medio camino entre la curiosidad antropologica y el asco. Paula intuyo que una bajada a los infiernos podia resultar extremadamente facil en aquel entorno. Hacia comparaciones mentales entre aquella cantina y todos los bares miserables que habia frecuentado en su vida. Le pregunto a Susy:

– ?Te parece un sitio demasiado sordido?

– No demasiado. Hace dos anos estuve con Henry en Nueva York. Hablabamos con un amigo suyo sobre los bares deprimentes de la ciudad y se ofrecio a ensenarnos unos cuantos. Te aseguro que fue una experiencia terrible.

– ?Por que?

– No puedes imaginarte la cantidad de tipos jodidos que corren por ahi, Paula.

– Ya sabemos que hay tios muy jodidos por el mundo. Lo realmente escalofriante es que se reunan en un lugar creado especialmente para acogerlos.

– No creo entenderte bien.

– Da igual. Hay muchos tios jodidos por el mundo. Habias hecho una buena constatacion y basta.

Quiza Susy era tan inocente que solo comprendia lo que habia visto, experimentado. Quiza, por el contrario, era una de esas jovenes experimentadas que existen en Estados Unidos y que conservan su inocencia aun despues de haber pasado por epocas de drogas, por la pertenencia a sectas oscuras de caracter sexual. En aquel curioso haren de varios sultanes, ninguna esposa conocia la vida de las demas. No pensaba indagar en el pasado de Susy. La perspectiva de conocer en profundidad a sus companeras de gueto le ponia los pelos de punta. Bien, por poco que Susy fuera una chica consciente y normal, en aquellos momentos debia de encontrarse un tanto mosqueada al pensar que demonio estaban haciendo en un local como aquel y que posibles peligros las acechaban. Ni siquiera la mas inocente de las americanas puede ignorar que Mexico es un pais donde la muerte siempre esta cerca. Con seguridad ha oido alguna que otra historia sobre trifulcas en bares, balazos perdidos, extranjeros que acuden a tugurios buscando emociones y no salen con vida. Claro que todos los riesgos estaban relativizados por la presencia del guia, que no podia permitirse el lujo de dejar que las asesinaran, o de asesinarlas el mismo en una subita decision. Justamente en aquel momento el guia se acerco y les dijo:

– Les aconsejo que tomen mezcal. Es mas sabroso que el tequila, les va a gustar.

Los ojos le relucian con toda la malicia del campesino que intenta venderte huevos podridos. Perfecto, por fin aquel tipo habia decidido atacar de frente y no cargar toda la municion en la mirada. No las asesinaria, pero iba a intentar emborracharlas, probablemente sin ninguna finalidad posterior, solo para rubricar una pequena victoria sobre ellas, extranjeras frivolas que buscan aventuras. Borrachas de mezcal en un antro. Paula conocia los efectos del mezcal, su mitologia. Hombres inteligentes e instruidos devastados por ese licor, algo asi como la absenta parisina. De acuerdo, mezcal, ahora serian ellas, debiles mujeres, quienes ensayarian la autodestruccion durante un rato, nada excesivo ni peligroso, justo para probar. Penso que Susy quiza no habia contado con internarse por aquellos caminos tortuosos. ?Era injusto que la encaminara en aquella direccion? Susy no era su hija, no la habia parido gracias a uno de esos deplorables adelantos de la reproduccion asistida. Le daba igual que se emborrachara, que cayera al suelo sin sentido, que alguno de aquellos mugrientos parroquianos la violara cuantas veces quisiera. Tampoco actuaria de madrastra de Blancanieves, no la induciria, que bebiera si queria.

– Si, yo probare el mezcal -contesto alegremente. Susy se unio a la peticion.

No habia ninguna mistica especial en la bebida, era alcohol puro. Paula se sintio bien, solo le hubiera faltado un poco de musica adecuada; pero alli no habia sino una radio que funcionaba a muy bajo volumen de la que salian retazos de melodias sin identificar, quiza Frank Sinatra en su juventud. Susy apuro su vasito de un golpe. Sacudio la cabeza. Su nariz casi perfecta enrojecio un instante. Paula noto que por sus venas fluia la liberacion.

Una mujer salio del interior de la cocina y limpio la barra con energia. No las miro, no miraba a nadie, la miseria se habia instalado en el interior de su retina y no la dejaba ver. Tomaron otro mezcal ?Que hacer con Susy? Empezaba a incomodarla que se quedara alli a su lado. ?Y que hacer con el guia? Podia pagarle bien para que se quedara desnudo frente a ellas. Aunque quiza fuera excitante intentar que Susy se lo follara. ?Estaria su alma preparada para esa contingencia? A lo mejor asi conseguia asustarla y que no volviera a molestarla en sus paseos. Se lo pregunto:

– ?Te apetece follarte al guia?

Naturalmente, lo tomo como una pregunta hipotetica y no como algo factible.

– ?No, gracias, no es mi tipo!

– Puedo comprarle una o dos horas de su tiempo y regalartelo. No creo que se oponga. Todo esta en venta.

– No, no me apetece.

Se habia tensado. Por fin habia conseguido asustarla. No sabia hasta donde era capaz de llevar Paula el juego. Mejor, descartada como companera de andanzas antropologicas. De ninguna manera pensaba cargar con semejante remora. Ya no era tiempo de juegos faciles para ella. Pero la americana seguia insistiendo.

– ?Hablabas en serio, Paula?

– Estoy segura de que no tiene enfermedades, y esta muy limpio, ya lo ves.

– ?Tu serias capaz de follar con un desconocido?

– Oye -le respondio desabridamente-, en ningun momento he dicho que yo sea una ama de casa tranquila y feliz.

La americana se ruborizo.

– Desde luego, ya lo se. Disculpa.

– Tampoco he dicho que fuera a follarmelo yo. ?Es eso lo que habias pensado?

El nerviosismo de Susy era muy evidente.

– No se muy bien lo que habia pensado. Estoy ya un poco borracha.

Paula decidio interrumpir la conversacion sin mas explicaciones. Queria beber otro mezcal.

– Susy, creo que deberias volver a la colonia.

Asintio, habia comprendido que en aquella mesa se apostaba por encima de sus posibilidades.

– Este senor te acompanara. -Se acerco al guia y le toco la manga.

– ?Y tu te quedas sola?

– Exacto. Es justo lo que quiero hacer.

Ni siquiera se volvio para verlos salir. Pidio mas bebida y esta vez la paladeo a conciencia, notando como el alcohol se incorporaba consoladoramente a su flujo sanguineo. Solo habia que dejarse llevar sin oponer resistencia ni pretender adelantarse a los efectos.

Una hora mas tarde salio a la calle. Se miro las manos bajo las luces mortecinas. Temblaban un poco. Mexico le regalo una nueva noche fresca, deliciosa, con jazmines trepando por las tapias y perros ladrando en la lejania. Inicio el camino de vuelta a la colonia caminando despacio. En seguida se dio cuenta de que alguien estaba siguiendola a una cierta distancia. No acelero ni aminoro la marcha. Una sombra quedo atisbando entre las plantas cuando ella traspaso la cancela y se adentro en los jardines de la colonia. Probablemente habia corrido un cierto peligro. Tanto mejor.

El primer paso para avanzar era deforestar a machetazos. Nunca se acostumbraria a la brutalidad de ese proceso. Le fascinaba y horrorizaba al mismo tiempo. Era tanto un sacrilegio como una conquista. El olor a savia, a tallos machacados se extendia por toda la zona. Veia sudar a los peones, el torso desnudo y moreno luciendo al sol devastador. Habia trabajado en muchas obras a lo largo de su vida profesional: carreteras, puentes… pero ninguna tenia el caracter primigenio y salvaje de aquella. Todos los viejos mitos coexistian alli: la lucha entre el hombre y un terreno virgen, el progreso enriquecedor y al tiempo destructivo. La realidad era menos epica, no actuaban sino a cargo de un conjunto de empresas constructoras contratadas por el gobierno mexicano. Buscaban buenos dividendos, sin mas. Ningun matiz heroico o enaltecedor, ningun idealismo cultural. No pretendian dejar la huella de ninguna civilizacion. Sorbio su te, era la unica bebida que le daba la sensacion de estar refrescandose un poco. Siempre tomaba una taza antes de salir a dar una vuelta por la obra. Controlaba como iba el trabajo, interrogaba a los capataces, encargados, jefes de zona. A veces solia llevar un pocillo de te en la mano, como una pequena ayuda que transportara el mundo civilizado hasta las cortadas y movimientos de tierra de aspecto amenazador. Siempre observaba con curiosidad a los obreros mexicanos. Eran muy silenciosos, ejecutaban su trabajo con concentracion y aspecto sacrificado. Nunca reian ni se gastaban bromas los unos a los otros, dando grandes voces como solian hacer los trabajadores en Espana. En ocasiones, tenia la impresion de que tanta calma

Вы читаете Dias de amor y enganos
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату