– A mi tambien pueden enganarme.
– Pues es obvio que Tolstoi no lo ha conseguido.
– ?Por que estudiaste quimica?
– ?Hace tanto tiempo de eso! La verdad es que en un principio decidi estudiar medicina, pero me dio miedo. No tengo un caracter muy fuerte, y pense que tratar siempre con gente enferma acabaria por deprimirme.
– ?Te comprendo muy bien! A mi me deprime incluso tratar con gente sana.
Parecia desconcertada, pero no tenia ganas de hablar. La miro y sonrio aun a riesgo de parecer enigmatica.
– ?Quieres mas cafe? -le ofrecio Victoria precipitadamente.
– No, no, gracias. Me voy. Aunque nadie lo diria, tengo muchas cosas que hacer.
En ningun momento se le ocurrio insistir. Victoria solo queria a aquellas alturas verla desaparecer cuanto antes. Era evidente que sabia o al menos sospechaba algo. ?A santo de que aquella visita imprevista con el absurdo subterfugio del articulo periodistico? Pero lo mas llamativo habian sido sus palabras, cargadas de doble intencion, llenas de significados ocultos. Tambien su sonrisa ironica, la mirada inquisitiva de sus ojos. Un poco de calma, podia estar imaginandolo. ?Eran apreciaciones sin fundamento? Intento serenarse. Cogio un libro y procuro concentrarse en la lectura, pero saltaba de un parrafo a otro sin enterarse de nada. Mando un mensaje al movil de Santiago: «Llamame en cuanto puedas.» En algun momento tendria cobertura y podria leerlo. Tras haberlo escrito se intranquilizo, era una frase demasiado contundente para algo que solo estaba basado en conjeturas. El podria interpretarla pensando que habia sucedido algo peor. Pasaria un mal rato. Tomo de nuevo el telefono y escribio esta vez: «No es nada grave.» Asi estaba mejor. Se dio cuenta de que le temblaban las manos. Era presa de una gran agitacion. No debia permitirse perder los nervios. Lo mas terrible que podia pasar era que Paula se hubiera enterado de algun modo y que quisiera jugar un rato. Era una reaccion que estaria de acuerdo con su personalidad. Quiza se proponia dar el golpe final mas adelante. Pero todo el mundo acabaria enterandose de la verdad; de manera que el riesgo radicaria en que las cosas sufririan un adelanto, nada mas. Fue relajandose poco a poco. Debia confiar en Santiago. El era un hombre con los pies bien anclados en la realidad. En todo momento sabria que hacer. Tomo el libro y consiguio leer. Al cabo de un rato se durmio.
La sobresalto el timbre del telefono. La voz de Santiago la lleno de alegria. Estaba confusa, recien salida del sueno.
– Victoria, he podido leer tus mensajes. ?Ocurre algo?
– No se, lo mas probable es que se trate de figuraciones mias. Debo de estar mas nerviosa de lo que creo.
– ?Y bien?
– Paula vino a verme. Me trajo un articulo de periodico para que lo leyera. Tomamos un cafe y… en fin, tuve la sensacion de que sabe algo, de que estaba jugando al raton y al gato conmigo.
– No, no creo que fueran figuraciones tuyas. Yo tuve la misma sensacion este fin de semana, por eso me vine al campamento. Alguien se lo ha dicho.
– Pero ?quien?, ?Dario?
– Da igual, eso no es lo importante. De cualquier modo, no te angusties, parece necesario que tomemos una determinacion. No podemos seguir asi. Este fin de semana debemos hablar con ellos, contarles que estamos enamorados y que tenemos intencion de marcharnos. Despues nos quedaremos un tiempo hasta que se produzcan las reacciones, las explicaciones, lo que sea necesario. Y mas tarde nos iremos, tenga yo o no tenga ese nuevo trabajo. Piensa en este plan y dime si estas de acuerdo.
Victoria se quedo callada, habia llegado el momento de la verdad. Oyo la voz firme de Santiago:
– ?Me has oido, Victoria?
– Si, te he oido. No es necesario pensar demasiado, no creo que tengamos otra alternativa.
Pensar, pensar… ?que significaba pensar, que podia pensar sobre aquello que no la llevara siempre a la misma conclusion? El dolor. El dolor puro ante la perspectiva de tener que decirle a Ramon algo tan enorme como que ya no lo amaba. El panico frio al momento en que tuviera que confesarle que se habia enamorado de otro hombre y que se iba con el dejandolo todo: su matrimonio, sus hijos, su casa… todo. Le parecia imposible llegar a pronunciar esas palabras. El no comprenderia nada, no podia comprender, puesto que no habian existido indicios previos, crisis anteriores, ninguna transicion hacia la ruptura. El lento deterioro, casi imperceptible, de su relacion no era antesala suficiente para aquella resolucion tan brutal. Pero aquella entrevista era insoslayable. No podia huir dejandole una nota en el iman de la nevera. Debia hacerle entender a su marido que entre ellos hacia tiempo que no habia amor, sino comprension, ternura, camaraderia, nada parecido al arrastre tempestuoso de la pasion. Aquella conversacion podia dar pie a analisis posteriores sobre la situacion. Ramon se daria cuenta de que aquella no era una decision tomada con ligereza, sino una consecuencia del vacio que reinaba entre los dos. Todo saldria bien, debia animarse. Santiago lo habia previsto todo. Era un hombre fiable, solido, seguro de si mismo. Sin duda obraba siempre asi frente a todas las cosas. Nunca mas se sentiria sola. ?O quiza al cabo de los anos se produciria tambien un distanciamiento? No, esta vez no. Esta vez todo seria perfecto.
Susy no descolgo el telefono porque sabia que era su madre quien lo hacia sonar. Habia decidido no responder a sus llamadas durante un tiempo. Esa seria la primera parte de su «reeducacion». La segunda consistiria en coger el auricular y decirle: «Dejame en paz. No quiero hablar contigo. No hay nada que tratar. Ya te llamare yo mas adelante.» De momento no tenia coraje para enfrentarse a ella de esa manera, y no respondiendo a sus llamadas lo unico que habia conseguido era que dejara mensajes a Henry preguntandole que era lo que ocurria. Finalmente su marido se enfurecio con ella.
– Carino, ?no podrias evitar que tu madre me diese la lata de este modo? ?Donde te metes, por que no le contestas? Ponte en contacto con ella de una vez, yo tengo mucho trabajo.
– He decidido cortar nuestras conversaciones telefonicas. Mas adelante, cuando lo tenga bien asumido, le dire que no quiero volver a verla.
– Crees que es asi como se arreglan las cosas, ?verdad?, eso es lo que crees. ?Cuando dejaras de comportarte como una nina, Susan, cuando? Te advierto que mi paciencia tiene un limite.
– Dejame en paz.
Colgo con brusquedad y se sintio feliz por haberse atrevido a hacerlo. Rebelarse era mas facil de lo que parecia, mas satisfactorio tambien. Henry se sentia con autoridad para llamarla y pegarle una bronca, exactamente como si fuera una estudiante de secundaria. Pero las cosas estaban cambiando, Mexico la estaba cambiando. ?Viva Mexico libre!, grito mentalmente, y casi se echo a reir. Obrar por si misma, segun sus autenticas inclinaciones, no iba a resultar tan complicado finalmente. Todo consistia en no tener miedo a lo que pudiera descubrir en su interior. Adios al miedo, adios.
Victoria no habia podido dormir bien ninguna de aquellas noches. Veia acercarse el fin de semana como si fuera una fecha fatidica en vez del inicio de su nueva vida. El viernes a mediodia no consiguio probar bocado. Tenia un nudo en el estomago que incluso le impedia respirar bien. Sus intentos de serenarse eran inutiles. Le costaba controlarse, nunca antes habia estado tan nerviosa. Le hubiera gustado tener a mano alguna pildora tranquilizante, pero eso no era algo que figurara entre sus necesidades habituales. De hecho, no recordaba haber tomado jamas. Solia ser una mujer tranquila, si bien en esta ocasion la inquietud estaba ganandole la partida. Penso que no podia enfrentarse asi a Ramon, ni abordar la conversacion mas trascendente de su vida en un estado semejante. No, no lo haria, no hablaria con el ese fin de semana, lo dejaria para mas adelante. Pero ?que estaba diciendo?, ya no habia vuelta atras. En aquella historia estaban todos implicados. Ya no habia vuelta atras.
A las siete de la tarde llego Ramon desde la obra. Le dio un beso en la mejilla, sin fijarse en que estaba palida y desencajada. Pregunto si cenaban con alguien aquella noche. Comento que se encontraba muy cansado. Fue a ducharse. Ella preparo maquinalmente un aperitivo y lo sirvio en el porche, donde ya esperaban los periodicos del dia. Era la rutina de todos los viernes, que ahora le parecio un rito pavoroso. Se bebio el primer martini de un solo trago, como una medicina. Su mente seguia luchando, intentando encontrar una coartada moral: su matrimonio parecia perfecto, pero ?acaso la frialdad de su marido era normal? Si todo era tan impecable, ?por que hacia tiempo que se sentia tan sola?, ?por que se supone que es posible vivir sin amor? En cualquier caso, su deseo de encontrar ultimas excusas le parecio patetico a ella misma. Se disponia a ser injusta, tremendamente injusta. De un momento a otro le causaria un dano inmenso a Ramon. De acuerdo, debia asumirlo, asi es la vida. La vida no es un regalo, unas veces da y otras quita, es asi.