?Comprendeis eso?

—Tambien a mi se me habia ocurrido que quiza fuese asi.

—No bromeeis, Lettice. Esto es muy serio. He decidido que pese al hecho de existir el Conde de Essex por vuestra parte y la Reina por la mia, vos y yo debemos casarnos. Y tendremos hijos. Os lo prometo. Os lo prometo, si.

—Es una idea muy agradable —dije—. Pero de momento tengo un marido y estoy embarazada de vos. Si Walter volviese, y con los lios que esta organizando en Irlanda podria hacerlo en cualquier momento, nos veriamos en graves problemas.

—Yo hare algo.

—Vos no conoceis a Walter Devereux. Su ineficacia es indudable. Esta condenado al fracaso, pero consideraria esto un ultraje a su honor. No le importaria la colera de la Reina. Haria lo que considerase justo. Organizaria un escandalo tal por esto, que toda la Corte se enteraria de nuestra conducta.

—Solo se puede hacer una cosa —dijo Robert—. Bien sabe Dios que me repugna hacerlo, pero es necesario. Tenemos que librarnos del nino.

—?No! —grite acongojada.

—Se como os sentis. Es nuestro hijo. Quiza sea el hijo que deseo… pero aun no ha llegado el momento. Habra otro… pero todavia no, aun tengo que disponerlo todo.

—Entonces…

—Consultare con el doctor Julio.

Proteste, pero me convencio de que no habia otra salida. Si nacia el nino, seria imposible mantener el secreto. La Reina pondria los medios para que jamas volvieramos a vernos.

Me sentia deprimida. Era una mujer mundana, profundamente egoista e inmoral, y, sin embargo, amaba a mis hijos y si podian producirme sentimientos tan profundos los hijos de Walter, cuanto mas el de Robert.

Pero el tenia razon, claro. No hacia mas que decirme que de alli a muy poco nos casariamos, y que la vez siguiente que yo quedase embarazada seria ocasion de gozosos preparativos para la llegada de nuestro hijo, en nuestro hogar.

El doctor Tulio era hombre muy habilidoso, pero el aborto implicaba peligro y, despues de hacer todo lo que me ordeno, me puse muy enferma.

Es dificil ocultar a los criados el caracter de una enfermedad. A un hombre como Robert le espiaban dia y noche y en el exceso de nuestra pasion no siempre habiamos sido tan cuidadosos como debieramos. No me cabia duda de que algunos de nuestros servidores sabian que el hombre que venia de noche furtivamente era Robert Dudley. Una ventaja era que pocos se atreverian a murmurar salvo en el mayor de los secretos, pues no habia hombre o mujer que no temiese la colera de Leicester, y la de la Reina, si se decia algo contra su favorito, aunque diese la casualidad de que fuera cierto.

Pero, por supuesto, habia rumores.

En una ocasion, yo llegue a estar tan enferma que crei encontrarme al borde de la muerte. Robert vino entonces abiertamente a verme y creo que me levanto el animo hasta el punto de que empece a recuperarme. Me amaba, no habia duda. No era solo la satisfaccion fisica lo que buscaba. Se preocupaba por mi. Era afectuoso y tierno. Se arrodillaba junto a mi cama y me suplicaba que me curara y hablaba constantemente de la vida que viviriamos el y yo juntos. Jamas vi hombre mas seguro de si.

Y entonces regreso Walter.

Su mision en Irlanda habia sido un fracaso, y la Reina no estaba nada satisfecha con el. Yo aun estaba debil y su preocupacion por mi me desconcertaba, al tiempo que aguijoneaba la conciencia. Le explique que habia padecido unas fiebres y que pronto me recuperaria. Su pronta aceptacion de mis palabras me hizo sentirme avergonzada, sobre todo porque le veia considerablemente envejecido y parecia cansado y apatico. Me habia portado muy mal con el y no habia recibido a cambio mas que bondad, pero no podia evitar compararle con el incomparable Robert Dudley.

