noche para su «confesion», pero se proponia estropearle la mise en scene. Mientras lo miraba, sentado frente a ella en el restaurante, con aire distraido y rictus malhumorado, deseoso de librarse de la carga de su secreto culpable, penso que era valiente. Se disponia a montar un buen escandalo en su lugar de trabajo, enfrentandose con Ramon, asumiendo el juicio moral adverso que recaeria sobre ellos… bien podria haber esperado hasta que la obra estuviera acabada y la colonia disuelta. Pero no, preferia ponerse en ridiculo, y dejarla a ella tambien. No habia contado con que le importara, pero le importaba. Abandonarla a ojos de todo el mundo la hacia representar un bonito papel: la intelectual indomita, fuera de normas y de convenciones, seria solo la esposa burlada. Deberia haberle evitado esa circunstancia tan humillante. Era obvio que planeaban huir juntos. En ese caso, ella deberia marcharse tambien, su estancia en la colonia se circunscribia al contrato de su marido. Aunque quiza la direccion le ofreciera un periodo de gracia, un generoso asilo politico en nombre de la empresa constructora. Sonrio ante esa idea, y siguio hablando, cotorreando sin fin sobre la belleza de las noches mexicanas. Santiago habia tenido la ocasion de interrumpirla varias veces diciendole: «Basta ya de mascaradas, escucha lo que tengo que decirte.» Pero no lo hizo. Escucho, comio, respondio a sus preguntas banales y, de regreso a su casa, se acosto a su lado para dormir toda la noche. No debia de ser facil soltarle a tu conyuge una cosa asi, por mas distanciado que se este, por muy destrozado que se encuentre el vinculo matrimonial. O quiza su esposo era solo un Judas que esperaba el momento ideal para perpetrar su traicion.

Cuando desperto a la manana siguiente, el ya se habia levantado. Olio el cafe y bajo envuelta en un albornoz. Se encontraba serena y en buena forma porque no habia bebido casi nada la noche anterior. Santiago desayunaba en la mesa de la cocina, completamente vestido. La saludo con un gesto de la cabeza y dijo en seguida:

– Paula, tenemos que hablar.

– ?Prefieres la manana para que nadie te acuse de nocturnidad?

– Dejemonos de juegos, tu ya sabes lo que quiero decirte, ?no?

– Si, lo se.

– En ese caso, mucho mejor, porque…

– Un momento, un momento, no creas que va a ser tan sencillo. Espero tus palabras y tus explicaciones.

– Muy bien, de acuerdo. Es muy facil de explicar: me he enamorado de Victoria y nos vamos a vivir juntos. Eso es todo.

Paula procuro dominar su expresion para que fuera completamente neutra. Contesto en tono pausado:

– ?Puedes pasarme la cafetera, por favor?

Santiago hizo lo que le pedia y se quedo mirandola, en espera de una respuesta. Ella se sirvio cafe despacio, le echo azucar, lo probo.

– Te ha salido como a mi me gusta, cargado y aromatico.

El dio un fuerte golpe en la mesa que hizo saltar las cucharillas con estrepito.

– ?Basta, Paula, basta! Hemos llegado al final, ?es que no te das cuenta? No voy a aguantar mas tus juegos. Estoy hablando en serio. Me voy con Victoria. Es una mujer equilibrada, sensible y carinosa, virtudes que seguramente no significan nada para ti.

– Ya lo se, querido, lo se. Os vio Susy morreandoos el dia de Nochebuena. Muy equilibrado, hacer eso cuando sabes que alguien puede estar viendote. Muy sensible tambien. ?Y tienes idea de lo que opina su marido de tanta sensibilidad?

– Es inutil, por supuesto, razonar contigo ha sido inutil durante anos, ahora no tiene por que ser diferente.

– Eres un martir.

– ?Crees que ha sido facil aguantar tu labor destructiva durante todo este tiempo?

– ?Y por que no te marchaste antes?

– Porque siempre tuve la esperanza de que algo pudiera cambiar.

– Ya veo; has estado esperando un cambio salvador en nuestro matrimonio justo hasta antes de la aparicion de esa mujer.

– Llevas razon. Deberia haberme marchado mucho antes. ?Te gusta mas asi?

– Has sido cobarde. No has roto conmigo hasta que no has tenido a alguien con quien vivir.

