Ramon se habia puesto un short y una camisa limpia, tenia el pelo humedo. Le sonrio al salir al porche. Se calo las gafas, se sirvio un martini.

– Veo que tu ya has empezado a darle al alcohol. ?Que tal la semana?

– Bien, todo bien.

– ?Manuela no os ha organizado fiestas ni visitas turisticas?

– Afortunadamente, no.

– Entonces es que se ha portado bien.

Abrio el periodico por las paginas dedicadas a los deportes, bebio un sorbo y se enfrasco en la lectura. Ella se quedo quieta. Al cabo de un momento Ramon levanto la vista y pregunto:

– ?Tu no lees?

– Quiero hablar contigo, Ramon.

Bajo el periodico, algo sorprendido por el tono grave de su mujer.

– Bien, adelante.

– Quitate las gafas y escuchame.

Victoria se sentia fuerte y tranquila de repente, duena de si misma y de la situacion. Todo su nerviosismo anterior habia desaparecido. La invadio una gran paz, incluso una sensacion fisica agradable.

– Es muy doloroso lo que voy a decirte. Para ti, pero tambien para mi.

La observaba con una gran extraneza, como si no acabara de creer por completo lo que oia.

– Bueno, ?que pasa?; me estas alarmando.

– Ramon, estoy enamorada de otro hombre.

Corto ahi la frase con plena conciencia de lo que hacia.

Noto el impacto reflejado en la cara de el. En decimas de segundo fue advirtiendo su esfuerzo por entender sus palabras, su sorpresa, su intento de recomponerse tras el golpe.

– ?Vaya, eso si que es una novedad! ?Y puedo saber de quien?

– Santiago Herrera.

Ahi el cambio de su rostro fue mucho mas marcado. Enrojecio hasta la raiz del pelo y sus rasgos se tensaron.

– ?Que dices? ?Te has vuelto loca?

– No estoy loca. Nos hemos enamorado. Lo siento, Ramon, de verdad.

Se quedo un buen rato callado. Luego levanto la cara hacia ella, furioso:

– Magnifico, te has enamorado de un companero de trabajo, y aqui, en un lugar como este, en una colonia cerrada. Me parece algo… rastrero, inconcebible… no se como calificarlo, en serio.

– La historia ha sido corta. Hemos preferido contarlo para no prolongar una situacion de engano.

Se levanto, tiro las gafas sobre la mesa y empezo a dar paseos por la terraza, cada vez mas colerico.

– ?Muy bien, que considerados! Hay que felicitaros, desde luego. ?Y donde habeis estado follando? Porque, naturalmente, habeis estado follando. Habra sido en esta casa, supongo, porque en la suya estaba su mujer.

– Si es eso lo que te preocupa, tranquilizate, no ha sido aqui.

– ?Oh, gracias, gracias, cuanta delicadeza! ?Habeis pedido la casa a un amigo mexicano, ha sido en un hotel?

– ?De verdad es eso lo unico que te inquieta? ?No crees que deberias pensar en por que ha sucedido todo esto, en que estaba pasando en nuestro matrimonio, en como se ha dado lugar a esta situacion?

– ?Ah, no, querida mia, tu te has enamorado y tu cargas con la responsabilidad! A mi no me metas en el fregado, no busques tranquilizar tu conciencia. ?Como has podido…?

Un sollozo le corto la palabra. Para atajarlo, se apreto los ojos con ambas manos. Dio media vuelta y salio precipitadamente.

– Ramon, ?adonde vas?

– ?Dejame!

Se quedo sola, descargada de cualquier tension, tranquila. Habia creido que sentiria en su propia piel todas las sensaciones por las que su marido pasara; pero no habia sucedido asi. Al contrario, lo contemplaba con una distancia absoluta, como si fuera un extrano. Estaba tan relajada que podria haberse dormido. De pronto tenia mucho sueno, un cansancio agradable se apodero de sus musculos, aflojandolos. Un momento despues volvio Ramon.

– Supongo que si me lo has dicho es porque haceis planes para el futuro.

– Si, queremos irnos pronto a vivir juntos.

– Y os marchareis de Mexico, por supuesto.

– Si.

– Pues cuanto antes os largueis, mejor.

– Nos iremos cuando sea el momento, no cuando tu lo digas -respondio con firmeza.

– Y tus hijos, ?lo saben tus hijos?

– No lo saben aun; y te agradecere que permitas que sea yo quien se lo comunique.

– Hare lo que me parezca pertinente. Favores, ni uno, Victoria, a partir de ahora, ni uno. Me voy.

– ?Adonde?

– A tomar una copa por ahi. Estar con alguien como tu me da grima.

Sola de nuevo, se echo a llorar con amargura, pero en seguida se enjugo las lagrimas, intento olvidar las palabras de el, empezo a reflexionar. Una reaccion que no habria esperado nunca de Ramon, un hombre tranquilo, morigerado, poco dado a la ira o las discusiones. Habia esperado otra cosa: preguntas, silencios… pero habia tenido un comportamiento explosivo, radical. Lo que mas habia parecido afectarle era que se tratara de un companero; despues, que el enamoramiento hubiera sucedido en la colonia. Por ultimo, el lugar donde habian hecho el amor. Era como si le hubieran molestado mas las circunstancias que el hecho de que ella ya no lo amara. Bien, aquel modo de reaccionar le facilitaba a ella las cosas. Ya no sufriria mas por el sufrimiento de el. A partir de ese momento cada uno cargaba con su propio dolor. La sorprendio a si misma la frialdad de sus consideraciones. Pero asi era la vida, al parecer.

Entro en la cocina y se sirvio la cena que habia preparado para los dos. No tenia el mas minimo apetito, pero intuia que seguir el curso habitual de las acciones era lo que debia hacer. Tras apenas diez minutos regreso Ramon. Estaba palido, sus facciones se habian alterado de tal manera que su expresion resultaba irreconocible. La miro con algo que a ella le parecio odio puro.

– Vuelvo al campamento. No seria capaz de dormir contigo. Ademas, es posible que tengas una cita amorosa y no quiero estropeartela.

– Te ruego que no me hables asi.

– ?Que pasa, hiero tu fina sensibilidad de enamorada?

– Si no quieres que hablemos civilizadamente, de acuerdo, pero no creo que valga la pena que me faltes al respeto cuando nunca antes lo has hecho.

– Parece que no te has enterado, Victoria, hare lo que quiera porque esta es mi casa y, te lo repito, cuanto antes salgas de ella, mejor para todos.

Salio dando un portazo. Oyo sus pasos en el dormitorio. Sin duda estaba recogiendo algo de ropa. Poco despues distinguio el ruido de sus pasos en la gravilla del jardin, camino de su coche. Se tapo los ojos. Estaba horrorizada, aquello no podia estar sucediendo. Jamas habia visto a su marido en un estado semejante. Pero ?que esperaba? Aquella era una situacion limite para Ramon, una situacion a la que ella lo habia conducido. Lo que habia hecho era lo peor que puede hacersele a un hombre, lo peor. Pero sabia desde el principio que iba a ser muy doloroso para ambos. Solo debia aguantar el primer tiron, hacerse fuerte, pensar lo menos posible en lo que estaba pasando. Se dirigio al salon y se tumbo en el sofa. Estaba segura de que, si cerraba los ojos, se dormiria en seguida, y contemplo esa posibilidad como una benefica proteccion.

Solo el sabado por la manana pudo hablar Santiago seriamente con su mujer. Su plan era hacerlo el viernes noche, pero le resulto imposible. Paula insistio para que cenaran en un restaurante de San Miguel; sin duda se habia dado cuenta de que Santiago preparaba una conversacion final. Lo conocia bien, como acaban conociendose todos los matrimonios.

Procuro mostrarse especialmente locuaz y contenta durante la velada. No iba a ponerselo facil. Ya no le cabia duda de que la historia de amor que se habia fraguado alli era algo muy serio para el. Habia escogido aquella

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