misterio.

– ?Y a su edad, madre? ?Que es lo que piensa usted?

Sonrio, apago el cigarrillo con gestos energicos.

– Tengo cincuenta y siete anos. A mi edad te das cuenta de que, hayas hecho lo que hayas hecho en la vida, es un exito seguir adelante con cierta ilusion.

Una nube de tristeza cruzo por su rostro. Quedamos en silencio.

– ?Otro cigarrillo?

– Deje, deje, inspectora. No haga de demonio tentador. La acompano a la puerta antes de que me haga caer.

5

Era sabado; de modo que el caso debia permanecer en espera durante el fin de semana. Sin embargo, el operativo de busqueda coordinado por las chicas no tenia descanso. Probablemente hubiera debido pasar la manana en comisaria para dar ejemplo de interes, pero hacia tiempo que ni siquiera cruzaba tres palabras con Marcos, de manera que decidi quedarme en casa, si bien llevando el telefono encima en todo momento. Aquel fin de semana teniamos a los ninos con nosotros. Durante la manana su padre se encargaba de llevarlos a las multiples actividades civicas y deportivas en las que los tres estaban apuntados. Pude hacer exactamente lo que me apetecia: cuidar de mi abandonado cuerpo y mi no menos deteriorada mente. Me embadurne la cara con una mascarilla verde francamente desagradable, me introduje en un bano de hierbas aromaticas, un tanto pestilentes a fuerza de perfume, y tome un libro que empece a leer con fruicion. Al cabo de un rato habia vuelto a sentirme casi como una persona normal. Aquel caso era tan absorbente que no habia tenido tiempo ni de tomar conciencia de mi misma. En aquel momento la tome, pero no dio otro resultado mas que intranquilizarme. Alli estaba, librada a los placeres termales, mientras el jodido caso del fraile seguia impenetrable como una manzana colgada de un arbol. Ni siquiera habiamos encontrado el metodo para hincarle el diente y alli continuaba apetitosa y clorada por el sol, pero fuera de nuestro alcance. Pense que en cuanto saliera del agua haria una llamada a las chicas, pero el telefono se me adelanto, sonando sobre un taburete que habia colocado junto a la banera. Pero solo era Garzon.

– Inspectora, he estado pensando… ?por que no me prepara a sus hijastros esta tarde y me los llevo de visita a comisaria?

– ?Hombre, Fermin!, ?usted cree que es adecuado?

– No habra casi nadie por alli, es el momento ideal. Asi a lo mejor dejan de darle la matraca con que no les cuenta nada de nuestro trabajo.

– ?Y va a malgastar una tarde libre pasandola con crios?

– ?Que va! Aqui donde me ve he sido siempre bastante criaturero. Los ninos me gustan mas que los animales, si he de decirle de verdad; aunque ya se que usted no esta de acuerdo conmigo. Ademas, Beatriz se va de compras con su hermana Mercedes y le juro que la visita sera una excusa perfecta para no acompanarlas. Eso de ir de compras me parece un conazo. Nunca se que cara poner cuando ellas entran a probarse y yo me quedo solo con los dependientes. Siempre tengo la impresion de que me miran diciendo: «?Y este palurdo que cono pinta aqui?».

– Tengo que preguntarle a Marcos. A lo mejor no le parece bien que sus chicos vayan a una comisaria.

Le parecio de perlas. Muy instructivo y original, segun comento. Ni que decir tiene que a los tres encartados aquella propuesta les fascino. Marina preguntaba, entusiasmada:

– ?Nos dejaran ver a los presos?

– En las comisarias no hay presos, tonta; eso es en las carceles -respondio Hugo muy suficiente. Pero ella no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer.

– Si que hay, ?verdad, Petra? En algunas peliculas lo he visto: aparece un monton de gente en una comisaria porque se han metido en un lio y todos hablan a la vez. Entonces el policia que esta de guardia les dice: «?Basta, basta o los encerrare a todos en el calabozo!».

– Bueno, ya sabeis que no hay que hacer demasiado caso a las peliculas -exclame tirando pelotas fuera.

Teo, duro, implacable, ponia todo su empeno en que no se notara la emocion que sin duda le producia el plan del subinspector.

