– Vean, senoras, en estos relieves pueden descubrirse varias figuras desnudas de hombres y mujeres. Los arqueologos llegaron a la conclusion de que puede tratarse de un hospital, una especie de enfermeria o dispensario.

– A lo mejor era un burdel -solto Susy con aire de inocencia.

Todas rieron a coro. El guia se bajo las gafas para contemplar mejor a Susy. Tenia ojos fieros y esquivos, de color marron oscuro. Sonrio, pero era evidente que el comentario no le habia hecho gracia. Una gringa joven y estupida que decide saltarse las reglas de recato creadas especialmente para las mujeres. Paula se dio cuenta de que necesitaba un poco de tequila. Un risco en el culo del mundo podia convertirse en una encerrona terrible. Ni cantinas ni bares. Si la situacion se vuelve insostenible o se sufre un ataque de ansiedad, no queda otro remedio mas que resistir. El tiempo empezo a corroerla.

– Los guerreros aztecas y zapotecas tenian una costumbre que ahora puede parecemos un poco especial. Cuando en la batalla mataban a un enemigo, desollaban su cuerpo, lo abrian en canal y se lo ponian encima como si fuera un abrigo con capucha. Llevando ese manto hacian toda su vida habitual y no se lo quitaban hasta que estaba completamente seco. No les importaba el hedor ni la corrupcion, era mas fuerte la gloria que evidenciaba su valor.

Un estremecimiento visible recorrio la asamblea femenina tras las palabras del guia, aprendidas de memoria. A Paula le hacia gracia. Conocia como solian ser las esposas de ese medio. Algunas de ellas dejaban de ir al cine porque no soportaban las escenas sangrientas que podian aparecer impensadamente en cualquier pelicula. Eran mujeres protegidas, preservadas del mundo, decididas por propia voluntad a permanecer en un gineceo tranquilo y monotono. Las costumbres, el orden, la negacion de lo desagradable, esas eran las bases de su civilizacion. El guia, consciente de la turbacion general, empezaba a recrearse en la explicacion de la barbarie de sus antepasados. Lo habia hecho otras veces, Paula estaba segura. Otras veces habia jugado a estremecer pieles sensibles entrevistas bajo las blusas que le estaba vedado desabrochar. Ese grandisimo cabron estaba notando la ligera aceleracion de las respiraciones de las feminas y se relamia, como si estuviera presto para iniciar el asedio sexual. Explotaba todos los medios que tenia a su alcance para sentirse superior.

– Aquello que ven ustedes alli es el campo para el juego de pelota.

Se asomaron al borde del llano y en un nivel inferior pudieron ver una superficie de forma ovoide parecida a un estadio romano. Suspiros de admiracion que en realidad eran de alivio. Al fin, despues de macabros gabanes de piel de enemigo, se enfrentaban a un juego sin mas. Pero algo les estaba preparando el guia malvado. Paula lo advertia en la sonrisa imperceptiblemente ironica de sus labios chupones.

– Desconocemos cuales eran las reglas del juego de pelota. No han llegado hasta nosotros. Sin embargo, los arqueologos y antropologos han podido determinar que se trataba de un juego sagrado. El equipo que ganaba era pasado a cuchillo en una muerte ritual.

El grupo quedo momentaneamente desconcertado.

– ?El equipo ganador? ?No sera el que perdia?

– No. Oyeron ustedes bien. Los jugadores, que debian de ser guerreros, consideraban un tan alto honor el ser sacrificados a los dioses que se dejaban matar de buen grado y hacian grandes esfuerzos por ganar. Eso demuestra bien a las claras que no eran pueblos barbaros, sino hombres valientes dotados de una gran espiritualidad.

Ninguna de las esposas estaba dispuesta a polemizar con el guia por miedo a herir sus sentimientos nacionalistas, pero habia comentarios privados en voz baja. Susy se acerco al oido de Paula:

– Supongo que ahora ya no es igual.

– No creas, este tipo tiene cara de estar deseando que lo sacrifiquen.

– ?En honor a los dioses?

– Nada de dioses, en el altar del sexo.

Una risa sofocada de la americana y sus ojos azules emanando diversion. «?Como consigue que la vida le resulte tan divertida? -se pregunto Paula-. ?Solo porque es joven?»Las esposas observaban el desierto campo de pelota con un poco de aprension. ?Que pintaba la muerte en aquel lugar lleno de serenidad y belleza? Tenian la impresion de que los conquistadores espanoles hicieron muy bien entrando a saco en aquellas civilizaciones, reduciendolas a culturas de museo, educando a aquellos cafres que no paraban de cometer atrocidades. Se miraban unas a otras, inquietas, deseando averiguar que porcentaje de la brutalidad ancestral habitaba aun en los pobladores actuales que las rodeaban. La muerte no tenia nada que ver con sus companeras de colonia. Sus cuerpos habian sido creados para ser vestidos, perfumados, masajeados, depilados, hidratados y uncidos con cremas. Hijos, nietos, casas nuevas, proyectos y listas de la compra. Regalos de Navidad y pijamas con encaje. De pronto se sentia hastiada de tanta normalidad asumida, de la docilidad y la espera, del equilibrio y la discrecion que comportaba ser una buena esposa, algo que ella no fue jamas. Sin embargo, las almas de los guerreros despellejados venian en su ayuda porque acababa de descubrir uno de esos pequenos y miserables quioscos de bebidas que se veian en Mexico en los lugares turisticos. Abandono el grupo y se acerco. Una muchacha bajita y renegrida que no se atrevia a mirarla de frente le pregunto que queria tomar.

– ?Tienes tequila?

– Tequila, no. Pulque y cerveza nomas.

Bebio el pulque, denso, turbio y caliente como semen. Una oleada de calor, tan esperada, tan vivificante.

– ?Otro pulquecito?

– ?Como llegas hasta aqui? No veo ningun coche.

– Me trae mi papa todas las mananas en furgoneta, con las botellas y todo lo que vaya a necesitar. Luego viene a recogerme.

Penso que debia de vivir en una casita miserable, que se despertaria al alba para dar de comer a las gallinas. Sin duda forma parte de una familia numerosa. Quiza es feliz, pero quiza no, porque debe de ver la television y sabe como viven los gringos, al norte. Quiza eso la hace rebelarse contra su miserable destino y le da patadas a las gallinas, escupe en el pulque que sirve.

Mucho mas reanimada, volvio junto a Susy. Ahora el guia estaba peroran do, sobre las costumbres ancestrales de los indios zapotecas y declaraba: «Yo soy zapoteca.» Se exhibia, mostraba las caracteristicas raciales de su cuerpo. Las damas no sabian donde mirar, desviaban los ojos del monticulo que formaban sus genitales, tan abultado, tan prometedor. De pronto, anuncio que la visita habia concluido e indico a las damas que podian ir a tomar una cerveza. Alla fueron. Paula era ya vieja amiga de la nina de los pulques y le sonrio para parecer encantadora. No era encantadora, de hecho, sabia que desde hacia tiempo empezaba a serle odiosa a todo el mundo, en todas partes. En Mexico ocurriria igual, ya habia hecho sus primeros meritos frente a la comunidad. ?Por que habia llegado hasta aquel pais? Aquella estancia no era sino una paralizacion en su vida. Cuando regresara a Espana, todo seguiria en el mismo punto en el que quedo, si es que quedo en alguno.

Dos pulquecitos mas. Cuatro pulquecitos en total empezaban a hacer las cosas mas llevaderas. La expedicion habia entrado en punto muerto. Se concedia un tiempo libre a las alegres expedicionarias para que cada una paseara por las ruinas a discrecion. Busco a Susy con la mirada. Era la unica persona a quien se sentia capaz de aguantar en aquel momento. Los arranques de euforia de la americana, espontaneos y ruidosos, nada tenian que ver con los suyos, siempre hoscos en el fondo, siempre inducidos por el alcohol. La encontro mirando con censura el quiosco de bebidas.

– Es un pecado que hayan permitido colocar aqui esta cosa. Estropea por completo el paisaje.

– ?Que es peor: un pecado o un error?

Susy se levanto las gafas de sol dejando sus ojos al aire para demostrar que estaba sorprendida por la pregunta.

– No lo se, un pecado, supongo. Un error puede ser involuntario.

– Respuesta equivocada; la cosa no tiene nada que ver con la voluntad. Se trata de algo mas practico. Un pecado se puede expiar, mientras que un error nunca puede enmendarse.

– No es cierto. Puedes intentar arreglarlo, aprender para la proxima vez…

– Nada de eso, mi pequena Susy. Los errores no se arreglan, sino que se arrastran, se perpetuan toda la vida, generan consecuencias impensadas, derivan en nuevos errores… prefiero claramente los pecados.

– Pero todo el mundo comete errores, mientras que hay mucha gente que no comete pecados.

– Por eso la vida es tan aburrida y tan mierda. Has dado en el quid.

– ?Te has fijado, Paula? Las mujeres siempre hacemos el papel de simples inductoras cuando se trata de un pecado importante. Ademas, solo tenemos participacion si el pecado se relaciona con el sexo.

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