significaba su permanente ausencia de Inglaterra! Su colera fue terrible, segun los testigos presenciales. Alguien (que debia querer sembrar discordia) menciono que la «condesa de Robert» estaba preparandose para unirse a el con el rango de Reina.

?Que juramentos y exabruptos lanzo Isabel! Decian que ni su padre la superaba en eso. Juro por la sangre de Dios que les daria a Leicester y a su Loba una leccion. Asi que querian jugar al rey y la reina, ?eh? ?Ella les ensenaria que la dignidad real no era algo que pudiesen tomar los vasallos, solo porque estuviesen tan descarriados como para considerarse (erroneamente) dignos de ello!

Envio inmediatamente a Heneage. Debia ver a Leicester y decirle que dispusiese lo necesario para otra ceremonia. En ella renunciaria a su cargo y diria al pueblo de los Paises Bajos que no era mas que un subdito de la Reina de Inglaterra que habia caido ademas en desgracia por haber aceptado aquel nombramiento sin permiso de su Soberana. Luego, debia volver y pasaria a la Torre.

El pobre Davison fue severamente reprendido y apenas se le permitio hablar. Pero Isabel escucho al cabo de un rato y luego, cuando su colera se aplaco un poco, debio pensar en la humillacion a que iba a someter a Robert y modifico su decision. Robert debia, desde luego, renunciar a su cargo, pero debia hacerlo de la manera menos humillante posible. Aun asi debia saber que ella estaba furiosa. Que habia declarado publicamente, para que los principes extranjeros pudieran saberlo, que estaba decidida a no aceptar el gobierno de los Paises Bajos, y que lamentaba que uno de sus subditos lo hubiese aceptado, viendo en ello una especie de premio de que podia disfrutar, con lo que pareceria como si ella le hubiese dado permiso (pues nadie creeria que un subdito se hubiera atrevido a tanto) y se creeria que ella no habia cumplido su palabra.

—En cuanto a la Loba —grito—, puede sacar sus joyas del equipaje y sus lindos vestidos. Puede renunciar a la idea de pasear entre aclamaciones por La Haya. En vez de eso, habra de ir humildemente a la Torre y suplicar el privilegio de que le dejen ver al prisionero, cuidando mucho su actitud si no quiere verse encerrada alli tambien por un largo periodo.

?Pobre Robert! Que breve fue su gloria. Y pobre de mi, que habia creido salir de las sombras y me veia de nuevo en ellas. El odio de la Reina hacia mi se hizo aun mas profundo, pues sabia que acabaria convenciendose a si misma de que yo, y no su amado Robert, habia planeado y dispuesto sentarme en el trono.

Solo Robert podria haber sobrevivido a la desastrosa aventura de los Paises Bajos. Yo siempre habia sabido que Robert no era un soldado. Podia resultar muy impresionante desfilando por las calles, podia imaginarmelo en las ceremonias, pero era muy distinto el enfrentarse al curtido e implacable Duque de Parma, del que no podia esperarse que contemplase impavido como Robert disfrutaba y complacia al pueblo con grandes espectaculos.

Y cuando Parma golpeo donde menos le esperaban, el golpe fue terrible. Se apodero de la ciudad de Grave, que Robert habia creido bien fortificada. Despues de la de Venlo.

A la colera de la Reina se sumaban otras dificultades, pues no llegaba dinero de Inglaterra para la paga de los soldados y los oficiales andaban disputando entre si continuamente. Robert me explico mucho despues la pesadilla por la que habia pasado y me dijo que no queria volver nunca a los Paises Bajos.

La campana fue un completo desastre, y para nosotros una tragedia personal.

Yo estimaba mucho a la familia Sidney, y Philip era el favorito de todos nosotros. Su madre, Mary, y yo nos habiamos hecho muy amigas, pues ambas estabamos desterradas de la Corte, ella voluntariamente y yo en contra de mi voluntad.

Aun se cubria la cara con un fino velo y pocas veces iba a la Corte, aunque la Reina seguia recibiendola muy afectuosa y respetaba su deseo de permanecer en la intimidad de sus aposentos en la residencia real. Isabel jamas olvidaba a que debia Mary sus cicatrices, y su estimacion por ella jamas se debilito.

En mayo supe por Mary que la salud de su esposo empeoraba. Llevaba un tiempo enfermo y se negaba a descansar; no fue pues sorprendente que muriese poco despues. Fui a Penshurst a estar con ella, y me alegre de haberlo hecho, pues en agosto murio la propia Mary. Su hija, Mary, condesa de Pembroke, vino a Penshurst a acompanar a su madre en la hora final, y lamentamos que Philip estuviese con el ejercito en los Paises Bajos y no pudiese estar presente.