Tenia que afrontar el hecho de que estaba cansada de Walter y me irritaba que ahora que el habia vuelto a casa seria mucho mas dificil tener citas con Robert, si es que podia llegar a tener alguna. De cualquier modo, despues de mis recientes experiencias, debia ser mucho mas cuidadosa en el futuro. Llore mucho la perdida del nino y sone que era un muchachito muy parecido a Robert. En el sueno me miraba con tristeza, como si me acusase de robarle la vida.

Sabia que Robert diria: «Tendremos mas. Espera que nos casemos y tendremos hijos e hijas que seran el solaz de nuestra vejez». Pero eso significaba entonces muy escaso consuelo.

Walter declaro su proposito de no volver a viajar.

—Ya he tenido bastante —me explico—. Nada saldra nunca de Irlanda. A partir de ahora, me quedare en casa. Vivire una vida tranquila. Volveremos a Chartley.

Yo decidi en mi interior que no volveriamos. No estaba dispuesta a vivir encerrada en el campo, lejos de las alegrias de la ciudad, las intrigas de la Corte y la magia de Robert Dudley. El separarme de el estimulaba mi deseo, y sabia que cuando nos encontrasemos, yo seria tan apasionada como siempre… pese a que me aguijonease la conciencia, y estaria dispuesta a vivir el momento y a asumir las consecuencias, cuando llegase la hora. Me hice mas fuerte y me senti capaz de llevar a Walter adonde yo queria.

—Chartley es muy agradable —menti—. Pero, ?te has dado cuenta de que nuestras hijas estan ya crecidas?

—Desde luego que si. ?Cuantos anos tiene Penelope?

—Deberias recordar la edad de tu hija… que ademas es tu primogenita. Penelope tiene catorce anos.

—Es demasiado joven para casarse.

—Pero no para que le busquemos un partido conveniente. Me gustaria que se comprometiese con un pretendiente aceptable.

Walter concedio que yo tenia razon.

—He pensado concretamente en Philip Sidney —dije—. Estuvo con nosotros cuando recibi a la Reina en Chartley y el y Penelope se tomaron afecto. Es aconsejable que una chica conozca a su futuro marido antes de que se vea casada con el.

Walter acepto una vez mas y dijo que Phillip Sidney seria una excelente eleccion.

—Como sobrino de Leicester, gozara del favor de la Reina —comento—. Tengo entendido que sigue gozando del mismo ascendiente sobre ella.

—Aun sigue gozando ampliamente de su favor.

—Sin embargo, hay algo que debemos tener en cuenta. Si la Reina se casase con un principe extranjero, dudo que se tolerase a Leicester en la Corte, y entonces sus parientes no gozarian de una posicion tan ventajosa.

—?Creeis acaso que vaya a casarse alguna vez?

—Sus ministros intentan persuadirla a que lo haga. La falta de heredero al trono es un problema cada vez mas agobiante. Si muriese, habria discrepancias, y eso nunca es bueno. Su Majestad deberia dar un heredero al pais.

—Es ya un poco vieja para tener hijos, aunque nadie se atreveria a decir tal cosa en su presencia.

—Podria tenerlos.

Me eche a reir, subitamente entusiasmada ante la idea de ser ocho anos mas joven que ella.

—?Que os hace tanta gracia? —pregunto Walter.

—Vos me la haceis. Habriais ido a la Torre por traicion si ella os hubiese oido.

?Oh, que aburrido era y que cansada estaba de el!

Con Robert solo podia tener conversaciones precipitadas y fragmentarias.

—Esto es insoportable —me decia.

—No puedo escapar de Walter, ni puedes tu venir a Durham House.

—No te preocupes, ya resolvere algo.

—Mi querido Robert, no podras nunca compartir nuestra cama. Walter se daria cuenta de que sucedia algo raro.

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