telefono y le dije que queria que comieramos juntos en un italiano al que soliamos ir. Y vive Dios que me costo pasar el resto de la manana concentrada en los malditos informes.

A la una y media sali como una bala de comisaria para que nadie me viera. Marcos me esperaba ya, con la carta del restaurante en la mano, y me lanzo una sonrisa encantadora.

– ?A que se debe el honor de que mi querida esposa me dedique una comida intima e inesperada?

– Dejate de bromas y escuchame.

Le transmiti punto por punto y sin omitir nada el relato que me habia hecho el subinspector. Luego, sin dejarlo apenas reaccionar, empece a despotricar contra Garzon. Al final de la catilinaria Marcos quedo callado. Se quito las gafas y se masajeo los ojos con ambas manos. De repente me di cuenta de que estaba riendose.

– ?Jo, es la berza, el tal Garzon!

– ?Es lo unico que se te ocurre: reirte y decir que es la berza como si fueras un quinceanero? ?No te das cuenta de que tus hijos lo contaran en sus casas? ?Tus ex mujeres se echaran sobre nosotros!

Devolvio las gafas a su lugar, se encogio de hombros y suspiro filosoficamente.

– Petra, si hubiera tenido que hipotecar mi vida por temor a lo que pensaran o hicieran mis ex mujeres estaria mas parado que la estatua de Lot. Si quieren, siempre encontraran un flanco debil por el que atacarme. Pero el tiempo pasa, y las cosas tienden a calmarse, de modo que si los chicos cuentan algo lo mas probable es que no ocurra nada.

– Debe ser cosa de hombres, lo de la inconsciencia.

– ?Y de mujeres lo de poner el grito en el cielo ante cualquier posibilidad de problema! -exclamo con vehemencia. Me costo cerrar la boca tras la sorpresa. Marcos nunca me habia hablado asi. Mi reaccion de desconcierto parecio divertirle.

– A lo mejor a los chicos les vino bien la «leccion pedagogica» de tu companero; puede que incluso una leccion de calma te viniera bien a ti.

– Si sigues hablandome en ese tono me levantare y me ire.

El camarero esperaba nuestra orden, bastante violento, porque era obvio que nos hallabamos en una pelea. Pedi un plato de pasta porque en el fondo me parecia excesivo largarme, pero en aquel momento pensaba en el total de los hombres como en un hatajo de cretinos autosuficientes a los que sin duda se deberia exterminar.

– ?Quieres seguir discutiendo? -pregunto Marcos ante su pizza.

– No -conteste secamente.

El resto de la comida fue tenso, pero conseguimos comentar con cierta normalidad asuntos neutros. Con el ultimo sorbo de cafe aun en el paladar, nos fuimos y la despedida consistio en un frio beso sobre la mejilla.

Regrese a comisaria con un nudo en la garganta. Estaba tan acostumbrada a la ternura de Marcos que su reaccion airada me dolia de manera exagerada. ?Seria aquello el principio del final? De repente el generador de todos los males se presento ante mi.

– Hola, inspectora. La he buscado para comer juntos pero me han dicho que habia salido a toda prisa.

– Un asunto personal.

– ?Todavia esta enfadada conmigo por lo de los chavales? ?Cualquiera diria que los lleve a una autopsia con visceras al aire!

– Supongo que no se le ocurrio.

– Oiga, Petra, estos chicos de hoy en dia necesitan un poco de enfrentamiento con la realidad, tanta preservacion lleva a…

– ?Ni una palabra mas! Solo me faltaba tener que tragarme una conferencia sobre su nueva faceta de pedagogo. Pasemos al trabajo: ?hay algo nuevo?

– Si, el portavoz Villamagna la esta esperando en la sala.

– Pues digale que venga a mi despacho.

?Que puede hacerse cuando el mal humor nos invade hasta el punto de potenciar nuestros defectos y minimizar nuestras virtudes? Hay quien cuenta hasta diez, quien hace yoga, quien ejecuta flexiones en el suelo procurando ventilar correctamente… yo aprete los dientes y me dije: «Petra, basta ya. Finalmente esos ninos no son hijos tuyos. Ademas, la vida privada no puede inmiscuirse en la profesion, sobre todo si eres un buen policia». Me senti mas serena con aquella reflexion de manual, pero toda mi serenidad estuvo a punto de irse al traste cuando vi a Villamagna mascando chicle y ataviado con una camiseta en la que destacaba una enorme calavera sonriente:

– ?Eh, Petra!, ?como estas?