– Puede que ella me haya despertado de un mal sueno. De repente me he dicho a mi mismo: ?que hago aqui, que espero? ?De verdad creo que queda algo por salvar?

– Usas una retorica que apesta, Santiago, de verdad. Aunque, si me permites un inciso estilistico, dire en tu descargo que eso suele suceder siempre cuando se habla de amor, el lexico amoroso es jodido.

Santiago sonrio con desanimo. Agito la cabeza.

– Me voy a dar una vuelta. Ya continuaremos hablando en otro momento.

– Tu no te vas a ninguna parte. Tengo derecho a saber lo antes posible que es lo que va a pasar.

– ?Que quieres saber?

– Me interesa saber que proyectas para tu nueva y feliz convivencia. Sobre todo porque me afecta un poco, no se si eres consciente.

– Ya que te interesan las cuestiones de estilo, te ruego que dejes de utilizar la ironia.

– Yo hablo siempre asi. Deberias haberte enterado ya.

– De acuerdo, te lo repito: ?que quieres saber?

– Cosas sin importancia. Por ejemplo, ?cuando voy a tener que dejar esta casa y este pais? Por ejemplo, ?adonde piensas ir?

– Los planes son aun un poco provisionales, pero en cualquier caso nos iremos pronto; probablemente a su ciudad.

– ?Ah, que encantador, no quieres que tu chica sufra con los cambios!

– No estoy dispuesto a continuar esta conversacion absurda, Paula. Ya he aguantado de ti todo lo que podia aguantar.

– ?Me pasaras una pension?

– No habra problemas para llegar a un acuerdo. Quedate con el uso de nuestra casa tambien. Si algun dia la vendes, me correspondera la mitad. No creo que haya mas cosas que tratar a este respecto.

– La pension puedes ahorrartela. Puedo valerme por mi misma. En cuanto a la casa… en cuanto tenga oportunidad, la vendere. Seguir viviendo alli me traeria malos recuerdos. Y ahora, largate, ya hemos hablado bastante.

– Me pregunto que es lo que te parece tan mal de todo esto, Paula, ?que intente ser feliz? Porque lo que no puedo creer es que lamentes perder nuestro amor. Eso ya se perdio hace anos.

Paula cogio el azucarero que habia sobre la mesa y lo lanzo sobre su marido. El lo esquivo y fue a parar al suelo, dejando un reguero de azucar. Santiago la miro con desprecio y salio. Se quedo sentada, sonriendo. Dijo en voz alta:

– Un final clasico de bronca conyugal.

Luego se levanto y encendio un cigarrillo. No estaba nerviosa ni alterada. Miro el destrozo del azucarero. Conto los fragmentos en los que la loza se habia partido. Observo la forma curiosa que habia tomado el azucar derramado. Debia mirarlo todo cuidadosamente, porque aquello era el resultado final de quince anos de matrimonio. Una imagen muy simbolica: la dulzura del amor hecha anicos. Quiza ahora, siendo una mujer publicamente abandonada, seria al fin capaz de escribir buenas novelas. Bien mirado, aquello podia convertirse en algo muy estimulante, un acicate para su carrera. Estaria sola y seria necesario tener ingresos suficientes. La Providencia estaba tendiendole un cable para que no se ahogara en el infortunio. Dios era sabio hasta el infinito y nunca olvidaba a sus ovejas perdidas. Volveria al redil. Quiza incluso el Divino Pastor adecuara para ella un redil individual, nada de rediles masivos y malolientes. Alli se instalaria, a salvo de todos los vientos del mundo, tan devastadores, a salvo de todas las desgracias y tambien de las tentaciones. Un lujoso redil con estudio para poder escribir, con nevera bien pertrechada, con mueble bar. Salio de la cocina y se dirigio al salon. Busco una botella de tequila que estaba segura de haber comprado dias atras. ?Era pronto aun para empezar a beber? ?Pronto, tarde? Debia empezar a acostumbrarse a vivir sin mirar el reloj. Nadie la esperaba. Se sirvio un vaso bien lleno, a la salud de todas las ovejas perdidas que, como ella, sabian hacer de la necesidad virtud.

Santiago no pudo encontrar a Dario en ningun lugar de la colonia. Penso que era muy capaz de estar ya en El

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