cerrado y que las pruebas restantes no debian ser entregadas a la justicia hasta no resolver el motivo del crimen. Habia que abrir otro proceso para descubrir al instigador. El asesino habia sido descubierto pero no el causante. De inmediato, Cueto decreto lo que llamaba una medida cautelar y exigio que el dinero fuera depositado en los tribunales.
– ?Que dinero? -dijo Croce.
Y ese fue un chiste que corrio por el pueblo durante dias y que todos repetian como respuesta a cualquier pregunta.
?Que dinero?
De ese modo Croce resistio la intimacion de que entregara la plata y se nego amparandose en el secreto de la investigacion. Su idea era esperar a que se presentara el dueno de los dolares. O que apareciera alguien a reclamarlos.
Tenia razon, pero no lo dejaron actuar porque quisieron tapar el asunto y cerrar la causa. Tal vez Yoshio habia dejado la bolsa con los dolares en el deposito del hotel, argumentaba Cueto, porque pensaba pasar a buscarla cuando todo se calmara. Si el asesino se habia apropiado de los dolares el caso estaba cerrado, si se probaba que el dinero habia tenido otro destino, el asunto seguia en marcha.
En ese momento Cueto convencio a Saldias de que declarara contra Croce. Lo intimido, le hizo promesas, lo soborno, nunca se supo. Pero Saldias dio testimonio y dijo que Croce tenia el dinero escondido en un placard y que desde hacia algunas semanas veia actitudes extranas en el comisario.
Saldias lo habia traicionado, esa era la verdad. Croce lo queria como a un hijo (claro que Croce queria a todos como a un hijo porque no sabia muy bien que clase de sentimiento era ese). Todos recordaron que habia habido algunas tensiones y habian tenido diferencias sobre los procedimientos. Saldias formaba parte de la nueva generacion de criminalistica, y si bien admiraba a Croce, sus metodos de investigacion no le parecian apropiados ni «cientificos» y por eso habia aceptado dar testimonio sobre la conducta antirreglamentaria y las medidas estrafalarias de Croce. No hay criterio apropiado en la investigacion, dijo Saldias, que seguramente buscaba ascender y para eso necesitaba que Croce pasara a retiro. Y eso fue lo que sucedio. Cueto hablo de la vieja policia rural, de la nueva reparticion que obedecia al poder judicial, y todos en el pueblo comprendieron, con cierta pesadumbre, que el asunto venia mal para Croce. Hubo una orden del jefe de policia de la provincia y Croce fue pasado a retiro. De inmediato Saldias fue nombrado comisario inspector. El dinero que habia traido Duran se requiso y fue enviado a los tribunales de La Plata.
Despues de que Croce paso a retiro su conducta se volvio aun mas extrana. Se encerro en su casa y dejo de hacer lo que siempre habia hecho. Las rondas a la manana que terminaban en el almacen de los Madariaga, las recorridas por el pueblo, su presencia en la comisaria. Por suerte, la casa donde habia vivido siempre estaba en regla y no lo podian desalojar hasta que no le cerraran el expediente. Lo veian moverse de noche por el jardin y nadie sabia lo que hacia, se paseaba con el cuzco, que lloraba y ladraba, en la noche, como pidiendo ayuda.
Madariaga se acerco una tarde a saludarlo pero Croce no lo quiso recibir. Salio vestido con un sobretodo y una bufanda y le hizo el gesto de saludo con la mano y otros gestos que Madariaga apenas pudo entender pero que parecian decirle, por senas, que estaba bien y que lo dejaran de joder. Habia cerrado el porton con candado y era imposible entrar en la casa.
En esos dias Croce empezo a escribir cartas anonimas. Las escribia a mano con la letra apenas cambiada como seguramente habia visto hacer alguna vez a algun chantajista del pueblo. Y las dejaba furtivamente en los bancos de la plaza, sostenidas con un cascote para que no se las llevara el viento. Tenia los datos, conocia los hechos. Las cartas giraban sobre los hermanos Belladona y la fabrica. Los anonimos eran un clasico en el pueblo, asi que rapidamente todos conocieron el contenido y especularon sobre su origen.
Renzi escuchaba los comentarios sobre la situacion mientras cenaba en el restaurante del hotel. Todos hablaban del caso y tejian hipotesis diversas y reconstruian los sucesos a su manera. El local era amplio, con manteles en las mesas, lamparas de pie y un estilo tradicional y tranquilo. Renzi habia publicado varias notas sosteniendo la posicion de Croce sobre el caso y el viraje de los hechos habia confirmado sus sospechas. No se imaginaba como iban a seguir las cosas, posiblemente iba a tener que volver a Buenos Aires porque en el diario le decian que el asunto habia perdido interes. Renzi pensaba en esa posibilidad mientras comia un pastel de papas y se iba liquidando, lentamente, una botella de vino El Vasquito. En ese momento vio a Cueto que entraba en el local y luego de saludar a varios parroquianos y recibir lo que parecian aplausos o felicitaciones se acerco a la mesa de Renzi. No se sento, se paro al costado y le hablo casi sin mirarlo, con su aire condescendiente y sobrador.
– A mi tampoco
– No te metas donde no te llaman. -Hablaba ahora con el tono descuidado y frio de los matones de las peliculas. El cine, segun Renzi, le habia ensenado a todos los provincianos a parecer mundanos y canallas-. Mejor te vas…
– Habia pensado volverme, la verdad, pero ahora me voy a quedar unos dias mas -dijo Renzi.
– No te hagas el gracioso… Sabemos bien quien sos vos.
– Voy a citar esta conversacion.
– Como te parezca -le sonrio Cueto-. Sabras lo que haces…
Se alejo hacia la entrada y se detuvo en otra mesa a saludar y despues se fue del restaurante.
Renzi estaba sorprendido, Cueto se habia tomado el trabajo de venir a intimidarlo, muy raro. Fue al mostrador y pidio el telefono.
– Es como un ovni -le explico a Benavidez, el secretario de redaccion-, hay una valija con plata y una historia rarisima. Me voy a quedar.
– … No te puedo autorizar, Emilio.
– No me jodas, Benavidez, tengo la primicia.
– ?Que primicia?
– Me estan apretando aca.
– ?Y con eso?
– Croce esta en el manicomio, manana lo voy a visitar…
Le salia confusa la descripcion, por eso le pidio que le diera con su amigo Junior, que estaba a cargo de las investigaciones especiales en el diario, y despues de algunas bromas y largas explicaciones lo convencio para quedarse unos dias mas. Y la decision dio resultado porque de golpe la historia habia cambiado y tambien su situacion.
La luz de la celda se habia apagado a medianoche, pero Yoshio no podia dormir. Permanecia inmovil en el camastro tratando de recordar con precision cada momento del ultimo dia que habia estado en libertad. Lo reconstruia con cuidado, desde el mediodia del jueves cuando acompano a Tony a la peluqueria, hasta el instante fatal en el que sintio los golpes en la puerta cuando fueron a arrestarlo el viernes a la tarde. Veia a Tony sentado en el sillon niquelado, frente al espejo, cubierto con una tela blanca, mientras Lopez le enjabonaba la cara. La radio estaba prendida, trasmitian «La oral deportiva», serian las dos de la tarde. Comprendio que reconstruir ese dia en todos sus detalles iba a llevarle un dia entero. O quiza mas. Hace falta mas tiempo para rememorar que para vivir, penso. Por ejemplo, ese ultimo dia a las seis de la manana estaba sentado en uno de los bancos de la estacion, mientras Tony le mostraba un paso de baile que era muy popular en su pais.