el escandalo. Opino que las hipotesis de Croce eran descabelladas y buscaban entorpecer la investigacion.
– No sabemos que significa ese presunto sospechoso que Croce anda buscando. Nadie lo conoce por aca, nunca tuvo relaciones con el muerto. Estamos viviendo tiempos caoticos, pero no vamos a permitir que un policia cualquiera ande haciendo lo que se le ocurra.
Enseguida ordeno a la policia provincial que trasladaran a Yoshio a la carcel de Dolores, por seguridad, segun dijo, mientras le abria el proceso. No se habia encontrado el arma homicida, pero habia testigos directos del hecho que situaron al acusado en el lugar y a la hora en que se cometio el crimen. Hizo todo lo que habia que hacer para cerrar el caso y caratularlo como crimen sexual. En voz baja y a quien quisiera escucharlo, Cueto aseguraba que el comisario ya no era de confiar y habia que sacarlo del medio. Mientras, Croce andaba como siempre por el pueblo y esperaba noticias. Nadie sabia bien que estaba pensando, ni por que se le habia dado por decir que el culpable no era Dazai.
A la hora de la cena, una noche, Renzi se lo encontro en el almacen de los Madariaga. Sentado en un costado, cerca de la ventana, Croce comia un bife de cuadril con papas fritas. Mientras comia hacia dibujitos, con un lapiz, en el mantel de papel. De vez en cuando se quedaba con la mirada perdida en el aire y un vaso de vino en la mano.
En su trabajo ocasional como cronista de policiales Renzi habia conocido a varios comisarios, la mayoria eran matones sin moral que solo querian el cargo para voltearse a todas las mujeres (sobre todo a las putas) y entrar en todas las transas posibles, pero Croce parecia distinto. Tiene el aire tranquilo de un paisano en el que se puede confiar, penso Renzi, que se acordo de pronto de la opinion de Luna, el director del diario, sobre los comisarios de policia.
«?A quien no le gusta ser comisario?», le habia dicho una noche el viejo Luna. «No seas ingenuo, nene. Ellos son los verdaderos tipos pesados. Tienen mas de cuarenta anos, ya han engordado, ya han visto todo, tienen varios muertos encima. Hombres muy vividos, con mucha autoridad, que pasan el tiempo entre malandras y punteros politicos, siempre de noche, en piringundines y bares, consiguiendo la droga que quieren y ganando plata facil porque todos los adornan: los pasadores de juego, los comerciantes, los mafiosos, los vecinos. Ellos son nuestros nuevos heroes, querido. Van siempre calzados, entran y salen, arman bandas, tiran abajo todas las puertas. Son los especialistas del mal, los encargados de que los idiotas duerman tranquilos, le hacen el trabajo sucio a las bellas almas. Se mueven entre la ley y el crimen, vuelan a media altura. Mitad y mitad, si cambiaran la dosis no podrian sobrevivir. Son los guardianes de la seguridad y la sociedad les delega la funcion de ocuparse de lo que nadie quiere ver», le decia Luna. «Hacen politica todo el tiempo, pero no se meten en politica, cuando se meten en politica es para tirar abajo a algun muneco de nivel medio, intendentes, legisladores. No van mas arriba. Como son heroes clandestinos, estan siempre tentados de meterse ellos tambien pero jamas lo hacen porque si lo hacen estan listos, se vuelven demasiado visibles», le dijo Luna aquella noche cenando en El Pulpito mientras lo instruia, una vez mas, sobre la vida verdadera. «Hacen lo que tienen que hacer y persisten mas alla de los cambios, son eternos, estan desde siempre…», dudo un momento Luna, se acordo Renzi, «desde la epoca de Rosas que hay comisarios de policia que son famosos, a veces pierden, como todo el mundo, los matan, los pasan a retiro, los mandan presos, pero siempre hay otro que ocupa ese lugar. Son malevos, querido, pero en ellos la dimension del mal es minima comparada con quienes les dan las ordenes. Un policia habla directo, va de frente, pone la cara», habia concluido Luna, «asi que no te hagas el loco y escribi lo que ellos te digan…» Le voy a hacer caso, penso Renzi, que se habia acordado de los consejos del viejo Luna cuando vio que Croce lo llamaba con un gesto.
– ?Quiere comer algo? -le dijo Croce.
– Si, claro -dijo Renzi-. Encantado.
Se acerco a la mesa, se sento y pidio una tira de asado y una ensalada de lechuga y tomate, sin cebolla.
– Este almacen fue lo primero que se hizo en el pueblo. Venian los peones golondrina en tiempo de la cosecha a comer aqui. -Renzi se dio cuenta enseguida de que el comisario necesitaba compania-. Cuando uno es comisario puede pensar que ha logrado reducir la escala de la muerte a una dimension personal. Y cuando digo muerte hablo de los que han sido asesinados. Uno puede matar a alguien accidentalmente -dijo Croce-, pero no puede
En la mesa haciendo dibujitos el comisario reconstruyo los hechos para si mismo, pero tambien para Renzi. Necesitaba siempre alguien con quien hablar para borrar su discursito privado, las palabras que le daban vueltas siempre en la cabeza como una musica y entonces al hablar seleccionaba los pensamientos y no decia todo, tratando de que su interlocutor reflexionara con el y llegara, antes, a sus mismas conclusiones, porque entonces podia confiar en su razonamiento ya que otro tambien lo habia pensado con el. En eso se parecia a todos los que son demasiado inteligentes -Auguste Dupin, Sherlock Holmes- y necesitan un ayudante para pensar con el y no caer en el delirio.
– Para Cueto el criminal es Yoshio y el motivo son los celos. Un crimen privado, nadie esta implicado. Caso resuelto -dijo Renzi.
– Me parece que Cueto siempre esta diciendo que las cosas que parecen diferentes en realidad son lo mismo, en tanto que a mi me interesa mostrar que las cosas que parecen lo mismo son en realidad diferentes.
Todo es segun lo que sabemos
Renzi lo miro.
– Todo consiste en diferenciar lo que es de lo que parece ser… -siguio Croce-.