decides como quieres que se desarrollen las despedidas.
– Supongo que es en justa correspondencia por todos los anos en que he respetado tu manera de hacer, o quiza seria mejor decir de deshacer las cosas.
– ?Crees que soy como soy por gusto? ?No puedes plantearte la posibilidad de que tengo problemas, de que sufro, de que tampoco estoy contenta conmigo misma?
– Nunca me has comunicado cuales eran esos problemas, Paula, yo solo he sufrido las consecuencias. No me has dado opcion a ayudarte.
– ?Tu tampoco has querido ayudarme!
– ?No es justo que digas eso! ?Te has encerrado siempreen ti misma, me has rechazado, has procurado dejar bien claro que en tu mundo interior yo no tenia cabida! ?En el fondo siempre has pensado que era estupido, vulgar, incapaz de comprender tus elevadas angustias!
Santiago callo de repente. Se dio cuenta de que ambos estaban gritando. Dejo la bolsa en el suelo, la miro a la cara, intentando serenarse.
– ?Quieres que vayamos al salon, nos sentemos y hablemos de todo esto con calma?
– No -respondio Paula con una sonrisa gelida.
Entonces el recupero su equipaje, la hizo a un lado con la mano y salio del dormitorio a toda prisa.
Traspaso, conduciendo despacio, la verja que cerraba la colonia y, cuando se hubo alejado un poco, paro el coche y telefoneo a Victoria.
– Victoria, ?estas sola?
– Si.
– ?Has hablado con Ramon?
– Si, lo sabe todo.
– ?Se lo ha tomado muy a mal?
– Muy a mal. Se ha ido al campamento.
– Yo tambien he hablado con Paula.
– ?Y…?
– Lo sabia. Susy nos vio besandonos en Nochebuena y se lo conto. No se desde cuando tiene ese dato.
– ?Dios, que desastre!
– No hay desastre alguno. Todo esta perfectamente, dentro de lo previsto. Oye, me voy a pasar el fin de semana a San Miguel. Cogere una habitacion. Si estas sola, ?por que no te reunes conmigo?
– No quiero marcharme de la colonia. Se que Ramon volvera, lo conozco. Vendra para que hablemos.
– ?Podemos tomar al menos un cafe?
– Si, ire a la plaza dentro de un par de horas. Alli nos vemos.
– Victoria, espera un momento. ?Estas bien?
– Estoy bien.
– ?Bien y firme en tu decision?
– Firme en mi decision, no te preocupes por nada.
Manuela untaba mantequilla en las tostadas y se las pasaba a su marido de forma mecanica.
– No me des mas tostadas, ya tengo suficientes.
– Perdona, estaba distraida; pero es que este tema me tiene bastante alterada.
– No es para tanto.
– ?Que no es para tanto? ?Como se nota que no es tu libertad la que coartan!
– Se trata de algo temporal. Piensan que existe riesgo de que haya secuestros, pero eso no significa que la alerta vaya a durar.
– Si, claro, los secuestradores avisan a la policia y le dicen: «Cuidado, nos disponemos a perpetrar secuestros.» Y cuando ya estan cansados vuelven a avisar: «Senores, tranquilos, el peligro ha pasado.»-Se habran hecho con informacion, les habran dado un soplo…
– ?Un soplo divino! No, lo que ocurre es que el comisario me ha visto paseando por los barrios pobres y no quiere que le complique la vida, sin mas.
– No se por que te enfadas tanto. En realidad, no se que pintas en esa zona. Muevete por el centro de San Miguel, como has hecho hasta ahora. Ahi nadie va a coartar tu libertad.
– Adolfo, para ejercer la caridad es imprescindible que vea de primera mano las necesidades que tiene esa gente. Ademas, a veces voy acompanada de la delegada de una ONG espanola, aquella chica tan amable que ceno con nosotras una noche en la colonia. Ella fue quien me indico por donde debia moverme.
– Pues que te indique directamente cuales son las necesidades que hay que atender y ?santas pascuas!
– No me quedare como una gallina vieja sin salir del corral porque un comisario machista me lo ordene. Te ruego que hables con el y le pidas que sus hombres me dejen en paz. A ti te hara caso.
– No pienso hacer tal cosa. Imaginate que cara se me pondria si te secuestraran despues de haber hablado con el. Pliegate por una vez a la autoridad de alguien, Manuela.
Ella torcio el gesto. Acabo su cafe en silencio y se puso en pie. Antes de salir de la cocina dijo de modo muy digno:
– Si me secuestran, te ruego que no pagues el rescate; quiza sea lo mejor para todos. Dudo que alguien me eche en falta.
Adolfo se quedo solo, con una tostada a medio comer en la mano. La tiro violentamente sobre el plato y encendio un cigarrillo, el primero de la manana. Fumar unos pocos cigarrillos al dia era su unico vicio. Se rasco la cabeza, bastante calva, y sintio que lo invadia una profunda oleada de mal humor. Justo lo que le faltaba. Se pasaba toda la semana en la obra, bregando con complicados problemas, y cuando llegaba a su casa ni siquiera podia estar tranquilo. Una presa en medio de la selva es algo extremadamente complicado de construir. No hay ayuda exterior; solo se cuenta con los recursos propios para ir creando infraestructura. Todo debia materializarse desde la nada: talleres para las reparaciones de las maquinas, dispensarios de primeros auxilios, servicio de intendencia y cocina… Pues bien, cualquier contratiempo que surgiera en todos aquellos negociados, sumado a las dificultades tecnicas propias de la construccion, recaia en ultima instancia sobre su persona. Bien, pues daba igual, si ademas de todo eso hubiera tenido que ocuparse personalmente de contar todas las hostias que hay en el Vaticano, tampoco entonces su esposa se hubiera apiadado de el. ?No quieres caldo?, ?toma dos tazas!: problemas en el trabajo y problemas el fin de semana. A veces, Manuela le parecia la mujer mas conflictiva y mandona con la que podria haberse casado. Bien era cierto que nunca habia mirado a ninguna otra mujer, y habia sido asi porque ella siempre le habia parecido la mejor. Siempre habia cumplido sus tareas de modo que el no habia tenido que ocuparse de nada. Y en cuanto a la educacion de los hijos… ?impecable!, no tenia queja. Si hubiera sido el el educador, le hubieran salido todos delincuentes comunes. Cuando los ninos eran pequenos, nunca habia soportado estar con ellos mas de una hora seguida. Todo eso estaba dispuesto a reconocerlo y firmarlo ante un notario, e incluso un juez; pero desde que Manuela ya no tenia ninguna pesada obligacion… parecia siempre dispuesta a organizar las vidas ajenas. O quiza era que ahora su caracter se revelaba en su autentica esencia: era una mujer bastante entrometida e indomita, tendente a mandar e incapaz de acatar una orden. Pero, en fin, demasiado tarde para quejarse. Decidio ir a buscarla, intentar que se le pasara el disgusto. Detestaba verla enfadada, pero sobre todo detestaba pasar un fin de semana en su casa cuando en el ambiente flotaba algun tipo de tension. Habitualmente bastaba charlar un rato con ella sobre temas intrascendentes para que se disiparan los nubarrones. Haria eso. En cualquier caso, no tenia la mas minima intencion de pedirle al comisario que le diera carta blanca a su esposa para moverse a su antojo por los barrios deprimidos de San Miguel. Ademas, le ordenaria a Dario que pusiera carteles bien visibles en la colonia avisando del riesgo de secuestros. Era necesario que todas las residentes extremaran las precauciones cuando salieran de alli. Se le ponian los pelos de punta solo de pensar que alguna de las esposas pudiera ser secuestrada. ?Menuda complicacion! Peor que eso no podia suceder nada.
Henry jugo finalmente su partido de tenis con uno de los mecanicos. Penso que el ejercicio fisico y el fragor del juego servirian para tranquilizarlo, pero se equivocaba. En el vestuario, despues de ducharse, mientras se secaba la piel bronceada por el potente sol de la obra, empezo a pensar de nuevo en la indiscrecion de Susy. No sabia como reaccionar frente a ella. Si le afeaba su conducta, se arriesgaba a desencadenar un drama de duracion imprevisible. Lo mas comodo era callar, pero le parecia tan grave lo que habia sucedido que dejarlo pasar sin siquiera darle su opinion a Susy le hacia rebelarse contra si mismo. Era ya terrible en si que tuviera que estar planteandose semejantes diatribas en relacion con alguien que estaba destinada a ser su companera de por