Pese a lo frustrada que me sentia, me emocionaba ver cuanto afectaba a Robert la situacion.

—Bueno, Robert —dije— tu eres un mago. Espero tu magia.

Algo habia que hacer pronto despues de esto porque lo que supongo que era inevitable, sucedio. Alguien (nunca supe quien) le habia cuchicheado a Walter que Robert Dudley se habia tomado un interes insolito por su esposa.

Walter se nego a creerlo… no por Robert sino por mi. ?Que simple era! Yo podria haberle convencido, pero Robert tenia algunos enemigos peligrosos cuyo objetivo no era tanto crear conflictos en la familia Essex como arrebatarle a Robert el favor de que gozaba ante la Reina.

Luego llego aquella noche en que Walter entro en nuestro dormitorio, muy serio:

—He oido unas acusaciones malevolas y calumniosas —dijo.

Empezo a latirme muy deprisa el corazon, tan culpable me sentia, pero consegui preguntar tranquilamente:

—?Sobre quien?

—Sobre vos y Leicester.

Yo abri mucho los ojos esperando parecer inocente.

—?Que quereis decir, Walter?

—Me dijeron que erais su amante.

—?Y quien puede haber dicho tal cosa?

—Solo me lo dijeron tras prometer yo que mantendria en secreto la identidad del confidente. No lo creo de vos, Lettice, pero Dudley tiene una reputacion nada recomendable.

—Aun asi, dificilmente podreis creerlo de el si no lo creeis de mi.

?Imbecil!, pense, y decidi que el ataque era el mejor medio de defensa:

—Y he de confesaros que me parece indigno que andeis hablando de vuestra esposa con extranos en rincones oscuros.

—No lo crei de vos, Lettice, os lo aseguro. Debia ser otra la que vieron con el.

—Sospechais de mi, no me cabe duda —le acuse, procurando espolear mi colera. Fue muy eficaz. El pobre Walter casi me pidio perdon.

—De veras que no, pero queria que vos misma me dijeseis que todo era falso. Y asi se lo hare saber al individuo que oso decirmelo.

—Walter —dije—, vos sabeis que es falso. Yo tambien lo se. Si aireais este asunto, llegara a oidos de la Reina y ella no os lo perdonara. Ya sabeis que no le gusta que se hable mal de, Robert Dudley.

El guardo silencio, pero me di cuenta de que mis comentarios le habian afectado.

—Lo siento por la mujer que llegue a tener relaciones con el —dijo.

—Lo mismo digo yo —anadi significativamente.

Pero aquello me preocupo. Tenia que ver a Robert para explicarle lo ocurrido. Me resultaba dificil. Tenia que buscar una oportunidad, y como Robert siempre estaba intentando lo mismo, conseguimos al fin poder charlar un rato.

—Esto me vuelve loco —dijo Robert.

—Pues voy a contarte algo que os volvera aun mas loco —conteste.

Y se lo conte.

—Alguien debe haber hablado —dijo Robert—. Ahora diran que tu reciente enfermedad se debio a que tenias que librarte de un nino mio.

—?Quien pudo hacer esto?

—Mi querida Lettice, aquellos en los que mas confiamos son los que nos vigilan y espian.

—Si esto llega a oidos de Walter… —empece.

Robert tercio, ironicamente:

—Si llega a los de la Reina, si que tendriamos motivos para preocuparnos.

—?Que podemos hacer?

—Dejalo de mi cuenta. Tu y yo nos casaremos. De eso estad segura. Pero primero habra que hacer ciertas cosas.

Me di cuenta de lo que se esforzaba por resolver la situacion cuando Walter recibio recado de la Reina. Debia ir a visitarla sin dilacion.

Cuando volvio a Durham House yo le esperaba impaciente.

—Bueno, ?que paso? —pregunte.

—Es una locura —contesto—. Ella no comprende. Me ha ordenado volver a Irlanda.

Procure no traslucir mi alivio. Aquello sin lugar a dudas era obra de Robert.

—>Me ofrece el puesto de Earl Marshal de Irlanda.

—Eso es un gran honor, Walter.

—Eso cree ella que creo yo. Intente explicarle la situacion.

—?Y que dijo ella?

—No me lo permitio.

Hizo una pausa y me miro inquisitivamente.

—Leicester estaba con ella —continuo—. No hacia mas que decir lo importante que era Irlanda, y que yo era el hombre adecuado para ese puesto. Creo que el ha contribuido mucho a convencer a la Reina.

Guarde silencio, fingiendo sorpresa.

—Oh, si. Leicester dijo que era una gran oportunidad que se me concedia para hacer olvidar mi fracaso. No quisieron escucharme cuando intente explicar que no comprendian a los irlandeses.

—Y… ?que paso al final?

—La Reina dijo claramente que esperaba que aceptase. No creo que te guste aquello, Lettice.

Tenia que ir con cuidado ahora, asi que dije:

—Oh, Walter, aprovecharemos la ocasion lo mejor posible.

Esto le satisfizo. Aun dudaba de Leicester, y aunque el codigo moral de Walter le obligaba a aceptar la palabra de su esposa, me daba cuenta de que aun seguia recelando.

Fingi hacer algunos preparativos para ir a Irlanda, aunque, por supuesto, no tenia la menor intencion de ir alli.

Al dia siguiente, le dije:

—Walter, estoy muy preocupada con Penelope.

—?Por que? —pregunto, sorprendido.

—Ya se que es joven, pero muy madura para su edad. Creo que no es demasiado discreta en sus amistades con el sexo opuesto. Tambien Dorothy me preocupa y sorprendi a Walter llorando y al pequeno Robert muy triste, intentando consolarle. Robert dijo que iba a ir a ver a la Reina para pedirle que no me dejase ir a Irlanda. Estare tan preocupada por ellos si me voy.

—Tienen consigo a sus tutoras y a la servidumbre.

—Necesitan mas que eso. Sobre todo Penelope. A su edad… y los chicos son demasiado pequenos para dejarles. He hablado con William Cecil. Se llevara a Robert a su casa antes de irse a Cambridge, pero aun no dejara su casa. No podemos abandonar los dos a los ninos, Walter.

Me salvaron los ninos. Walter, aunque estaba muy decidido, queria mucho a su familia y no deseaba verles sufrir. Pase mucho tiempo con el, escuchando su version del problema irlandes e hice planes para el futuro cuando el volviese a casa… que seria pronto, le dije. Disfrutaria entonces de una buena situacion en la Corte, como Earl Marshal de Irlanda, y quiza si volviese a ir alla mas tarde podriamos ir todos con el.

Por ultimo se fue. Me abrazo carinosamente antes de irse y me pidio perdon por aquella calumnia que se habia levantado contra mi. Estaria bien, me dijo, volver a llevar los ninos a Chartley y, tan pronto como el regresase hariamos nuestros planes para el futuro. Casariamos a las ninas y educariamos a los ninos.

Le abrace con verdadero afecto, pues parecia muy triste, y senti, mezcladas con el alivio de que se fuese, piedad por el y verguenza por lo que yo estaba haciendo.

Le dije que debiamos de soportar aquella separacion por el bien de los ninos, y, aunque esto pudiese parecer la mayor hipocresia, en aquel momento derrame lagrimas autenticas y me alegre de que mi evidente emocion pareciese consolarle.

En julio embarco para Irlanda y yo reanude mis encuentros con Robert Dudley. Robert me dijo que el habia

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