que el deponer reinas se convirtiese en costumbre.

Pero otras cuestiones la ocupaban, y la mas importante era la creciente amenaza de la armada espanola.

Me llegaron noticias a traves de los espias de Leicester de que la Reina estaba muy emocionada con mi hijo. Essex estaba madurando, pero eso no disminuia su atractivo. Destacaba por su belleza, con aquel pelo rojizo y aquellos ojos oscuros relampagueantes que heredaba de mi. Creo que era como yo en muchos sentidos. Era vanidoso (como lo habia sido yo en mi juventud); y daba la impresion de creer que el mundo habia sido hecho para el y que todos debian compartir su punto de vista. Una caracteristica que no heredaba de mi y que era opuesta por completo al caracter de Leicester era su franqueza. Nunca se paraba a pensar las consecuencias de sus palabras; si creia algo, lo decia: Esto no era una cualidad de cortesano, desde luego, y no le proporcionaria el favor de la Reina que desde su juventud habia estado rodeada de aduladores cuya unica idea habia sido decir lo que ella queria oir.

No podia evitar la comparacion entre Leicester y Essex, porque ambos eran favoritos de Isabel y estoy segura de que jamas se intereso tanto por ningun hombre como por ellos dos. Era ironico que fuese a elegir a mi esposo y a mi hijo, considerando la relacion que existia entre ella y yo. Me proporciono una nueva ansia de vida el enterarme de que su afecto por Essex crecia. Queria que le tomase cada vez mas afecto. Solo el afecto la haria vulnerable.

Decidi hacer cuanto pudiese para ayudarle a conservar aquel vacilante favor. No es que pudiese hacer mucho, aparte de darle consejos. Pero podia decir que la conocia bien (habia percibido su fuerza y su debilidad debido a la rivalidad que existia entre nosotras) por lo que quiza pudiese serle util.

A menudo dudaba de que Essex fuese capaz de conservar el favor de la Reina. Una de las grandes ventajas de Leicester habia sido su habilidad, como dijo alguien «para meterse su pasion en el bolso». El, siempre los ojos especiales de ella, la habia ofendido una y otra vez y habia acudido a ella y ella le habia perdonado. Era una leccion que mi hijo tenia que aprender: no guardar rencor y poner freno a su lengua. Quizas al principio su graciosa juventud resultase atractiva a Isabel. Sin duda debian divertirle sus comentarios francos y sinceros; pero me preguntaba si seguirian pareciendoselo mucho tiempo.

Cuando vino a verme, hablaba de la Reina y le chispeaban los ojos de admiracion.

—Es maravillosa —decia—. No hay ninguna como ella. Se que es una mujer mayor, pero estando ante ella, uno olvida la edad.

—De lo bien disfrazada que esta con colorete y polvos y afeites —replique—. Por la sedera me entere de que esta haciendole doce pelucas, y que ademas el pelo ha de ser del color del suyo cuando era joven.

—No entiendo de esas cosas —contesto impaciente Essex—. Lo unico que se es que el estar en su compania es como estar con una diosa.

Debia sentirlo asi, porque si no, no lo hubiese dicho. Senti una gran oleada de celos de aquella mujer que tenia poder para quitarme primero a mi esposo y luego a mi hijo.

Como ya he dejado entrever, siempre tuve un afecto especial por mi apuesto hijo, pero lo que sentia por Essex se intensifico y en el fondo de mi corazon sabia que esto se debia en cierto modo al afecto que la Reina sentia por el.

Pero el interes que manifestaba por Essex no disminuia en modo alguno el que mostraba por Leicester. Yo a veces pensaba que Leicester era para ella como un esposo y Essex como un joven amante; pero siendo la clase de mujer que era, de un caracter muy posesivo, no podia soportar que uno de ellos gozase de la compania de otra mujer, y menos aun de la de su esposa y madre, ni que se apartasen de su lado, no fuese a necesitarlos.

Eran aquellos tiempos de creciente tension y nerviosismo. La amenaza espanola era cada vez mas inminente y estaba en el pensamiento de todos. Habia problemas en los Paises Bajos y se envio alli de nuevo a Leicester… esta vez para decirles que llegaran a un acuerdo con los espanoles, pues con la amenaza ante sus propias costas, la Reina ya no podia permitirse preocuparse por ellos. En esta ocasion, no permitio que Essex acompanase a su padrastro.

—Alguien ha de entretenerme —dijo; y le honro haciendole su caballerizo, puesto que le quito a Leicester, haciendole a cambio senescal de su Corte. Queria hacer ver a Leicester que solo podia haber para ella unos Ojos, y que nada alteraria esto; pero, al mismo tiempo, le gustaba tener a su lado a su apuesto hijastro.

