Vivia en los altos de la casa, en un amplio desvan al que se accedia por una escalera interior. Cuando Renzi recurrio a ella, su unica distraccion parecia ser completar los crucigramas de antiguos numeros de la revista
– No hay mucho que hacer aqui, los lectores se han ido muriendo -le dijo-. Pero este lugar tiene la ventaja de ser mas tranquilo que el cementerio, aunque el trabajo es el mismo.
Rosa habia estudiado Historia en Buenos Aires y habia empezado a dar clases en un colegio de Pompeya, pero se caso con un rematador de hacienda y volvio con el al pueblo; al poco tiempo el marido murio en un accidente y ella termino sepultada en el archivo, donde nadie venia nunca a buscar ningun dato.
– Todos creen que recuerdan lo que paso -dijo-; nadie necesita averiguar nada en estos lugares. Tenemos una buena biblioteca tambien -dijo despues-, pero, como le digo, al final yo soy la unica que lee. No sigo un orden alfabetico, no me confunda con el Autodidacta de Sartre -alardeo-, pero tengo cierto sistema. -Leia muchas biografias y libros de memorias.
Le fue contando esa historia de a poco, pero Renzi tuvo enseguida la impresion de que se habia establecido entre ellos cierta complicidad, cierta simpatia instantanea que a veces se da entre personas que acaban de conocerse, y que Rosa lo ayudaria a descubrir lo que estaba buscando. Decian que ella era o habia sido amante de Croce y que a veces pasaban juntos algunos fines de semana. Lo invito a recorrer el lugar y lo tomo del brazo mientras cruzaban la galeria entoldada que daba al patio.
– Usted, querido, seguro va a escribir un libro con este pueblo. Una novela, una cronica, algo que pueda vender con facilidad para comprarle ropa a sus hijos o pagarse unas vacaciones con su mujer, y cuando lo haga se acordara de mi… Hubo una guerra familiar aqui… -dijo. Lo mas interesante, segun Rosa, era que cada una de esas luchas se habia encarnado en individuos, en personas concretas, en hombres y mujeres con rostro y nombre que no sabian que estaban peleando en esa guerra y se imaginaban que solo eran disputas familiares o peleas entre vecinos. La historia politica argentina se movia a ras de tierra, mientras los acontecimientos pasaban por arriba como una bandada de golondrinas que emigran en invierno, y los habitantes del pueblo representaban y repetian sin saberlo viejas historias. Ahora estaba ese litigio por la empresa de Luca y la muerte de Tony parecia conectada con la fabrica abandonada. Hablaba con un tono alto y sereno, como si estuviera dando clase en un colegio, con la suficiente ironia para hacer notar que no creia demasiado en lo que estaba diciendo pero queria darle sentido a su trabajo de archivista del pueblo.
Guardaba diarios, revistas, panfletos, documentos y muchas cartas familiares que le habian ido donando a lo largo del tiempo. Tengo, le dijo, por ejemplo, un archivo con los anonimos del pueblo. Son el genero principal, los anales de la maledicencia de la pampa argentina. Empezaron el mismo dia de la fundacion de este lugar y se podria hacer una historia del pueblo a partir de esos anonimos. Todo el tiempo llegan mensajes nuevos contando intrigas y revelando secretos, escritos de los modos mas diversos, con palabras recortadas de los diarios y pegadas en hojas de cuaderno, o escritos con letra temblorosa seguramente con la mano cambiada para disimular lo que no vale la pena ocultar, o con viejas maquinas Underwood o Remington que se saltan una letra, o en cartas impresas como panfletos en alguna pequena imprenta de la provincia. Una seccion especial del archivo tenia esos documentos clasificados en cajas marrones, alineadas en unos estantes cerrados. Le mostro el primero que habia aparecido un domingo de 1916 pegado en la puerta de la iglesia y que fue leido en voz alta como si fuera un bando.
Segun ella, Croce habia retomado la tradicion de los anonimos para hacer saber que estaba disconforme con el giro de los acontecimientos y con los manejos turbios del fiscal Cueto. Como hacia siempre cuando estaba en minoria absoluta, se habia replegado al hospicio del pueblo para enviar tranquilo desde alli sus mensajes anonimos con sus elaboradas hipotesis sobre los hechos.
Rosa habia puesto varias veces avisos en los diarios del partido pidiendo que le donaran colecciones familiares de fotos, y tambien gestiono los documentos de los archivos de los ferrocarriles ingleses, las sesiones de la Sociedad Rural y las actas del Automovil Club con el registro de construccion de los caminos y las rutas provinciales.
– A nadie le interesaban esas ruinas, solo a mi -le dijo mientras le mostraba una serie de cajas muy bien ordenadas y clasificadas con los negativos y las fotos reveladas y los vidrios de las viejas Kodak-, pero siempre espere que alguien viniera a desenterrar estos restos para darle sentido a mi trabajo.
Varias fotografias, agrupadas en una serie, mostraban distintas imagenes de la zona. Los albaniles con los panuelos blancos de cuatro nudos en la cabeza construyendo una gran casona que iba a ser el casco antiguo de la estancia La Celeste; una foto del bar El Moderno, donde funcionaba un cine (y con una lupa Renzi pudo ver el cartel con el anuncio de la pelicula
– Si usted mira las fotos va a ver que el pueblo no ha cambiado. Solo se ha ido arruinando, pero en si mismo sigue igual. Lo que paso es que la ruta hizo que la riqueza se desplazara hacia el oeste. La fabrica, por ejemplo, esta lejos de aqui, pero todo el pueblo vivia de la fabrica cuando las cosechas empezaron a perder el rinde. Y por eso la planta esta en disputa, porque ese terreno en la loma y cerca de la ruta vale un Peru.
Renzi se paso varias horas mirando esos materiales y pudo ver como se habia desarrollado la fortuna de los Belladona. En el centro de la historia moderna del pueblo estaba la empresa que habia construido Luca Belladona, con la ayuda de Lucio, el mayor de los hermanos, bajo la mirada a la vez condescendiente y esceptica del padre. Una construccion increible, a diez kilometros del pueblo, entre los cerros, con una arquitectura racionalista, que impresionaba aislada en medio del campo, como una fortaleza en el desierto.
– La diseno el mismo Luca -dijo ella- y ahi se vio, o se tuvo que haber visto, que estaba en otra realidad. Gasto una fortuna pero fue una construccion extraordinaria, tan moderna que muchos anos despues, en medio de la decadencia y la paralisis, todavia no han logrado que pierda su fuerza. Hizo los planos, trabajo meses haciendo de nuevo parte de las ventanas y de los portones porque las bisagras no daban el angulo. Fue la fabrica de autos mas moderna de la Argentina en esos anos, mucho mas actualizada que las plantas de la FIAT en Cordoba, que estaba a la vanguardia de industria.
Tenian las fotos de los distintos momentos de la construccion y Renzi fue observando el proceso como quien mira la edificacion de una ciudad imaginaria. Primero se veia la extension vacia de la llanura, luego los grandes pozos, luego los cimientos, la base de concreto y de hierro, las grandes estructuras de madera, las galerias de vidrio que recorrian el subsuelo, la estructura abstracta de las vigas y las paredes, que vistas desde arriba parecian un tablero de ajedrez, y por fin el edificio amurallado, con las altas puertas corredizas y las interminables verjas de hierro.
Entre los documentos y las notas de los diarios, Renzi encontro un largo testimonio de Lucio Belladona el dia de la inauguracion de la planta. Habian empezado de la nada, recorriendo el campo para reparar las maquinas agricolas durante la cosecha [23] -las primeras trilladoras mecanicas, las primeras cosechadoras a vapor-, y al final instalaron un taller en los fondos de la casa y empezaron a preparar autos de carrera, a trabajar las cupecitas livianas y resistentes que competian en las rutas abiertas y los caminos de tierra de todo el pais. Era la epoca de esplendor de las carreras de Turismo Carretera, autos comunes, de serie,
Renzi seguia esa historia, veia los recortes de diarios, las fotos, la sonrisa de los hermanos trabajando sobre el capo abierto de los autos. En 1965 viajaron a Norteamerica y en Cincinatti compraron una plegadora y una