Croce anduvo dando unas vueltas porque, como siempre, postergaba el momento de entrar y ver al muerto. Se asomo y volvio a salir.

– Le dijo algo sobre el yanqui -dijo Croce.

– Dejo una carta, no la abri, esta donde el la puso, en la ventana.

El rancho tenia piso de tierra apisonada y estaba alumbrado con un farol a querosen que tiraba una luz pobre, disuelta en la claridad del amanecer. Habia un fogon en un costado, sin fuego, y en un catre, tapado con una manta tejida, estaba el Chino Arce. Hilario habia puesto una estera y unos yuyos formando un ramito. Velorio de campo, penso Renzi. Una langosta salto del jarro y se movio de costado, con sus antenas frotando los ojos, y se paro sobre la cara amarillenta del Chino. Renzi la espanto con un panuelo. El bicho se fue saltando hacia el fogon. Entre las manos del muerto, como una estampita, Hilario habia puesto una foto del caballo con el jockey en el paseo previo a una carrera en el hipodromo de La Plata.

– Un tiro de escopeta… era tan chico que se la apoyo en la boca de parado nomas -dijo Hilario, saltando la consonante (de parao) como era habitual en los hombres de campo. La escopeta estaba al costado apoyada con cuidado sobre los cueros de una banqueta.

Destaparon el cadaver y vieron que estaba vestido con bombacha bataraza y camisa floreada, un gaucho amarillo, vestido de fiesta, con el pie derecho descalzo y una pequena quemadura de polvora en el dedo gordo. Pudieron haberlo matado y fingir luego el suicidio con escopeta y todo, penso Croce. Tal vez lo ahorcaron, volvio a pensar, pero cuando movio el panuelo que tenia en el cuello, comprobo que no habia senal alguna, salvo el tiro en el paladar que le habia levantado la tapa de los sesos. Por eso, seguramente, Hilario le habia acomodado una venda en el cuello, para tapar la herida.

– Se mato ahi -dijo Hilario-, parado al lado del catrecito, y yo lo arregle. No era cristiano, sabe, por eso tape la Virgen.

En la carta le entregaba el caballo a Hilario y le pedia que lo cuidara, que le diera alfalfa fresca y que lo vareara todos los dias. Tenia que estar atento a la quebradura de la mano, no podia pisar piedras ni andar por tierra mojada. No hacia referencia a quien lo habia contratado para matar a Duran, daba a entender que lo habia hecho para comprar el animal pero no decia quien le habia dicho lo que tenia que hacer y tampoco decia por que se habia suicidado.

– Estaba muy amargado -dijo Hilario-. Neurastenico.

La palabra, dicha por el, sonaba como un diagnostico definitivo.

El jockey entonces habia matado por encargo y solo se llevo la plata que necesitaba para comprar el caballo. Estaba asustado, penso que lo iban a encontrar cuando vio que su foto salia en los diarios. Habia andado disparando pero al final se habia escondido en ese rancho medio abandonado.

– Era una buena persona. Arisco pero derecho. Tuvo esa desgracia. Le voy a contar lo que paso.

Se habian sentado juntos como si lo estuvieran velando, Hilario preparo unos mates y fueron tomando en ronda. Tan caliente y tan amargo que Renzi sintio que le ardia la lengua y se quedo callado toda la noche.

– Yo primero fui domador en La Blanqueda aqui en Tapalque, y una tarde llegaron con una Rural a buscarme porque se habia corrido la voz de que yo era bueno para domar a los potros, porque me entiendo bien con los caballos, y entonces van y me contratan en los haras de los Menditeguy. Caballos de carrera o de polo. Caballos finos, muy sensibles. Si un animal es mal domado, despues le quedan las manas y cuando corre hace macanas - dijo.

– Se sabe -dijo Croce.

– Aha -dijo Hilario-. Si. Se sabe pero es dificil hacerlo. Para eso se nace -dijo despues-. Hay que entenderse con el animal. Ya no queda gente que sepa domar, don Croce. Meta lonjazo, asi no se va a ningun lado. El Chino estaba muy admirado. Lo habian traido los Menditeguy porque lo habian visto correr como aprendiz en Maronas, en la Republica Oriental, y era muy bueno. Hablaba poco, pero tambien sabia estarse arriba de un caballo, muy livianito, muy orgulloso, y eso se le trasmite al caballo. Los animales malician enseguida como es el jinete. El y Tacito se entendieron como si hubieran nacido juntos, uno y el otro, pero entonces vino la desgracia y hubo que volver a domarlo porque se habia quebrado y yo era el unico que me podia ocupar. Estuve seis meses para que el Chino pudiera volver a montarlo, y eso que el era una pluma de liviano y una nina de tan suave.

Esto va para largo, penso Renzi, que ya estaba medio dormido y en un momento tuvo la sensacion de que habia sonado que estaba con una mujer en la cama, parecida a la Belladona que habia visto en el club. Una pelirroja; siempre le habian gustado las pelirrojas, asi que podia ser otra mujer, incluso Julia, que tambien era colorada. No le habia visto la cara, solo el pelo. La chica estaba desnuda y el la veia de atras, mientras se agachaba para prenderse en el tobillo el boton de la tira negra del zapato. Me pongo los tacos altos, asi me ves bien el culo, lo miro la chica en el sueno, al decirlo. Le habia pedido que se paseara por la pieza, seguro, penso de golpe al despertar.

– Lo mato por el caballo. Fue por eso, para salvar el caballo. El Ingles iba a venderlo para cria, lo iba a dejar en algun potrero, ya no iba a poder montarlo. ?De donde iba a sacar la plata? Penso que estaba perdido, deliraba. Todo es negocio, ya no se usan mas caballos, salvo para correr o para jugar al polo o para divertir a las chicas de las estancias. Un maneador, un suponer, un hombre que hace lazos, cabestros como el ciego Miguez un caso, ya no hay, no hace mas falta.

– ?Quien vino a verlo?

– No se, el se fue al pueblo, no era un hombre de este pago, pero yo no estaba cuando arreglaron. Un dia vino con la plata. No lo he sabido. Llegaba, se iba, meta tomar mate y pitar, enardecido, queria bajar de peso para poder subirse al caballo y que no lo sintiera. En esos dias empezo a tomar pastillas, Actemin, esas basuras para no comer que toman los jockeys porque siempre tienen problemas con la balanza. Pero no el Chino, era chiquito como una rana pero no queria pesar nada, para no agobiar al alazan que tenia la pata sentida. -Cuenta la historia toda enredada, nunca derecha, pensaba Renzi, como si nosotros ya supieramos de lo que habla o hubieramos estado ahi. Se quedo callado un rato, Hilario, que como todo buen narrador hacia silencio y se salteaba los nexos-. Era un caballo de carrera de tres anos -dijo despues- de tal clase que incluso el precio que pago el Chino, con ser excepcional, era justo. Unico ademas porque el caballo estaba mancado. -Renzi se dio cuenta de que se habia vuelto a dormir porque se habia perdido una parte del relato. Era raro estar ahi con el muerto, el farol prendido aunque ya era de dia, el olor a quemado del brasero donde estaba la pava, todo lo adormilaba. Igual siempre hablaba del caballo, de un lado y de otro, como si armara un rompecabezas-. Tacito, hijo de un hijo de Congreve. Era una luz. En el debut en Palermo habia hecho el mejor tiempo que ningun caballo habia hecho en los mil metros al debutar. Mejor que Peny Post, mejor que Embrujo, mejor que todos. Merito del Chino, le diria, porque el caballo corre con el coraje y el cerebro del jockey, sobre todo cuando debuta y no tiene experiencia. Tenia un estilo unico, el Chino -dijo-. Corria echado de entrada, como si al salir viniera de atropellada. Bueno, usted sabe -dijo como si todos supieramos-, gano las cinco primeras y en la Polla de Potrillos en San Isidro tuvimos el accidente.

Hubo un silencio y Renzi penso que le habia gustado ese plural y que se iba a dormir de nuevo, pero extranamente el largo silencio lo hizo despabilar.

– En que ano fue -dijo por decir algo.

– En el 70, la Polla de Potrillos de 1970.

Renzi escribio la fecha en una libretita para sacarse la sensacion de estar embalsamado. Penso que se habia dormido y al dormirse habia murmurado algo, y despues, en el sueno, como un sonambulo, se habia ido a echar en el asiento de atras del auto. Pero no, seguia ahi.

– La diferencia entre un jinete bueno y uno superior es el coraje. Hay que decidir si se va o no por un espacio que no se puede saber si alcanza antes de haberse metido. El Chino quiso entrar por los palos y no pudo salir. Fue en la curva que da a las barrancas, venian en tropel, se quiso ir por adentro, pero lo apretaron contra la cerca y el caballo se quebro una mano. El Chino no se mato de chiripa, quedo tirado en la pista. Lo pasaron por arriba pero salio ileso. -A Renzi le gusto que hubiera usado esa palabra-. El caballo quedo echado, con una respiracion pesada, por el dolor, lleno de espuma, con los ojos abiertos de espanto, el Chino lo acariciaba y le hablaba y no se movio de la cancha hasta que no llego el auxilio. Fue culpa de el, lo quiso meter, apuro mal, parece que el caballo dudo pero le hizo caso, claro. Era muy noble. Lo llevaron a la caballeriza, lo acostaron en el pasto y el veterinario dijo que habia que sacrificarlo, pero el Chino se puso como loco y no los dejo. Y esas horas en las que se discutia si iban a rematarlo fueron de tal intensidad que no solo cambiaron por completo la vida del Chino, sino tambien su

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