Leicester debio darse cuenta por entonces de que cuando la Reina entregaba su afecto era para siempre. ?Pobre Leicester! Ahora estaba viejo y enfermo. ?Donde habia ido el apuesto heroe de su juventud y de la mia? El ya no lo era, le habia sustituido un hombre aun de gran estatura, pero pesado, enrojecido, asediado por la gota y otros males consecuencia de una vida de excesos.

Sin embargo, la Reina le fue fiel durante toda la vida. Leicester habia conseguido sobrevivir a la misteriosa muerte de su primera esposa, a su matrimonio conmigo, a sus tentativas de enganarla y, por ultimo, al tremendo fiasco de los Paises Bajos. Sin duda era una fiel amante.

Le gustaban las elegancias como siempre, y habia tomado la costumbre de vestirse principalmente de blanco. Siempre le habia gustado el blanco, desde los tiempos en que los colores de moda eran el blanco y el negro. El blanco le sentaba bien a su rostro maduro, segun creia. En las raras ocasiones en que la vi por esta epoca (siempre sin que ella me viera, quizas al pasar por la calle en sus recorridos por el pais), no pude por menos de darle la razon. Habia conservado su cutis, y su moderacion en la comida y la bebida habia mantenido su figura delgada y juvenil. Se desenvolvia con suma gracia (de hecho, jamas vi caminar ni sentarse a nadie con tanta majestad) y desde lejos aun podia parecer joven. Y el brillo y la pompa de que se rodeaba la predisponian a aceptarse inmortal.

Conociendo bien a Essex, me di cuenta de que, en cierto modo, estaba enamorado de ella. No queria apartarse de su lado. Paso todo el verano en la Corte, y ella se sentaba a jugar a las cartas con el hasta altas horas de la madrugada. El hecho mismo de que fuese expansivo y sincero debia divertirla, pues siendo el hombre que era (ajeno a cualquier ocultamiento de una emocion) debia manifestar patentemente su admiracion por ella; y, viniendo de un joven mas de treinta anos menor que ella, esto debia constituir un verdadero cumplido.

Yo la entendia muy bien. Sabia lo que podia significar la admiracion de un hombre joven y agradable. Habia reanudado mi amistad con Christopher Blount, que habia regresado de los Paises Bajos mas refinado de lo que se habia ido. Era mas energico, mas exigente, cualidad que no me molestaba. Permitia que me tomase y continuamos con esta interesante aventura que tenia para mi el merito del romance, simplemente porque debiamos obrar con mucha cautela.

Le dije que su vida correria peligro si Leicester lo descubria y el compartia ese temor. Pero eso daba mayor atractivo a nuestro amor.

Entretanto, Essex despertaba la envidia de los demas cortesanos y en especial de Walter Raleigh, que se sentia desplazado por mi hijo.

Raleigh era mayor que Essex y bastante mas astuto. Tenia mucha facilidad de palabra y una lengua de miel, cuando queria, pero era capaz de decirle algunas verdades a la Reina cuando consideraba que era el momento adecuado de hacerlo. Ademas de su notable apostura, que habia atraido de inmediato a la Reina, era hombre de gran talento y de muy buen juicio. Ella le llamaba su Agua, quiza porque se llamaba Walter[2]; quiza porque le resultaba refrescante; quiza porque le gustaba verle fluir a su alrededor. Sin embargo, el hecho de que le hubiese puesto un sobrenombre era indicio del afecto que sentia por el.

Y estaban tambien los favoritos de edad madura. El pobre Hatton lo mismo que Robert, iba haciendose viejo, y tambien Heneage. Pero, debido a su caracter leal y al hecho de que le eran utiles, les conservaba a su lado y les era casi tan fiel, a su modo, como con Leicester, solo que, por supuesto, ellos sabian (y lo sabia todo el mundo en la Corte) que nadie podria jamas ocupar en su corazon el lugar que pertenecia a Leicester, el amado de su juventud, al que habia sido fiel toda la vida.

Essex y mis hijas me contaban pequenas anecdotas de la Corte y a mi me encantaba escuchar. Penelope estaba muy satisfecha de que su hermano gozase del favor de la Reina, y me aseguraba que de alli a poco el insistiria ante la Reina para que me recibiese.

—Dudo que yo aceptase ir en tales condiciones —dije.

—Mi senora, iriais en las condiciones que fuese —replico mi hija—. Jamas os aceptara como ayudante de

Вы читаете Mi enemiga la reina
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату