guillotina y los complico una devaluacion, de un dia a otro el dolar paso a valer el doble.

Desde ese momento las informaciones periodisticas y los archivos judiciales retrataban a Luca como un hombre violento, pero la violencia habia estado en las circunstancias de su vida mas que en su caracter. Era el unico hombre que conocian en el pueblo y en el partido y en la provincia -segun aclaro Rosa con cierta ironia- que se habia aferrado a una ilusion, o mejor a una idea fija, y el empecinamiento lo habia llevado a la catastrofe. Desconfiaban de el y consideraban que esa decision de no vender era una actitud que explicaba todas las desgracias que le habian sucedido en la vida y explicaba tambien que hubiera terminado aislado y solo, como un fantasma, en la fabrica vacia, sin salir nunca y sin ver casi a nadie. Tenia una confianza ilimitada en su proyecto y cuando fracaso, o fue traicionado, se sintio vacio, como si se hubiera quedado sin alma.

Pero no fue un proceso, ni algo que hubiera sucedido de a poco, sino un acto de iluminacion negativa, un instante que cambio todo. Una noche Luca llego de improviso a las oficinas del centro y se encontro con su hermano negociando con unos inversores que iban a participar en la direccion de la fabrica. Habian preparado el contrato para constituir una sociedad anonima por acciones, [25] todo a espaldas de Luca, porque querian quedarse con la empresa. Hubo conflictos, enfrentamiento y luchas. Los obreros ocuparon la planta exigiendo mantener la fuente de trabajo, pero el Estado intervino en el conflicto y decreto la clausura. Fue entonces cuando Luca decidio hipotecar la planta para afrontar las deudas, dispuesto a no transigir y a seguir adelante con sus proyectos. Y desde entonces vive ahi, sin ver a nadie, peleado a muerte con su padre y con los principales del pueblo.

– Luca no quiere reconocer las cosas como son, yo lo entiendo -dijo Rosa-, pero en un momento determinado eso fue un problema para todos porque el pueblo quedo dividido y los que se aliaron con Luca se tuvieron que exiliar, digamos asi, y el quedo solo, convencido de que su padre lo habia querido hundir.

»Resistio y mantuvo el control de la fabrica, que ya casi habia dejado de producir. Se quedo ahi en la planta medio vacia, trabajando con sus maquinas y tratando a toda costa de salvar la propiedad, que vale millones. Quieren expropiar la fabrica, lotear el predio, hay mucha plata en juego y tienen un proyecto aprobado que ya salio en los diarios. [26] Hay litigios multiples pero Luca resiste, y a mi modo de ver -dijo Rosa- la muerte de Duran esta ligada a este asunto. ?Para que vino con esa plata? Algunos dicen que vino a traer esos dolares para salvar la planta y otros dicen que vino para coimear funcionarios y usar esa plata para comprar la fabrica y echar a Luca. Eso dicen.

Ayudado por Rosa, anotando los datos en su libreta negra, Renzi siguio la pista del carry trade en los activos de las financieras y en los balances oficiales de las mesas de dinero. Los bonos circulaban de un lugar a otro y se negociaban en la bolsa de Wall Street. Llegaron asi hasta un grupo de inversion [27] de Olavarria, uno de cuyos capitalistas principales era el doctor Felipe Alzaga, un estanciero de la zona. Por lo visto ellos habian comprado los bonos de renegociacion de la hipoteca de la fabrica y tenian en su poder la decision. No habia nada ilegal, incluso Renzi pudo anotar los datos y la numeracion del registro del fondo inversor en la sucursal del Banco Provincia: Alas 1212.

Rosa le mostro otras cifras y otros datos y lo hizo entrar en los secretos del conflicto. Pero Renzi tenia la sensacion de que no eran los papeles o el relato de Rosa lo que le permitia entender lo que habia pasado, sino el solo hecho de estar en el pueblo. Los lugares seguian ahi, nada habia cambiado, estaba como en un escenario, como si fuera una escenografia, incluso la disposicion misma del pueblo parecia repetir la historia. «Aqui donde estamos ahora empezo todo», le habia dicho ella haciendo un gesto que parecia incluir todo el pasado.

El edificio del archivo habia sido la vieja casa del coronel Belladona cuando fundo el pueblo y construyo la estacion. Los ingleses lo habian puesto ahi porque era un hombre de confianza en la zona, habia venido de Italia de chico y tambien el tenia una historia tragica. «Como todo el mundo si uno lo mira de cerca», le dijo ella. Y le decian el Coronel porque habia ido voluntario a la Gran Guerra y peleo en el ejercito italiano y fue condecorado y ascendido.

Los documentos de la biblioteca eran muy completos, parecia un archivo de la historia de la fabrica desde los planos iniciales hasta el pedido de quiebra. El que se ocupo personalmente de eso fue Luca, que siempre estaba mandando circulares y documentos para que fueran conservados como si imaginara lo que iba a pasar.

– A mi me tiene confianza -dijo Rosa despues- porque soy de la familia y solo a la familia le tiene confianza a pesar de la catastrofe. Mi madre es hermana de Regina O’Connor, la madre de los varones, o sea que somos primos hermanos.

Segun ella, algo estaba por pasar y el pasado era como una premonicion. Nada se iba a repetir, pero lo que estaba por pasar -lo que Rosa imaginaba que iba a pasar- se anunciaba en el aire. Habia un clima de inminencia, como una tormenta que se ve venir en el horizonte.

Y de pronto le pidio disculpas, se fue hacia un costado donde estaba la jaula con el canario y en el borde de la escalera, despues de calentar en un mechero de bencina la tapa de la caja de metal de las jeringas para hacer hervir las agujas y de cortar el cuello de la ampollita con una sierra, se levanto el vestido y se dio una inyeccion en el muslo mirando a Renzi de frente con una sonrisa placida.

– Mi madre a veces se olvida los libros que ha leido en los sillones del jardin. No sale casi nunca al aire libre, y cuado sale usa anteojos oscuros porque no le gusta la luz del sol, pero a veces se sienta a leer entre las plantas, en primavera, y suele murmurar mientras lee, nunca pude saber si repite lo que esta leyendo o si -como yo misma suelo hacer a veces- habla sola en voz baja porque los pensamientos le suben como quien dice a los labios y entonces habla sola, vaya a saber, o quiza tararea alguna cancion, porque siempre le ha gustado cantar y yo de chica he amado la voz de mi madre que me llegaba a veces desde el fondo de la casa cuando ella cantaba tangos, no hay nada mas bello y mas emocionante que una mujer -como mi madre- joven y bella cantando sola un tango. O tal vez reza, tal vez dice alguna plegaria o pide ayuda, mientras lee, porque lo cierto es que sus labios se mueven cuando esta leyendo y no se mueven cuando deja de leer -contaba Sofia-. A veces se queda dormida y el libro se le cae en la falda y al despertar parece asustada y vuelve rapidamente a «su guarida», como llama mi madre al lugar donde vive, y se deja el libro olvidado y ya no se anima a salir a buscarlo.

– ?Y que lee? -pregunto Emilio.

– Novelas -dijo Sofia-. Llegan en grandes paquetes una vez por mes las entregas para mi madre, las encarga por telefono y siempre lee todo lo que ha escrito un novelista que le interesa. Todo Giorgio Bassani, todo Jane Austen, todo Henry James, todo Edith Wharton, todo Jean Giono, todo Carson McCullers, todo Ivy Compton-Burnett, todo David Goodis, todo Aldous Huxley, todo Alberto Moravia, todo Thomas Mann, todo Galdos. Nunca lee novelistas argentinos porque dice que esas historias ya las conoce.

14

La casona del viejo Belladona estaba sobre una loma, al fondo de un bosque de eucaliptos, y habia que subir un camino tortuoso que ascendia entre los arboles. Renzi habia contratado un coche y el chofer le explico por donde llegar a la casa. Se habian detenido en un recodo, cerca de una senda que llevaba a la reja electrificada y a los portones de la entrada. La casona tenia su nombre labrado en un letrero de hierro forjado: Los Reyes. Renzi bajo y antes de que llegara a la verja salio el encargado de seguridad con anteojos negros y cara de cansado. Se comunico con la casa con un walkie-talkie y despues de un rato abrio la puerta y lo dejo pasar. Renzi espero en una sala de techos altos y ventanales amplios que daba al jardin. Habia cuadros y fotos en las paredes y sillones de cuero, como si fuera la sala de espera de un edificio publico.

Al rato aparecio una empleada con aspecto de enfermera que lo hizo subir por un ascensor a la planta alta y lo dejo frente a una puerta abierta que daba a una enorme sala, casi sin muebles. Al fondo Renzi vio a un hombre alto y pesado que lo esperaba de pie, imponente. Era Cayetano Belladona.

– Bravo me dijo que usted me queria ver -dijo Renzi despues que se sentaron en dos sillones amplios colocados contra la pared.

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