Bravo parecia un viejo de treinta anos; no es que hubiera envejecido, la vejez era parte de su vida, tenia la cara cruzada de cicatrices porque se habia cortado el rostro en un accidente de auto. Habia sido un excelente jugador juvenil de tenis, pero su carrera se habia interrumpido luego de ganar un torneo juniors en el Law Tenis de Vina del Mar y no se habia repuesto nunca de las expectativas frustradas. Tenia tanto talento natural para jugar al tenis que lo llamaban el Manco -como a Gardel lo llaman el Mudo- y, como todo hombre de talento natural, cuando perdio ese don -o ya no pudo emplearlo- quedo convertido en una especie de filosofo espontaneo que miraba el mundo con el escepticismo y la lucidez de Diogenes en el tacho de basura. No habia hecho nada con el don que habia recibido, salvo ganarle la final de ese torneo juvenil en Chile a Alexis Olmedo, el tenista peruano que anos despues iba a ganar en Wimbledon. Bravo tuvo que retirarse del circuito antes de entrar en el, por una extrana lesion en la mano derecha que le impidio jugar; asi empezo su decadencia y su vejez. Volvio al pueblo y su padre, rematador de hacienda, le consiguio un puesto en el diario como cronista de Sociales porque todavia tenia el aura de haber jugado al tenis en los
– Nadie puede imaginar -le dijo luego a Renzi cuando ya habian tomado varias copas y estaban en la etapa de las confesiones sinceras- lo que es tener talento para hacer algo y no poder hacerlo. O al menos imaginar que uno tiene talento para hacer algo y sin embargo no puede hacerlo.
– Ya se -dijo Renzi-. Si se trata de eso, la mitad de mis amigos (y yo mismo) padecemos ese mal.
– No puedo jugar al tenis -se quejo Bravo.
– En general mis amigos tienen tanto talento que ni siquiera les hace falta hacer nada.
– Entiendo -dijo Bravo-. Mira como seran de esnobs aca que a mi me consideran uno de ellos porque entrene con Rod Laver. -Se quedo quieto esperando la sonrisa de Renzi. Deliraba un poco, gracias al whisky gratis que le servian en el Club-. A veces, cuando preciso plata -dijo de pronto-, me voy a jugar a la paleta contra los paisanos que no me conocen y siempre les gano. No hay nada mas diferente a una cancha de tenis que un fronton de paleta vasca, pero la clave sigue siendo ver la pelota y la vista no la he perdido y puedo jugar de zurda, con la mano atada. En Canuelas le gane a Utge -dijo como si le hubiera ganado un concurso de poesia a William Shakespeare.
Despues de una pausa le fue contando a Renzi, como si necesitara seguir con las confidencias, que a veces le parecia que sentia el sonido limpio de la pelota al rozar el fleje, pero hacia tanto tiempo de su experiencia en las canchas que tardaba en identificar el sonido que todavia lo emocionaba.
Renzi volvio a pensar que el tipo desvariaba un poco, pero estaba acostumbrado, porque era habitual el desvio hacia el delirio en los periodistas cuando hablaban para no decir nada. Confidencias personales y noticias falsas, ese era el genero.
– No sabes los negocios que estan haciendo los militares antes de irse… -dijo de pronto Bravo-, van a vender hasta los tanques de guerra. Aca estan seguros de que Peron vuelve y que los soldados se van a los cuarteles. Y estan haciendo todos los arreglos que pueden antes de que se de vuelta la tortilla. Hablando de eso, ?que queres comer? Aqui hacen una tortilla a la espanola que no la vas a encontrar en Buenos Aires.
Bravo pidio mas whisky, pero como Renzi tenia hambre acepto la propuesta y pidio una tortilla de papas y una botella de vino.
– ?Que vino prefiere el senor? -le dijo un mozo con cara de pajaro que lo miraba con una rara mezcla de distancia y desprecio.
– Traigame una botella de Sauvignon Blanc -dijo Renzi-. Y un balde de hielo.
– Por supuesto, senor -dijo el mozo con los modales de un idiota que se creia hijo del conde Orloff.
Bravo prendio un cigarrillo y Renzi vio que le temblaba la mano derecha. La tenia un poco deformada, con una fea protuberancia en la muneca. Le parecio que usaba la mano derecha como si se obligara a hacerlo, como si todavia estuviera en terapia de recuperacion. Renzi imagino las maquinas electricas con tientos y grampas metalicas donde se pone la mano para que se estiren los nervios y las articulaciones.
– ?Te imaginas lo que es hacer Sociales en un pueblo como este? Te pasan las noticias por telefono antes de que las cosas sucedan, si no les prometes que las vas a escribir, no hacen nada. Primero se aseguran la noticia y despues vienen los hechos -le dijo Bravo-. En este club se arregla todo. Aquella del fondo, en la mesa redonda, es una de las hermanas Belladona.
Renzi vio a una muchacha pelirroja, alta y arrogante, que se inclinaba con gesto distraido a hablar con uno de esos hombres de cabeza muy chica, que tienen siempre algo siniestro, como si el cuerpo terminara en una cara de vibora. Era el fiscal. Renzi lo habia visto en la television. La muchacha hablaba recostada contra el respaldo de la silla y tenia la palma de la mano izquierda apoyada entre los pechos como si quisiera abrigarse. Esta sin corpino, penso Renzi, las mejores tetitas del campo argentino. La vio negar sin sonreir y anotar algo en un papel y despues despedirse con un beso rapido y alejarse hacia las escaleras que llevaban a la planta baja con un paso seguro y seductor.
– Paso hace tiempo -dijo Bravo, y empezo a contar-. Cueto tuvo una de las primeras Harley Davidson que entraron en la Argentina y cuando llego con esa maquina al pueblo, Ada Belladona solo queria que la llevara a pasear en moto. Salio con ella a dar una vuelta por la plaza y enseguida tuvieron un accidente. Ada se quebro una pierna y Cueto salio ileso. Siempre decia que para manejar una moto lo fundamental era saber caer. Tenia esa teoria. Los atletas, decia, deben primero aprender a caer. Le pregunto antes de subir y ella le dijo que sabia caer, pero la moto rozo uno de los canteros de la plaza y se arrastro como cincuenta metros sobre la pierna de la chica. Por casualidad no quedo invalida, la enyesaron desde la cadera hasta la punta de los dedos. Un trabajo de artistas, creo que encontraron a un escultor, Aldo Bianchi o uno de esos, decia ella, y mostraba el yeso que terminaba en una especie de aleta. Tenia la forma estilizada de la cola de una sirena y se apoyaba ahi. Era increible, tan delirante como Cueto, la chica, la enloquecia bailar, y una noche de verano fueron a Mar del Plata, a Gambrinus. ?Que te ha pasado, estas bien?, le preguntaban. Ella decia que se habia aplastado la pierna andando a caballo. Se levantaba una y otra vez para bailar. Clavaba en el suelo la pierna blanca y nitida, con esa forma de cola de pescado, y el resto del cuerpo giraba alrededor del yeso, como si fuera el capitan Ahab. [16]
Le gusto como contaba esa historia, era evidente que la habia contado tantas veces que la habia ido puliendo hasta dejarla lisa como un canto rodado. Claro que siempre se podia mejorar una historia, penso Renzi distraido, mientras Bravo habia pasado a otra cosa y retomaba las conjeturas sobre Duran. Pensaba que Tony se habia acercado a las hermanas Belladona solo para tener acceso al Club Social. Con ellas podia entrar, solo no lo hubieran dejado.
– Hubiese querido advertirle a Tony de que no viniera por aca -dijo Bravo.
– Estoy harto de esta basura -dijo de pronto Bravo, ya totalmente borracho-. Me quiero ir a la Capital… ?Habra laburo en
– No te lo recomiendo.
– Me voy a ir, seguro, no aguanto mas aca. Y no tengo mucho tiempo.
– ?Por?
– Quiero estar en Buenos Aires cuando vuelva Peron…
– ?No me digas? -dijo Renzi, despierto de pronto.
– Claro… Va a ser un dia historico.
– No te hagas tantas ilusiones… -dijo Renzi, y penso que Bravo queria ser como Fabrizio en