No logro detener sus palabras.
– ?Y si todo lo que he visto y oido ha sido fruto de mi imaginacion, y era lo que yo creia ya de antemano, o lo que queria escuchar… o lo que sabia, por mis genes, sin darme cuenta?
– Casi siempre, las respuestas estan en nosotros mismos.
– Entonces…
– Tu madre esta en ti. Eres su hija. Y tienes el poder de convocar la energia, Akowa. Has viajado hasta el centro de ti misma y has hablado con ella, no te quepa la menor duda. Has hablado a traves de lo que tu cerebro sabe y permanece oculto. Deja que las semillas arraiguen unas horas, unos dias. Ningun arbol crece en la tierra en un abrir y cerrar de ojos. Y tu ademas necesitas regar esa tierra con paciencia.
– ?Y si no hay tiempo?
– Siempre hay tiempo, carino.
Por una vez no estuvo de acuerdo.
Pero no se lo dijo.
33
Por la manana, al despertar, ya tarde porque el reloj marcaba mas alla de mediodia, no tenia fiebre, pero se sentia muy fatigada.
Quiza los efectos del peyote aun perduraban en su organismo. Su ultimo sueno habia sido tan o mas real que el de su madre. En el, Pakal salia del dibujo de la lapida de su tumba y le hablaba. Le pedia ayuda para volver a ser el que era.
– ?Que clase de ayuda? -le habia preguntado ella.
– Mirame y lo sabras -le respondio el.
?Por que los suenos siempre eran tan cripticos?
Se lavo con el agua de la jofaina, sin que las picaduras la molestaran a pesar de las ronchas mas o menos aparatosas ya en retroceso, y se vistio antes de salir del sencillo tipi. La cabana de su abuela ni siquiera era de adobe o paja, como las demas. Y nunca habia querido cambiar, mudarse, disfrutar de privilegios o mejoras, tener mas cosas. Siempre les habia dicho que era feliz asi, que no necesitaba mas, que las posesiones entorpecian el transito de la vida por el valle de la luz.
El valle de la luz.
La sorpresa de Joa no tuvo limites cuando le vio. David.
Alli, sentado en cuclillas, como si hiciera guardia al pie del tipi.
– ?Que estas haciendo aqui? -balbuceo atenazada por el impacto.
Le sobresalto. Se incorporo de un salto y quedo frente a ella, temblando y vacilando como un leve tallo mecido por el viento. No hizo falta mucho mas. Les basto con mirarse a los ojos para saberlo todo, el justo fiel de la balanza en aquel momento preciso. Joa capto la tension de aquella inquietud almacenada en los cinco dias pasados. David suspiro ante su alegria no dominada.
El abrazo, a mitad de camino de cada uno, les fundio la resistencia final.
– No podia mas -su suspiro la envolvio con densidad.
– ?Como has llegado hasta mi?
– Caminando.
– ?Desde Bolanos?
– No es demasiado, aunque si ha sido dificil no perderse. Era la unica forma.
– Estas loco.
– No, tu lo estas -se aparto lo justo para mirarla a los ojos-. Tu abuela me ha contado lo que has hecho.
– ?Has visto a mi abuela? -Joa paseo la vista por los alrededores sin localizarla.
– Si, claro.
Ella parpadeo.
– ?Y?
– Simpatica -curvo sus labios hacia arriba-. Me ha sonreido y me ha puesto la mano en el pecho. Luego ha dicho que era una buena persona y que podia quedarme.
– ?Oh, Dios! -el suspiro fue de rendicion.
Su propia abuela…
– ?Como te encuentras?
– Un poco debil, pero bien -lo reconocio-. De cualquier forma me hubiera ido hoy para que no acabaras de volverte loco.
– No estas en condiciones de viajar.
– He de…
– Manana -su tono fue determinante-. Necesitas un poco mas de descanso, relajarte, recuperar fuerzas. Tu abuela tambien merece un dia mas. He hablado con ella desde que he llegado, al amanecer, y es una mujer muy especial.
– Lo se.
Seguian juntos, las manos de el cogidas a los brazos de Joa. Las de ella apoyadas en el pecho de David. Parecieron darse cuenta de pronto. Su vida en comun apenas si existia, era un retazo fugaz. Se separaron sacudidos por una descarga y por un momento no supieron que hacer.
Les salvo la presencia inesperada de la duena del tipi.
– Buenos dias, Akowa.
Joa aparto los ojos de David.
– ?Akowa? -le oyo preguntar.
Camino a su encuentro y le dio un beso en la mejilla. La anciana no le pregunto nada. Le basto con mirar a su nieta. La cogio de la mano y la llevo hasta la cabana. En la misma puerta impidio que David se colara dentro con ellas.
– Espera -le pidio.
Una vez solas cogio el unguento y aguardo a que la muchacha se desnudara para aplicarselo de nuevo, con paciencia, roncha a roncha.
– Ya no me duelen.
– Algunas eran venenosas, de ahi la fiebre. Pero el veneno de la serpiente aun es mas poderoso para vencerla.
– ?El unguento esta hecho con veneno de serpiente?
– Entre otras cosas -la tranquilizo.
No lo consiguio demasiado. Aunque lo importante era que funcionaba.
Volvio a vestirse por segunda vez y no rehuyo la mirada de su abuela, mitad seria mitad ironica.
– ?Que? -se impaciento.
– Solo quien oculta algo se enfada por el silencio.
– Yo no oculto nada.
– He visto sus ojos.
– ?Y que dicen?
– Lo mismo que tu cuerpo.
– Abuela… -se puso roja.
– Akowa -le tomo las dos manos-, me alegro de que no estes sola en todo esto. Lo unico que te pido es cuidado.
– Lo tengo.
– Tu futuro es incierto, un misterio que ahora compartes con alguien. Lo que me contaste anoche de tu madre no aclara demasiadas cosas, ni por que tu padre ha desaparecido. Por lo que me ha dicho, ese muchacho lleva anos sabiendo de ti, protegiendote. Para ti, sin embargo, es algo nuevo. De ahi el misterio. No te sientas