– No quiero imaginar mas de lo que veo. Creo que, de una vez por todas, hemos de centrarnos en el trabajo que la victima estaba realizando. No hay mas.
– Si nos centramos en el trabajo entonces no se puede descartar al fanatico religioso que tanto parece gustarle al personal y que a usted le pone los pelos de punta.
– No entiendo la relacion.
– Puede ser alguien que no quisiera que se manipulara un cuerpo incorrupto o que considerara un sacrilegio el hecho de investigar en el pasado de los santos… ?que se yo! Si hablamos de un fanatico hablamos de una mente trastornada y en ese caso cualquier barbaridad es posible.
– Demasiado rebuscado.
– ?Ha pensado en la posibilidad de que se trate de un fanatico de otra religion?, por ejemplo un musulman. Alguien de un entorno extremista que con este golpe quiera llamar la atencion sobre algun colectivo que vive aqui, al que no le permiten construir mezquitas… algo de ese tipo.
Medite sus palabras con atencion.
– En ese caso hubiera existido una reivindicacion. ?Y que me dice del cartelito gotico?
– Eso es lo que me lleva a pensar que es un pirado con algun complice tan pirado como el. Y dudo que el comisario le permita descartar esa opcion.
– Ya veremos. Se impone esa reunion con los sabios de ambas congregaciones, y con seguridad no sera la ultima.
– Al menos vamos a aprender un monton de cosas sobre momias.
– Si, nos resultaran muy utiles para la vida cotidiana.
Garzon siguio comiendo, concentrado en el placer que sentia. Cuando hubo acabado hasta con el ultimo grano de arroz, exclamo:
– Yo no seria fraile ni de cona, inspectora. Solo el pensar que mi deber consistiera en privarme de todas las cosas buenas del mundo me sumiria en un estado de desesperacion que me trastornaria por completo.
– Si, ya me imaginaba que en usted no primaba la parte espiritual.
– A lo mejor ni siquiera tengo esa parte.
– En ese caso tambien se priva de algunos placeres.
– ?Usted la tiene, Petra?
– Supongo que esta adormecida en algun pliegue de mi personalidad, aunque no estoy nada segura de que exista en mi. Y para demostrarselo voy a pedir un pedazo de aquella tarta barroca que estoy viendo en el carrito de postres.
Salimos del restaurante reconciliados con la realidad inmediata. Nos acercamos a contemplar el hermoso Mediterraneo, que ni siquiera la luz helada del invierno conseguia convertir en algo tan amenazante y oscuro como los mares nordicos. No, continuaba siendo una superficie placida y familiar, el origen de todo: el placer que encontrabamos al comer, el sentido de la vida que ostentabamos, el valor que dabamos a las cosas, el humor con que las tratabamos y hasta los claustros santificados a los que el trabajo nos habia llevado de manera impensada.
Permanecimos en silencio mirando al mar. El subinspector dio un suspiro vigoroso.
– En estos momentos si noto una fuerte sensacion espiritual. Creo que yo tambien tengo mi parte mistica.
– Que se manifiesta despues de un banquete del carajo. No se si seria usted admitido entre las filas celestiales.
– ?Todo lo estropea usted, inspectora. Es que no pasa una!
– Olvidese, Fermin; de cualquier modo la espiritualidad es un lujo que ni usted ni yo podemos permitirnos. Para ser espiritual hay que ser rico o muy egoista; o sea no tener que trabajar y que te importe tres cuernos la suerte ajena, siempre concentrado en tu propia alma. Y nosotros ni lo uno ni lo otro, de modo que: ?volvemos a Barcelona!
Veinte hombres, varones y mujeres, llegados desde diferentes comisarias de la ciudad para formar el operativo de lo que ya habia empezado a llamarse «operacion claustros». Los observe, la mayoria jovenes, sentados como ninos en el colegio en espera de que les adjudicaran alguna tarea. Segun el procedimiento habitual, nadie les daria las claves de la investigacion, ni como se imbricaba su trabajo en el rompecabezas general del caso. Consecuentemente, para que realizaran con efectividad el encargo, debian tener muy bien acotada su mision. La reunion inicial era importante.
Bien visible, aparecia el mapa de situacion de los lugares que debian ser inspeccionados. Yolanda, Sonia y el subinspector habian elaborado el material que les repartimos a cada uno de ellos. Consistia en una fotocopia de dicho mapa, otra de la fotografia de Eulalia y la descripcion de la impedimenta que solia llevar con ella segun la version de los Mossos d'Esquadra: un gran saco de dormir y varias bolsas.
Tome la palabra despues de saludarlos.
– La teoria es muy facil, senores, y ustedes se la saben de memoria: preguntar, mostrar la foto, seguir la pista y encontrar a esta mujer. No hay nada que yo pueda ensenarles. Dentro de un momento el subinspector Garzon realizara el reparto de las zonas de la ciudad que hemos seleccionado. Antes de hacerlo les ruego que si alguno de ustedes conoce muy bien un sector, se lo comunique al subinspector para que le sea adjudicado con preferencia. Cualquier novedad debe ser informada inmediatamente a los telefonos moviles de las agentes Yolanda y Sonia, que coordinan el operativo. ?Hay preguntas?
– ?Con cuanto tiempo contamos?
– Buena pregunta, se me habia olvidado. La busqueda tiene un tope de tres dias. Pasado ese tiempo el numero de hombres debera rebajarse por razones logicas; se les necesitara en otros cometidos. ?Ah!, y les ruego discrecion absoluta. Mucha suerte.
Un murmullo de aquiescencia recorrio la sala de reuniones. Sali y, diligente, fui a mi despacho a preparar el informe del dia. Ya que el comisario se habia portado bien prestandonos tantos agentes, yo procuraria cumplir las ordenes que mas me reventaban con toda disciplina.
A las ocho habia acabado y me propuse regresar pronto a casa, al menos por una vez. Vi a Garzon poniendose el abrigo.
– ?Que tal ha ido todo?
– Sin problemas. Son gente espabilada. Ya tiene todo el mundo su sector y empiezan manana. De esta la encuentran seguro.
– Asi sea.
En casa me quede sorprendida al descubrir que los hijos de Marcos cenaban en la cocina. No era fin de semana.
– Hemos venido en jueves porque el sabado no podremos. Tenemos una excursion. Y Marina ha venido para estar con nosotros -me explico Hugo.
– Yo si que vendre el sabado porque no tengo ninguna excursion -dijo Marina.
– Estupendo. ?Donde esta vuestro padre?
– Dijo que llegaria tarde por culpa de una reunion. Nos ha hecho la cena Jacinta, que se acaba de marchar. Pero no nos ha dicho que habia de postre.
Abri la nevera.
– Vamos a ver… yogur, hay yogur si os apetece.
Teo, el mas ironico, el mas rebelde, me lanzo una mirada fria e inquietante. De pronto dijo:
– La verdad es que no se por que hemos venido. A mi padre ni se sabe cuando le veremos el pelo y tu tambien vuelves tarde del trabajo. Hubiera sido mejor quedarnos en casa.
– Si os hubierais quedado en vuestra casa no hubierais visto a Marina ni tampoco a mi. Lo que voy a hacer es sentarme con vosotros en la mesa y charlamos un rato.
– ?Charlar?, si luego no quieres contarnos nada de las investigaciones del muerto ese del convento. Todos los companeros saben que la mujer de mi padre es policia y no paran de preguntarnos cosas sobre este caso tan interesante. Quedamos en ridiculo diciendo que no sabemos nada.
Hugo le solto agriamente:
– ?Mama ha dicho que no quiere que hablemos con Petra de cosas de asesinatos!
Me quede boquiabierta. Intente calmarme y reaccionar de manera adecuada.
– Lo siento de verdad, pero debeis decirles a vuestros amigos que las cosas del trabajo son importantes,