Y fue una suerte, en cierto modo, que Mary Sidney muriese antes de que cayese sobre su familia la gran tragedia. La conocia lo bastante para saber que lo que iba a suceder habria sido para ella el golpe mas cruel de su vida.

Leicester decidio atacar Zutphen en septiembre, un mes despues de la muerte de Lady Sidney.

La historia de lo que paso, se recompuso luego, y es una historia de imprudencia y heroismo, y muchas veces pienso que si Philip hubiese sido mas realista y menos caballeroso no tendria por que haber sucedido.

Una serie de incidentes llevaron a lo que siguio. Cuando dejo su tienda se encontro con Sir William Pelham, que se habia olvidado de ponerse la armadura de las piernas. Tontamente, Philip dijo que no debia tener ventaja alguna respecto a un amigo y se quito tambien la suya. Fue un gesto ridiculo por el que pago un caro precio. Pues mas tarde, en el combate, le alcanzo una bala en el muslo izquierdo. Consiguio mantenerse a caballo, pero sufria mucho por la perdida de sangre y, rodeado de sus amigos, grito que se moria de sed y no de perdida de sangre. Le arrojaron una cantimplora, pero cuando estaba a punto de beber vio que un soldado que agonizaba en el suelo pedia debilmente agua.

—Tomala —dijo Philip, con palabras que habian quedado inmortalizadas—. Tu necesidad es mayor que la mia.

Le trasladaron a la embarcacion de Leicester y le bajaron a Arnhem y alli le alojaron en una casa.

Fui a ver a su esposa, Frances, y, aunque embarazada de muchos meses, estaba preparandose para salir. Dijo que tenia que ir con el, pues el necesitaba sus cuidados.

—No debeis hacerlo en vuestro estado —le dije. Pero no quiso escucharme y su padre dijo que, puesto que tan decidida estaba, no la detendria.

Asi, pues, Frances se fue a Arnhem. Pobre muchacha, su vida no habia sido feliz, precisamente. Pero debia amarle, sin embargo. ?Quien podia evitar querer a Philip Sidney? Quiza Frances supiese que aquellos poemas de amor que escribia a mi hija Penelope no debian interpretarse como una ofensa para ella. Pocas mujeres habia capaces de aceptar una situacion semejante, pero Frances era una mujer extraordinaria.

Philip padecio una dolorosa agonia de veintiseis dias antes de morir. Yo sabia que su muerte seria un duro golpe para Robert, pues le consideraba casi como un hijo. Sus dotes, su gentileza, todo en Philip habia sido de tal naturaleza, que se ganaba la admiracion de todos y sin despertar la envidia de nadie, como la despertaban hombres como Robert, Heneage, Hatton y Raleigh, pues Philip no era ambicioso. Era un hombre de raras cualidades.

Supe que la Reina estaba muy afligida. Habia perdido a su querida amiga Mary Sidney, a quien siempre habia estimado, y ahora moria tambien Philip, a quien ella tanto admiraba.

Isabel odiaba la guerra. Decia que era absurda y que no conducia a nada y habia procurado evitarla durante todo su reinado. La agobiaban la perdida de sus queridos amigos y la amenaza cada vez mas patente de Espana, que aquella imprudente y absurda aventura en los Paises Bajos no habia hecho nada por conjurar.

El cuerpo de Philip fue embalsamado y trasladado en barco a Inglaterra, en un barco de velas negras que paso a llamarse el Buque Negro.

Al febrero siguiente hubo un funeral en su honor en la catedral de San Pablo.

La pobre Frances dio a luz un hijo muerto, cosa muy explicable despues de lo que habia soportado.

Leicester volvio a Inglaterra, pues el invierno no era epoca de campanas militares, y con el volvio mi hijo Essex.

Leicester fue primero a la Corte. Si no lo hubiese hecho, habria habido problemas y su posicion era precaria. Imagine su recelo al presentarse a su amada soberana. Essex vino a verme a mi primero. Estaba muy afectado por la muerte de Philip Sidney, y lloro explicandome que habia estado en su lecho de muerte.

—El hombre mas noble que he conocido —se lamentaba—. Y ha muerto. Estaba satisfecho de tener a su lado al conde de Leicester. Habia entre ambos un profundo afecto. Y a mi padrastro le afecto mucho su muerte. Philip me dejo su mejor espada. La atesorare siempre y espero ser digno de ella.

Habia visto a la pobre Frances Sidney… una mujer valerosa, dijo, pues no se encontraba en condiciones de

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