– ?Bah! -dijo con suficiencia-. A unos ninos como nosotros no les van a ensenar nada interesante o ?es que creeis que nos van a llevar por los sitios secretos?

?Los sitios secretos! No podia imaginar que se representaba en la mente de aquel crio cuando pensaba en la policia. A lo mejor la idea de Garzon podia ser muy provechosa, aunque como dijo Virginia Woolf: «Es mas dificil matar a un fantasma que a una realidad».

A las cinco de la tarde se presento el subinspector muy ufano, con bufanda y todo, y se los llevo como si no hubiera hecho otra cosa en la vida mas que pastorear ninos. Cuando hubieron salido, formando un extrano grupo, me volvi hacia Marcos con cierta inquietud.

– No se si no deberiamos arrepentirnos de haberlos dejado marchar.

– ?Por que? Fermin me parece un hombre lleno de sentido comun.

– Si, a veces, pero otras tiene unos arranques imprevistos que no dicta precisamente el sentido comun.

– Pues ahora ya es inutil preocuparse.

– Marcos, tengo una pregunta que hacerte: ?tu te preocupas por algo alguna vez?

– A ver… dejame pensar…: nunca me preocupo por lo que es inevitable, y si, en ocasiones me preocupa el calentamiento global.

– Me das miedo. Pareces tenerlo todo permanentemente bajo control.

– ?Me querrias mas si fuera un individuo excitable, siempre pendiente de los posibles riesgos de cualquier decision, siempre angustiado porque algo se pueda torcer?

– Tengo mis dudas sobre que seas humano. Temo despertarme una noche y ver durmiendo a mi lado a un tipo de otra galaxia, con el pecho cubierto de escamas o algo asi.

– Ven, querida mia, te demostrare hasta que punto soy humano.

Se acerco moviendo los dedos como si fueran las garras de un rufian y yo sali corriendo. Me persiguio, yo grite y tras un breve juego me demostro que era humano y masculino, ambos derrumbados sobre el sofa.

Despues de hacer el amor suspire profundamente, mientras el dormitaba entre los cojines desordenados. Me sentia bien. El caracter racional y sereno de aquel hombre era ideal para alguien tan tendente al pesimismo como yo. Lo mire detenidamente. Con los ojos cerrados resaltaba su bonito perfil. ?Por que habian fracasado sus anteriores matrimonios?, ?quiza justamente por su modo inalterable de actuar? ?Habia conseguido esa actitud que sus esposas se sintieran histericas o estupidas por comparacion? ?Acabaria pasandome eso a mi tambien? Me reconvine por estar pensando asi de alguien que se habia casado las mismas veces que yo. No estaba autorizada por mi biografia para considerarlo un barbazul. Ademas, el fracaso sentimental no existe, solo existen las personas, las combinaciones entre ellas y las combinaciones de sus circunstancias. Cualquier otra teorizacion quedaba para los libros de autoayuda y los consejeros matrimoniales, fueran estos titulados o no.

Pasamos el resto de la tarde sin salir, leyendo, charlando y bebiendo un coctel estupendo que el preparo. La felicidad es facil si no pretendes alcanzarla, pense. Solo en un par de oportunidades me flagelo la necesidad de llamar a Yolanda, pero la respuesta de la joven policia fue siempre la misma: la busqueda continuaba, pero aun no habian encontrado nada. A nuestra testigo se la habia tragado el asfalto de la ciudad.

A las nueve de la noche regreso la comitiva. El subinspector ni siquiera subio, tenia prisa. Los tres ninos parecian exhaustos. Marcos les pregunto que tal lo habian pasado y su sincera curiosidad, que yo compartia, tuvo que conformarse con un escueto: «Bien».

– «Bien» es poco decir despues de toda una tarde con la policia.

– Hemos visto videos de robos -se avino por fin a anunciar Marina.

– Y una habitacion llena de armas incautadas -dijo Hugo demostrando que habia asimilado a la perfeccion el vocabulario policial. Teo permanecia callado. Probe con el:

– ?Y tu, Teo, no has visto nada interesante?

– Si, el subinspector Garzon tambien nos llevo a la policia cientifica y nos ensenaron como se toman las

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