cruzar el mar. Haria todo lo posible por ayudarla, pues tal habia sido el deseo de Philip.

Tras informar a la Reina, Leicester vino a verme. La ultima aventura le habia envejecido, y su aspecto me impresiono. Habia tenido otro ataque de gota y estaba abrumado por la depresion debido al desenlace de la aventura.

—Gracias doy a Dios de que la Reina no me retirase su favor —me dijo con mucha vehemencia—. Cuando acudi a ella y me arrodille, me hizo levantar y me miro duramente con lagrimas en los ojos. Vio lo que yo habia sufrido y dijo que la habia traicionado, pero que lo que mas le dolia era que me hubiese traicionado a mi mismo, pues no me habia preocupado por mi salud cuando sabia que aquella habia sido su orden mas importante. Entonces me di cuenta de que todo estaba perdonado.

Le contemple, contemple aquella pobre parodia de aquel Leicester glorioso de otros tiempos y pense asombrada en el caracter de aquella mujer. El la habia desafiado y habia creido encontrar un medio de hacerse con la corona de los Paises Bajos, hecho que habria significado abandonarla a ella, y el mayor golpe de todos habia querido que yo tambien fuese a compartir aquella corona con el. Sin embargo, le perdonaba. No hay duda, me dije, de que le ama. Le ama de verdad.

Inglaterra victoriosa

En cuanto a vuestra persona, al ser lo mas sagrado y delicado que hemos de cuidar en este mundo, cualquier hombre debe temblar cuando piensa en ella; en especial al constatar que Vuestra Majestad tiene el valor regio de trasladarse a los confines de su Reino para enfrentarse a sus enemigos y defender a sus subditos. No puedo. Reina queridisima, consentirlo, pues en vuestro bienestar se basa la seguridad toda del Reino, y es, en consecuencia, primordial preservarlo.

Leicester a Isabel.

Su presencia y sus palabras reforzaron el valor de capitanes y soldados de forma increible.

William Camelen.

Estaba a punto de producirse el ultimo episodio de la tragica historia de Maria de Escocia. Se encontraba prisionera por entonces en nuestra mansion de Chartley, que ahora pertenecia a mi hijo Essex. Este se habia mostrado muy reacio a que se la utilizase como prision de la Reina y habia alegado que era demasiado pequena y muy poco adecuada. Pero se habian rechazado sus objeciones y, en aquellas camaras, que tanto yo como mi familia conociamos tan bien, donde yo habia jugado alegremente con mis hijos, tuvieron lugar las ultimas y dramaticas escenas de la vida de la Reina escocesa.

Alli habia participado ella en la Conjura de Babington, que habria de conducirla a su destruccion; la fase siguiente de su triste peregrinaje habia de ser el fatidico castillo de Fotheringay.

Todo el pais hablaba de ello, de como se habian reunido los conspiradores, como habian cruzado cartas entre ellos, como la Reina de Escocia habia participado activamente en la conjura y, en esta ocasion, era culpable tambien sin lugar a dudas. Walsingham tenia todas las pruebas en sus manos, y Maria fue declarada culpable de intentar organizar el asesinato de Isabel con el proposito de sustituirla en el trono.

Pero, aun con las pruebas delante, Isabel se resistia a firmar la sentencia de muerte.

Leicester se mostraba impaciente con ella, y le recorde que no hacia mucho el habia pensado reconciliarse con la Reina de Escocia considerando la posibilidad de que Isabel muriese y ella subiese al trono.

Robert me miro desconcertado. No podia entender mi inexperiencia en cuestiones politicas. Hasta entonces yo habia estado de acuerdo con el en lo que proponia. Oh, si, no habia duda de que mi amor se habia agotado.

—Si no se tiene cuidado —exclamo el, con vehemencia—, puede haber una tentativa de rescatar a Maria que tenga exito.

—No os veriais entonces en una posicion muy envidiable, mi senor —comente, malevolamente—. Tengo entendido que Su Majestad la Reina de Escocia es muy aficionada a los perros falderos, pero que le gusta escogerlos a ella, y no creo que tenga sitio para los que antes eran amigos de la Reina de Inglaterra.

—?Que te ocurre, Lettice? —pregunto el, asombrado.

—Me he convertido en una esposa olvidada —replique.

—Sabes perfectamente que solo hay una razon de que no este contigo.

—Lo se perfectamente —conteste yo.

—Basta entonces. Consideremos otros asuntos graves.

Pero lo que para el era grave, podia no serlo para mi. Eso no se le ocurria.

La gente estaba inquieta, y aun asi, la Reina jugaba el juego de la prevaricacion que habia practicado toda la vida. Le habia resultado casi siempre. Pero ahora sus leales subditos querian saber cuando podian regocijarse con la ejecucion de la Reina catolica.

Por ultimo, el secretario Davison le presento la sentencia de muerte a la Reina y esta la firmo. Y la ejecucion, de la que tanto se ha hablado, se llevo a cabo en el salon del castillo de Fotheringay.

Asi se libro de esta amenaza la Reina de Inglaterra. Pero habia una mayor: los espanoles.

Ella, aquella mujer extraordinaria, sufria remordimientos. Ella que era tan lista, tan sutil, se veia asediada por suenos y pesadillas. Habia firmado la sentencia de muerte que habia llevado al patibulo y a la decapitacion a la Reina de Escocia.

El Rey de Francia dijo que hubiese sido mejor envenenarla, porque asi al menos podria haber habido alguna duda sobre su muerte. Habia excelentes venenos disponibles, y algunos subditos de Isabel eran notorios por la gran pericia con que los usaban. ?Seria aquello una malevola alusion al celebre folleto? Podrian haberla ahogado con la almohada, procedimiento que, bien utilizado, apenas deja rastro. ?Pero no! La Reina de Escocia tenia que ser culpable, la Reina de Inglaterra habia firmado su sentencia de muerte. Y la habian llevado al salon del castillo de Fotheringay y la habian decapitado. Y mientras Inglaterra se regocijaba de haber eliminado para siempre la amenaza de la Reina escocesa, Isabel se veia asediada por intensos remordimientos.

Leicester decia que tenia miedo a que pudiese perder la razon. Se ponia furiosa con todos llamandoles asesinos, acusandoles de inducirla a firmar la sentencia, cuando sabian de sobra que ella nunca habia pretendido que se llegara a cumplir. Pese a conocer su voluntad, habian actuado precipitadamente.

?Que propio de ella era todo esto! Le comente a Leicester que lo que pretendia era librarse del sentimiento de culpa. Hablaba incluso de ahorcar a Davison. Al principio, Leicester, Burleigh y los que tanto se alegraban de que hubiese desaparecido la amenaza, estaban aterrados; hasta que comprendieron que ella no tenia ninguna intencion de hacer locuras y solo estaba aplacando a sus enemigos. Temia la guerra. Sabia que los espanoles estaban construyendo una Armada para ir contra ella. No queria que los franceses se uniesen a ellos y atacasen al mismo tiempo. Habia que tener tambien en cuenta a los escoceses. Habian depuesto a su Reina y la habian obligado a huir, pero estarian dispuestos a ir contra la Reina de Inglaterra por haberla decapitado. Ademas estaba el joven James, su hijo.

Los remordimientos de la Reina empezaron a ser menos notorios. Su corazon sin duda debio aceptar la realidad de que la vida iba a ser mas comoda ahora que la Reina de Escocia ya no existia… aunque, de cualquier modo, se habia decapitado a una Reina, y eso podria sentar un precedente. A pesar de los anos transcurridos, la hija de Ana Bolena, aun sentia a veces el trono demasiado inseguro para su tranquilidad. El pensamiento de lo que le habia sucedido a una Reina cuya legitimidad jamas se habia puesto en duda, la llenaba de aprension. No queria

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