– ?Para que?

– Para llegar a mi.

– ??Pero como?!

Su madre empezo a desvanecerse.

– ?Mama! -se aferro a su delirio.

– Te quiero, Joa.

– ?Hay tanto que…!

– Lo se.

Quiso abrazarla y lo unico que hizo fue atravesar la luz.

No llego a caer del otro lado. Los nueve soles habian desaparecido y se vio a si misma flotando de nuevo. Abrio los brazos en cruz y elevo la cabeza hacia el cielo. Un vivido aire le alboroto el pelo.

Entonces viajo hacia atras. A camara rapida.

Fue arbol, los ninos que habia vomitado danzaron a su alrededor en la cueva, desaparecio el dolor, salio de su cuerpo, regreso al espacio, se cruzo con el astronauta, con David y su mano extendida, camino por el pequeno planeta que se convirtio en desierto y en jardin.

Llego al comienzo.

Tenia el vientre hinchado y antes de despertar se dio a luz a si misma. Renacio.

Cuando abrio los ojos, un alarido infrahumano surgido de lo mas profundo de su ser la hizo romper a llorar antes de doblarse sobre si misma temblando y gimiendo asustada.

32

Le costo dominarse, darse cuenta de que el viaje habia terminado y aquello era la realidad. El pulso todavia lo tenia acelerado. Permanecio quieta en posicion fetal unos segundos, hasta habituarse a la claridad que llegaba a ella desde la entrada de la cueva. Por el tono, primero penso que se trataba del amanecer. Cuando dirigio la mirada hacia el hueco abierto a la luz se dio cuenta de que se trataba del crepusculo. Estaba desnuda.

Tenia el cuerpo lleno de picaduras.

Se sento, abrazada a sus piernas, con la cabeza apoyada en las rodillas, y paseo una mirada a su alrededor. La ropa estaba alli, diseminada, hecha un revoltijo, tal y como debia de habersela sacado en algun momento de la noche. Un montoncito de cera indicaba el lugar en el que la vela habia estado brillando hasta su extincion.

Tenia la boca seca.

Y le ardia la frente.

Se sintio sin fuerzas para reaccionar pero tuvo que hacerlo. La idea de pasar otra noche alli no la seducia y la oscuridad no tardaria en hacer acto de presencia. Gateo, atrapando cada una de sus prendas, y se vistio despacio, superando el dolor que el roce de la ropa le producia en las pustulas. Estaba embotada, buscando comprender que habia sucedido. La imagen de su madre seguia presente en su animo. Tan real como si acabase de irse dejandola sola. Eso y su voz. Un eco vivo en mitad de su cabeza. Cuando estuvo vestida se arrodillo y se incorporo jadeando. Primero fue a una de las vetas de agua que recorrian las paredes de la cueva y se lavo la cara. El agua seguia estando muy fria y eso la despejo casi del todo. La debilidad se acentuo al caminar en busca de la vida.

Los ultimos rayos del sol la saludaron en silencio.

Tomo aire y dio el primer paso para volver a casa.

Supo que iban a fallarle las fuerzas menos de cincuenta metros despues. Se apoyo en el primer arbol que encontro en su camino. ?Cuanto tiempo habia durado aquello? Su abuela le hablo de tres dias, pero estaba segura de que eso era imposible. La noche pasada a lo sumo. Sus recuerdos del viaje parecian circunscribirse a unas pocas horas. Un dia ya era demasiado.

Aunque aquella debilidad…

Dio otra docena de pasos antes de sentarse en una roca para recuperar fuerzas. Se llevo una mano a la cabeza y cerro los ojos. Las multiples picaduras la molestaban mucho, y la fiebre tenia que ser a causa de ellas. Se miro las manos y se le antojaron garfios. Tenia hambre, nauseas, un horrible sabor de boca, peor que la peor de las resacas.

La puesta de sol era un regalo.

Se fijo en ella para hacerse fuerte.

No importaba que el sol se pusiera cada tarde. Por la manana regresaba, envuelto en un amanecer pletorico. La vida la formaban anocheceres y amaneceres continuos. Las personas se movian entre ellos y en eso consistia la existencia.

Se levanto y ya no volvio a ceder al agotamiento.

Entonces la vio, en el primer recodo, caminando en su direccion.

– ?Abuela! -gimio.

Quemo su resistencia final corriendo a su encuentro y se fundio con ella en un abrazo reparador. La anciana la acuno y acaricio lo mismo que cuando era nina y la visitaba envuelta en la sorpresa constante que le producia su mundo. No hablo. Dejo que aquellas manos se llevaran los malos espiritus que todavia anidaban en su ser. Las manos milenarias que reunian toda la sabiduria de los huicholes.

– Bienvenida -le deseo la anciana despues de unos largos segundos de calma.

– Ha sido… -no encontro las palabras adecuadas.

– ?La has visto?

– Si.

Su abuela la aparto lo justo para mirarla a los ojos. No habia sorpresa en su mirada, sino cautelas revestidas de expectacion.

– ?Has hablado con ella?

– Si -asintio Joa con un inicio de vehemencia vital.

– ?Tienes tus respuestas?

– Algunas -vacilo-. Todavia no he tenido tiempo de asimilarlo todo. Ha sido tan rapido…

– ?Rapido? -la mujer sonrio-. Han pasado tres dias, como te dije.

No pudo creerlo, a pesar de todo.

– ?De veras?

– Anda, vamos a casa -la animo a seguir-. Te curare estas picaduras y cenaras bien. Es lo unico valido para cuando se despierta de un trance como el que has tenido.

La ayudo a caminar y juntas hicieron el trayecto en silencio. Una joven fuerte pero agotada apoyada en una anciana agotada pero fuerte. La distancia se le antojo mayor que nunca, pero resistio sin ceder, sin pedirle un descanso, sin caer vencida por tanta debilidad. Cuando por fin vio el pueblo, el tipi, supo que habia llegado al limite y lanzo un gemido de agonia.

– Has sido muy fuerte -le dijo su abuela.

Recordo a David. Llevaba cinco dias alli, lejos del mundo, con el mordiendose las unas en Bolanos, ignorante de todo.

Y le quedaba una ultima noche. Eso suponiendo que al dia siguiente estuviera bien, algo que en ese momento se le antojaba imposible.

Se derrumbo sobre el jergon nada mas pisar la cabana y fue incapaz de moverse cuando su abuela la desnudo con la paciencia de una madre. Dejo que le aplicara un unguento por todas las picaduras, una especie de resina confeccionada, como todo alli, con raices y hojas, plantas y cortezas, hongos y flores. Al principio le escocio mucho mas. Despues sintio frescor. Casi de inmediato la sensacion de irritacion desaparecio. Para la fiebre tomo un bebedizo tan infecto como el que acompano a la ingesta de peyote tres noches antes.

– Ahora descansa mientras preparo la cena.

– Abuela…

– ?Sssh…! -le puso una mano en los labios-. Los espiritus son habiles.

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