– Cabreada.

– Me lo imagino. ?Has visto la literatura de usar y tirar sobre el caso de la momia?

– Si, me ha resultado muy ilustrativa del tipo de merluzos con los que tienes que tratar.

– Ya ves, tia, asi de dura es la vida del portavoz.

– Pero el portavoz deberia hacer alguna declaracion de vez en cuando que consiguiera mantener a los periodistas mas a raya.

– ?Cono, Petra, ahora si que me has jodido! He preguntado un par de veces y no habeis averiguado una puta mierda. ?Que quieres que haga, que me invente yo las jodidas basuras que se inventan ellos?

– ?Dijiste que los mantendrias ocupados con declaraciones que no contuvieran nada sustancial! Teoricamente tu sabias hacerlo.

– Oye, Petra, ?pero tu que te crees, que los tios a los que debo enfrentarme son monjas de la caridad como las del convento de la momia de los cojones? ?Son plumillas de sucesos, lo mas tirado que hay dentro de la profesion, y te aseguro que tienen el culo pelado de ruedas de prensa y que si no les dices nada con chicha se ponen de un borde que no hay quien los aguante! Entonces es peor que no convocarlos; tambien se inventan cosas pero a mala hostia.

– ?Basta, Villamagna, cierra la compuerta de las groserias que ya te he entendido!

– De acuerdo, ?pues que quieres que les diga? A ver. Si al capullo ese del juez no le pasa por la polla declarar el sumario secreto ya me contaras. Pero yo les digo lo que tu me mandes. Ahora mismo nos pegamos una sentada tu y yo y voy apuntando.

Era un enfrentamiento meramente nominal, sin verdadera acritud, pero en el nos encontro Garzon cuando vino a buscarme. Como si se tratara de un mayordomo britanico de los de la antigua escuela me dejo caer un suavisimo:

– Inspectora Delicado. El comisario Coronas desea vernos en su despacho a la mayor brevedad posible.

Segura de que estaba pitorreandose lo mire con enojo:

– Ya voy, querido colega, transmitale al comisario mi intencion de personarme inmediatamente.

– ?Joder! -mascullo Villamagna-. ?Y yo que hago mientras tanto, me la casco?

– Es una opcion -dije quedamente mientras salia.

Coronas estaba como siempre, es decir, sobrepasado o aparentando estarlo por causa del trabajo y las responsabilidades.

– Sientense, por favor -concedio como una prima donna dispuesta al sacrificio. Cuando lo hubimos hecho, levanto la vista de su ordenador y dio un suspiro de madre abnegada.

– Y bien, senores, veo que sus progresos, si es que los hay, son lentos y titubeantes. No es mi intencion apresurarlos ni agobiarlos demasiado porque comprendo que este caso es mucho mas endiablado de lo que aparentaba en un principio. Sin embargo, nos encontramos con el problema de la presion mediatica, que no solo no ha cedido sino que va incrementandose mas a cada dia que pasa. Supongo que han leido ustedes las soplapolleces que se han publicado ultimamente.

– Asi es -afirmo Garzon de modo innecesario.

– Muy bien, ustedes pueden permitirse el lujo de ignorarlas, pero yo, cada vez que aparece una historia publicada, tengo que dar la cara frente a mis superiores que, dicho sea sin animo de critica, suelen ponerse histericos.

– Si, senor, acabo de hablar con el inspector Villamagna, pero…

– Quieta, Petra, aun no he acabado. Queria informarles de que, tal y como les anuncie, he contratado la ayuda externa de un psiquiatra de lujo: el doctor Beltran.

– ?Y con quien debe pasar consulta: con nosotros, con los periodistas, con los superiores?

– No se haga la graciosa, Petra. El doctor Beltran es especialista en mentes perturbadas con delirios de tipo religioso.

Вы читаете El silencio de los claustros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату