madre. ?En fin, la vida es injusta!; nunca podra tener la seguridad y la madurez de otra chica que haya contado con una madre mas tradicional, una de esas madres que preparan el pavo personalmente el Dia de Accion de Gracias. Claro que las hijas de tales madres pueden resultar aburridas, previsibles y carentes de ideas propias. Todo tiene una compensacion.» Conocia esas arengas de memoria, y no queria escucharlas mas. Sin embargo, eso no significaba que no se pusiera enferma mientras sabia que su madre se encontraba soltandolas.

En aquella ocasion, como siempre, habia contado con la complicidad de Henry. El la habia sacado de sus silencios prolongados con bromas y habia intentado trivializar la situacion. Pero Henry tambien empezaba a cansarse de repetir esos cometidos, y a veces aparentaba no darse cuenta de que ella se encontraba preocupada. En los ultimos dias de aquellas vacaciones parecia no recordar que existia un problema crucial para ella.

– ?Que demonios te pasa, Susy?

– Estoy deseando que mi madre se marche.

– Se va manana, ?no?

– Si, pero hoy aun esta aqui y anda hablando con todo el mundo.

Henry la miro con cierto aburrimiento, adopto un tono pacienzudo:

– Susy, carino, tu misma has dicho muchas veces que tu madre no va a cambiar nunca. De acuerdo, creo que llevas razon, no va a cambiar. Y puede resultar espantosa, de acuerdo tambien; pero ya va siendo hora de que la saques de tu cabeza definitivamente. Vivimos lejos de ella, hacemos nuestra vida sin consultarle nada. Lo mas terrible que puede ocurrir es lo que esta ocurriendo esta Navidad: aparece por aqui, pasa cuatro o cinco dias y se va. En todo este tiempo no te ha impuesto su presencia, y se ha alojado en un hotel. ?Que cuenta a la gente sus originalidades? ?Da igual! Sabes perfectamente que a la gente le cae bien. Tampoco revela intimidades que sean tan terribles. Limitate a ignorarla porque, de lo contrario, ?sabes lo que puede suceder? Que acabes teniendo un problema irresoluble que te hayas creado tu misma.

– Ya tengo ese problema, no creo que sea una novedad para ti.

Henry parecio perder los estribos por un momento:

– ?Y que piensas hacer, vivir toda la vida con el, guardarlo como un tesoro, asimilarlo a tu personalidad? ?Basta, Susy, por Dios, resulta insoportable! Estas en Mexico, y si no lo deseas, no regresaremos nunca a Estados Unidos. Podemos ir cambiando de pais y si echamos raices en algun lugar nos quedaremos, la empresa me permitira trabajar donde quiera. Podemos recorrer el mundo entero si te apetece, pero lo que no podemos es huir de ti misma. No estoy dispuesto a seguir jugando toda la vida ese juego infantil.

A ella se le saltaron las lagrimas, pero hizo un esfuerzo y se contuvo. La rabia que sentia triunfo sobre el disgusto. Esta vez, no. Esta vez no estaba dispuesta a seguir con su rol de nina reprendida y aconsejada por alguien responsable y superior.

– Eres bastante injusto, y lo que acabas de decirme suena a una especie de amenaza.

– Pues no lo es.

– ?Lo es!, y debes saber que si estoy tan callada no es porque me preocupe por mi madre.

– Acabas de decirlo.

– Pero no era verdad. Estaba intentando quitarle importancia a lo que me preocupa realmente.

Comprobo que los ojos de su marido la observaban con interes.

– ?Y que es lo que te preocupa?

– No se si debes saberlo.

– Susan, por favor, ?basta de tonterias!

– ?No me grites!

– ?No te estoy gritando!

– ?Si que gritas!

Henry respiro hondo, se ajusto las gafas, bajo la voz:

– Llevas razon, perdoname. ?Puedo saber ahora lo que te preocupa?

– Vi algo bastante comprometedor en la cena de Navidad.

El cambio de actitud, empezo a mirarla con autentica curiosidad. Ella paladeo la nueva situacion que habia creado. Penso que Henry era vulgar, como el resto de la gente. Se dio cuenta de que estaba sola frente al mundo, de que no podia contar con el de verdad. Luego hablo de nuevo, por fin mas tranquila.

– Santiago y Victoria estaban besandose apasionadamente en el jardin.

Los ojos de Henry se redondearon con la sorpresa.

– ?No puede ser!

– No estoy ciega ni me he vuelto loca.

– Deja el tono de enfado, te lo ruego. ?Que viste?

– Habia salido un momento al jardin porque ya estaba harta del barullo de los ninos. Me apoye contra una palmera, me quede quieta, y entonces los vi. Al principio no los reconoci, pero estaban muy cerca. Contuve el aliento para que no me oyeran. Vi como se besaban, se abrazaban, hablaban en susurros. Afortunadamente no oi lo que decian.

– ?Afortunadamente?

– No queria saber mas. Solo con lo que he visto ya se me presenta una situacion suficientemente dificil.

– ?A ti, por que a ti?

– Paula y yo hemos congeniado bastante, ya lo sabes. Ahora me planteo el dilema de contarselo o no.

– ?De que estas hablando? ?En ningun caso debes decirselo, en ninguno! Y mucho menos estando aqui, todos encerrados en esta especie de gueto.

– Pero es que ella, bajo esa apariencia de mujer dura, me parece muy fragil.

– Un motivo mas para callar.

– ?Y no te parece que es tratarla como si no le tuviera respeto?

Henry se puso frente a ella y la miro a los ojos con severidad.

– Susan, aqui todos somos adultos, esto no es un internado donde alumnos jovenes conviven durante el curso escolar. Cada uno carga con sus responsabilidades. Si dijeras algo podria organizarse un conflicto de consecuencias incalculables.

– ?Ya se quienes somos y donde estamos!, pero ?es que crees que ella no va a enterarse de una manera u otra?

– Eso ya no te atane, no es tu problema.

Miro a su marido con un punto de rencor. Lo malo de depender emocionalmente de alguien era que ese alguien al final toma conciencia de su superioridad y acaba considerandote como a una especie de nino inutil al que hay que recordar como son las cosas mas elementales. Se quedo callada. Nunca imagino que Henry reaccionaria asi. Esa era, en el fondo, la filosofia vital que aplicaba a todo: conservar la apariencia exterior de normalidad y dejar que cada uno cargara con sus actos. Estaba segura de que Henry no la tomaba en serio, no compartia sus problemas de un modo autentico, nunca se ponia en su piel. Por eso siempre exhibia ante ella su equilibrio a toda prueba. Pero ?era eso equilibrio real? Si uno no entra en los temas a fondo es muy facil permanecer sereno, tan facil como no entender ni una palabra de lo que al otro le ocurre. En los dos anos que llevaban casados nunca lo habia visto con tanta claridad como en aquel momento.

Cuando el se hubo ido, un ramalazo de panico la recorrio. Estaba sola. En realidad, no habia nadie con ella, nadie. Henry le estaba demostrando como la habia considerado siempre. Para el, era una nina tonta con la que, por fortuna, solo debia estar algunos ratos. Habia caminado por el alambre siempre pensando que la mano poderosa de Henry la sostenia, pero no era verdad, el precipicio se abria al fondo, sin proteccion. Junto al miedo y la decepcion, sintio tambien cierta remota euforia que la elevaba a la categoria de heroina: ella sola con sus problemas y su dolor. Siempre, desde su nacimiento, habia estado sola. Y, sin embargo, habia resistido. Mas de uno no podria haber soportado los chantajes emocionales de su madre, la debilidad de su padre. Pero ella habia salido adelante. Y continuaria haciendolo. No era una nina tonta, desde luego que no.

Se encontraron en la casa y fueron a su habitacion. Habian empezado a llamarla asi: «nuestra» habitacion. El deseo de hacer el amor cuando se veian era devorador. Estar el uno dentro del otro, sentirse. Despues venia el momento de la conversacion. Podian hablar, relajados, notando el cuerpo desnudo del otro entregado y sereno junto al suyo propio. Victoria le dijo:

– Esta cama es como nuestra isla. Aqui estamos bien, fuera estan los problemas. Cada vez la vida se hara mas dificil en el mar exterior.

– Para mi es mas sencillo quiza; aunque hay algo muy duro que aguanto mal.

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