estado de absoluta pureza.

Lo ultimo que aparecio en su mente, por unos segundos, fue la imagen de David.

Y cerro el circulo de su paz.

Tomo el primer gajo de peyote en sus manos, lo partio, lo llevo a sus labios y lo introdujo en su boca. Su sabor era rancio y su consistencia como de corcho blando, de sabor amargo.

Con el tercero empezo a sentir su boca adormecida.

La amargura del sabor hizo que las glandulas salivares produjeran mas liquido.

Las nuevas nauseas aparecieron con el quinto gajo, llegaron casi a la plenitud con el septimo y ultimo y se dispararon a medida que bebia el contenido del cazo, que era sin duda lo mas espantoso que jamas se habia llevado a la garganta, con un sabor indefinible y tan espeso que lo peor fue tragarlo.

No dejo ni una gota.

Luego se tumbo en el tapiz, boca arriba, apoyo la cabeza en la manta y cerro los ojos. Seguia sudando.

Pero las nauseas, esta vez, desaparecieron poco a poco.

Escucho el silencio.

Se convirtio en un corazon lleno de amor. Equilibrio.

?Cuanto tardaban en iniciarse los efectos? ?Habia transcurrido otra hora o tan solo unos minutos?

Intento levantar la mano en la que llevaba el reloj de pulsera y no pudo.

?Aquella luz potente y el centelleo de los colores que la envolvian formaban parte del viaje? ?Aquella espiral en movimiento, proyectada sobre el abismo, era la puerta de su percepcion? ?Flotaba de verdad, en el aire, sin contacto alguno con el suelo, o era su imaginacion?

Joa sonrio.

Jamas habia estado en el infinito y era muy hermoso.

30

Los colores eran puros y las sensaciones primitivas, tan desnudas como lo estaba ella.

Su cuerpo era hermoso. Lo acaricio. Aquellas ganas de cantar…

Dejo de flotar para posarse en tierra, y al tocarla se convirtio en algo solido, un jardin, un vergel lleno de arboles cargados de frutas de apariencia sabrosa. Estaba en el Paraiso, porque los rios surcaban su geografia produciendo musica y eran de leche y miel. Por si eso fuera poco los animales hablaban.

La conocian.

– ?Joa!

– ?Ven, Joa!

– ?Cantanos, Joa!

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