Pero aun cuando Robert estaba profundamente comprometido en la conspiracion, yo deberia haberme dado cuenta de que el sabria encontrar una salida. Me entere de la historia a retazos: habian llegado noticias a la Reina de que Robert se estaba muriendo y ella lo habia dejado todo para acudir a su lecho de muerte. Le amaba, de eso no habia duda, y creo que la pasion de Isabel era mucho mas profunda de la que hubiese podido sentir Maria de Escocia por Bothwell. Lo de Maria habia sido una irresistible atraccion fisica que la habia desbordado hasta el punto de haberle hecho arriesgar la corona. Pero nunca habia sentido por el aquella devocion perdurable que Isabel sentia por Robert. Isabel sencillamente amaba mas al trono que a Robert. Pero de todos modos le amaba.

El estaba apoyandose en aquel afecto para salir de una situacion muy peligrosa… y lo consiguio.

Pude imaginarme muy bien aquella patetica escena: Robert tendido en su lecho fingiendo la agonia con gran habilidad. Todo el amor de ella debio salir a la superficie. Era capaz de tal lealtad con aquellos a quienes amaba… su unico problema era que jamas podia perdonar a los que odiaba.

Podia imaginar tambien como Robert describia la devocion que sentia por ella. Como temiendo por su seguridad se habia visto inducido a creer que era mejor para Isabel el que Maria se casase con Norfolk. Y esa era la razon por la que habia apoyado el plan… unicamente por amor a ella… y ahora no podia perdonarse a si mismo haber actuado sin el conocimiento de ella, aunque lo hubiese hecho movido por el interes que por ella sentia. Era listo con las mujeres. Sabia dar exactamente la cuantia justa de adulacion; era muy habil en el comentario sencillo. No era extrano que tantas mujeres le amasen… e Isabel era solo una de ellas.

La Reina habia llorado. Su Dulce Robin no tenia de que preocuparse. Le ordeno que se curara, pues ella no podia perderle. Imagine las miradas que se cruzarian entre ellos. Claro que no se moriria. ?Acaso no habia obedecido siempre las ordenes de su soberana? Que tipico era de nuestra soberana perdonar a Robert y al mismo tiempo hacer llamar a Norfolk.

El duque fue detenido y encerrado en la Torre.

Todos creiamos que Norfolk perderia la cabeza, pero la Reina parecia reacia a firmar la sentencia de muerte. Siguiendo su actitud habitual en tales casos, se volvio atras y, a su debido tiempo, Norfolk fue puesto en libertad, aunque a condicion de vivir retirado de sus posesiones. Pero aquel hombre parecia decidido al suicidio. Decian que bastaba el nombre de la Reina de Escocia para producir una terrible fascinacion. Quiza fuese asi, pues Norfolk no la habia visto. Quizas estuviese intrigado por una Reina que habia sido adultera y sospechosa de asesinato. Aunque sea dificil decirlo, el hecho es que Norfolk se vio enredado en la conjura de Ridolfi.

Ridolfi era un banquero florentino que tenia un plan para apoderarse de Isabel, colocar a Maria en el trono tras casarla e introducir de nuevo el catolicismo en Inglaterra. Tal conjura estaba condenada al fracaso. Varios de sus componentes fueron capturados y torturados, y, al poco tiempo, se revelo la complicidad de Norfolk. Asi, pues, no habia ninguna esperanza para el. William Cecil, hoy Lord Burleigh, indico .a la reina que no podia permitir que Norfolk siguiera vivo. Y le apoyo en esto el Consejo de su majestad y la Camara de los Comunes.

La Reina se mostro de nuevo reacia a firmar la pena de muerte. Estaba tan alterada que se puso enferma (con uno de sus trastornos misteriosos, que consistia en lo que ella llamaba pesados e intensos dolores). Estos dolores podian atribuirse al veneno, y, en vista de que acababa de descubrirse hacia poco el complot de Ridolfi, algunos tenian miedo a que la vida de la Reina pudiese estar en peligro. Pero resulto no ser mas que otra de aquellas enfermedades que la atacaban cuando habia de hacer algo desagradable. Me pregunte muchas veces si cuando le presentaban una sentencia de muerte para que la firmara, pensaria en su madre y tal recuerdo la alteraba. Seguia en pie el hecho de que se mostraba reacia a matar, aunque ella misma hubiese estado en peligro.

Sus ministros y consejeros pensaron que era una buena ocasion para que se librara de Maria, Reina de Escocia, que estaba implicada en la conjura; pero ella se nego a considerar tal idea.

Luego, sin embargo, la sentencia de muerte del duque de Norfolk se firmo y en Tower Hill se alzo un patibulo especial, pues desde la subida al trono de la Reina no habia habido ejecuciones alli, y se necesitaba patibulo nuevo.

Todo esto sucedio en los anos de mi exilio.

Walter se habia ido a Irlanda lleno de planes para colonizar el Ulster, pero en menos de un ano hubo de confesar su fracaso. No cedio, sin embargo, y tras regresar a Inglaterra y pasar aqui un tiempo para consultar con la Reina y sus ministros, volvio a intentarlo otra vez.

Le habria gustado que le acompanara, pero alegue que los ninos me necesitaban. No tenia intencion alguna de ir a aquel pais salvaje y soportar toda clase de incomodidades. Ademas, estaba casi segura de que la expedicion seria un fracaso, tal como demostraron ser con el tiempo casi todas las empresas iniciadas por Walter.

Me alegre de mi firme oposicion al viaje, pues fue durante la estancia de Walter en Irlanda cuando la Reina indico que yo podia volver a la Corte.

Esto me lleno de una incontrolable emocion. Mi hijo Robert tenia ya ocho anos por entonces, y Walter seis. Las ninas estaban ya muy mayores, pero aun no habian alcanzado la edad en que se hacia necesario buscarles marido.

Una temporada en la Corte era exactamente lo que yo necesitaba. Asi que me vi en las fiestas de Kenilworth y al principio de una vida nueva y emocionante. No era ya joven, pues tenia treinta y cuatro anos, y en Chartley habia empezado a sentir que la vida me dejaba atras.

Quiza fuese por eso por lo que me lance tan desenfrenadamente a las delicias que el destino arrojaria sobre mi en los anos siguientes, sin pensar gran cosa en las consecuencias. Mi destierro habia sido demasiado largo, pero al menos me habia demostrado que no podria olvidar nunca a Robert Dudley y que mi relacion con la Reina anadia un encanto a mi vida, sin el cual habria resultado insipida.

Y habia dos cosas que deseaba: una vida apasionada con Robert y mi lucha personal con la Reina, y las deseaba desesperadamente. Habiendolas saboreado una vez, no podia contentarme con vivir sin ellas y estaba dispuesta a afrontar todas las posibles consecuencias con tal de conseguirlas. Tenia que demostrarme a mi misma y demostrarle a Robert (y tal vez un dia a la propia Reina) que mis atractivos fisicos eran para el irresistibles… mucho mas que la corona de la Reina.

Iniciaba una via peligrosa. No me importaba. Tenia un ansia incontenible de vida; y estaba convencida de que sabia como encontrar lo que deseaba.

Kenil Worth

Fue en Kenilworth donde el (Leicester) alojo a la Reina y a sus damas, a cuarenta condes, y a otros setenta senores principales, todos bajo el techo de su propio castillo, por espacio de doce dias…

De la Mothe Fenelon,

Embajador frances.

…la campana no sono ni una sola vez en todo el tiempo que Su Alteza estuvo alli; el reloj se mantuvo tambien inmovil, las manecillas quietas, indicando siempre las doce en punto…

Los fuegos de artificio fueron un… «esplendor de ardientes dardos, volando en todas direcciones… arroyos y chaparrones de feroces chispas, iluminando con sus relampagueos el agua y la tierra».

Robert Laneham,

sobre las fiestas de Kenilworth.

Вы читаете Mi enemiga la reina
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату