Cuando volvio, me explico en seguida el ultimo escandalo. Como cabia esperar, Robert Dudley estaba envuelto en el.

—Dicen —me conto—, que el conde Sheffield, al descubrir que su esposa le habia traicionado con Leicester, decidio pedir el divorcio. Imaginaos que escandalo. Dudo que hubiese complacido a su Majestad.

—?Sigue tan enamorada de el como siempre?

—Sin lugar a dudas. Esta siempre irritada cuando el se halla ausente y es asombroso como le siguen sus ojos por todas partes.

—Habladme del escandalo de Sheffield.

—No hay nada que decir ya. Murio.

—?Murio!

—Si. En el momento justo para evitar el escandalo. No es dificil imaginar la colera de la Reina si se hubiese enterado de que Leicester tenia relaciones con Lady Sheffield.

—?Y como murio?

—Dicen que envenenado.

—Siempre dicen esas cosas.

—Bueno, el esta muerto, y eso significa que Leicester podra dormir tranquilo por las noches.

—Y Lady Sheffield… ?se ha casado con ella?

—No he oido nada de matrimonio.

—?Como es Lady Sheffield?

Walter se encogio de hombros. Nunca se fijaba en el aspecto de las mujeres. Le interesaba mas la politica que las vidas privadas, y solo por la posicion de Leicester en el pais habia prestado cierta atencion temporal a sus aventuras amorosas; solo eran importantes porque podian hacerle perder el favor de la Reina.

Walter estaba mas preocupado con el proyecto de casar a Norfolk con la Reina de Escocia, que probablemente fuese obra de Lady Scrope cuando estuvo con su esposo en la epoca en que estaba guardando a Maria con mi padre.

Norfolk siempre habia sido un imbecil. Se habia casado ya tres veces y todas sus mujeres habian muerto. Tenia treinta y tantos anos y sin duda debia emocionarle la reputacion de la Reina de Escocia. Se la consideraba, despues de todo, una de las mujeres mas fascinantes de la epoca, y habia tenido tres esposos que hacian juego con las tres mujeres de Norfolk. El muy imbecil sin duda pensaba que debia resultar emocionante ser consorte de una Reina.

Asi pues, la conjura continuo. Norfolk debia ser protestante, pero en el fondo era catolico. Supongo que imaginaba poder llegar a ser algun dia Rey de Inglaterra en todo salvo en el nombre. Nunca podria olvidar que su familia era de mas alto rango que los Tudor.

El plan no era en modo alguno secreto, y cuando llego a oidos de la Reina, esta hizo llamar a Norfolk, y todos los presentes vieron claramente que aquello era una seria advertencia a este.

La Reina habia dicho que habia llegado a oidos suyos que Norfolk estaba deseoso de cambiar el titulo de Duque por el de Rey.

A Norfolk debieron perturbarle tanto aquellos grandes ojos oscuros que lo nego. Balbuceo que la Reina de Escocia era adultera y ademas sospechosa de asesinato y que el era un hombre al que le gustaba dormir tranquilo. Cuando la Reina contesto que habia hombres dispuestos a correr riesgos por la corona, Norfolk contesto a su vez que el era tan buen principe en su bolera de Norfolk como ella en el corazon de Escocia. Una observacion un tanto peligrosa, pues lo mismo podria haber dicho de Isabel en Greenwich. Luego se puso en aun mayor peligro al decir que no podia casarse con la Reina de Escocia sabiendo que ella pretendia la corona de Inglaterra, y que si tal hiciese el, la Reina Isabel podria acusarle de pretender la corona de Inglaterra.

La Reina replico asperamente que muy bien podia hacerlo, desde luego.

?Pobre necio de Norfolk! Debio firmar en aquel momento su sentencia de muerte.

Resulto sorprendente enterarse (de nuevo por los cortesanos que venian a vernos) que el conde de Leicester habia olvidado su vieja enemistad con Norfolk y se habia puesto de parte de este. Dios sabia lo que pensaba Robert, pero pronto descubriria que podia ser tan tortuoso y astuto como la propia Isabel. Pienso ahora que tenia miedo de que muriese Isabel (estaba enferma con cierta frecuencia y en varias ocasiones desde su subida al trono, se la habia creido al borde de la muerte) y si ella moria, Maria Estuardo subiria al trono.

Robert era un hombre que podia aparentar cortesia y mesura mientras planeaba un asesinato. Para el lo primero era su propio provecho. Al tiempo que decidio apoyar a Norfolk le dijo que le prepararia una entrevista con Isabel para que pudiese exponerle su caso.

Considerando su conversacion anterior con la Reina, Norfolk deberia haber sido mas prudente. Isabel, sin duda informada por Robert, pues era tipico de el poner un pie en cada campo, ahogo en mantillas la propuesta de Norfolk antes de que este pudiese empezar a explicar las ventajas de un enlace entre el y Maria, agarrandole por la oreja con el pulgar y el indice y pellizcandole tan fuerte que el desistio'—Me gustaria —dijo Isabel— que os preocupaseis mas de poder dormir tranquilo.

Con esto, le recordaba el comentario que el habia hecho de que le gustaba dormir tranquilo y le explicaba lo mas claro posible que la via que pretendia seguir le llevaria a un sueno muy distinto: una almohada de madera sobre la que podria apoyar la cabeza mientras el hacha del verdugo caia para separarla de su cuerpo.

A Norfolk debieron flaquearle los animos, pues cayo de rodillas, jurando que no tenia ningun deseo de casarse, que solo queria servirla a ella.

Por desgracia para el, no decia la verdad. Y, como se descubrio despues, cuando recibio comunicados secretos de la Reina de Escocia, pronto se sumergio una vez mas en intrigas para casarse con ella y sacarla de su cautiverio.

Walter estaba inmerso en sus planes del Ulster, pero cuando iba a la Corte oia algunas cosas de lo que pasaba en aquellos circulos. Estaba preocupado porque la amenaza catolica contra Inglaterra crecia y la negativa de la Reina a casarse lo complicaba todo aun mas. Mientras ella viviese, era un pais seguro para los protestantes, pero si ella moria, podia desencadenarse una guerra. Me explico que los ministros discutian constantemente la gravedad de aquella situacion en la que la sucesion era insegura, hecho que dejaba a Inglaterra muy vulnerable, sobre todo con la Reina de Escocia cautiva en el pais. Walter estaba de acuerdo con esto en secreto, y me explicaba que hasta Leicester se habia unido a los que apoyaban el plan de casar a Norfolk con Maria, Reina de Escocia, para poder asegurarle un marido ingles. Luego podria convertirla al protestantismo, y si Isabel moria y Maria heredaba la corona, no cambiaria la religion de Inglaterra.

William Cecil era contrario a aquel matrimonio, pero habia en el pais muchos hombres influyentes a quienes hubiese complacido la idea de ver depuesto a Cecil. Como Leicester se habia sumado a la conjura, le eligieron para explicarle a la Reina el peligro en que Cecil estaba colocando al pais. Su politica alejaba a Inglaterra de los paises catolicos influyentes, Francia y Espana, y para aplacarlos quiza fuese necesario enviar a Cecil al patibulo.

Me entere por varias fuentes de lo ocurrido en aquella reunion del Consejo, y ella jamas habia mostrado su verdadero caracter de modo tan abierto como en aquella ocasion. Podia imaginarmela con toda claridad. Su grandeza debio hacerse evidente al enfrentarse a los conjurados. ?Cecil al patibulo! Isabel estallo en un torrente de insultos contra todos los que se sentaban a aquella mesa y que se habian atrevido a sugerir tal cosa.

Les recordo que no estaban ya en los tiempos de su padre, cuando se enviaba a un ministro al patibulo para que dejara sitio a otro. Cecil era contrario al matrimonio de Maria de Escocia con Norfolk, ?verdad? Pues todos debian saber que la soberana de Cecil estaba de acuerdo con el, y que ellos harian muy bien en medir sus acciones, si no querian verse en la situacion en la que ellos intentaban colocar a Cecil. Queria ademas que informasen a su amiga, la Reina de Escocia, que si ella no se cuidaba mejor de su seguridad, algunos amigos suyos podrian verse sin cabeza.

Cuando Walter hablo de este asunto conmigo, dije que suponia que abandonarian su plan de eliminar a Cecil, pero el movio la cabeza e insinuo que quizas estuviesen conspirando contra el en secreto.

Yo tenia cierto miedo porque sabia que Robert estaba implicado en el asunto, y me preguntaba que pasaria si la Reina descubria que el estaba actuando en su contra. Su traicion seria mil veces peor que la de cualquier otro. La verdad es que yo no podia entenderlo. Habia querido vengarme de el por lo que me habia hecho. Muchas veces, abrumada por mi amargura proclamaba (para mi misma, claro), que me gustaria verle expulsado de la Corte igual que yo. Y ahora, de pronto, me preocupaba porque el corria un grave peligro.

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