– Pero senor, hicieron falta dos tipos para levantar la urna donde estaba la momia robada, y dos fueron las personas que, segun la testigo, transportaron la momia hasta una furgoneta. ?Usted cree que eso concuerda con la figura de un psicopata que actua en la sombra obsesionado con su idea?
– Segun el doctor hay psicopatas, siempre de gran inteligencia, que son capaces de convencer a personas de escasa voluntad para que los secunden en sus propositos.
Di un suspiro de desanimo que Coronas fingio no haber oido.
– Ademas… -prosiguio-… y aqui enlazo con la primera parte de mi discurso, este psiquiatra nos ayudara a dar explicaciones a los periodistas porque, hasta donde se, posee un estilo muy didactico ya que acaba de publicar un libro de divulgacion psicologica en una importante editorial.
– ?Quiere esto decir que debemos abrir una linea de investigacion que contemple la posibilidad de un psicopata asesino y ladron de reliquias? ?Y con que pruebas, senor?
– Bueno, deberan escuchar lo que vaya determinando el doctor Beltran despues de haber contemplado el caso a la luz de sus conocimientos. De todas maneras les recuerdo que siguen ustedes trabajando sin que exista la mas minima hipotesis consistente y que la unica prueba fiable es un cartel del asesino proponiendo un juego; lo cual se trata de un proceder tipico psicopatico.
Iba a decir algo, pero me calle. Coronas, encantado de verme tan modosa, sonrio levemente.
– ?Alguna pregunta? -dijo para echarnos pronto. Descubri por el rabillo del ojo que Garzon se rascaba tras la oreja como solia hacer cuando se estrujaba las meninges y, antes de que hubiera preguntado cualquier cosa insensata, lo ataje poniendome en pie.
– ?Y cuando se incorpora el doctor Beltran?
– Manana, a partir de manana -respondio el comisario abismandose de nuevo en las profundidades de su ordenador.
En el pasillo, Garzon habia concluido el rascado de su oreja, que esta vez no le habia dado buenos resultados, ya que exclamo:
– De verdad que ahora si que no entiendo un carajo.
– Pues esta claro como el agua. ?No lo ve?: el comisario nos endosa a este medico y de esa manera mata dos pajaros de un tiro: proporciona material a los periodistas, que estaran felices con la idea de meter a un psicopata en la historia, y al mismo tiempo, le dice a sus superiores que ya trabajamos con una hipotesis en la que estamos ahondando. Por su parte, el psiquiatra promociona su libro y se cubre de gloria.
– ?Pero es que lo del psicopata es absurdo!
– ?Usted seria capaz de descartarlo?
– No se, Petra, no se; todo esto me parece un engano.
– Nadie ha dicho que no lo sea, Fermin. Pero no se preocupe, nosotros obraremos en consecuencia.
– ?Y eso que significa?
– Que seguiremos investigando a nuestro aire. Al psiquiatra, para que nos deje en paz, le soltaremos a Sonia que sera quien trate con el. Ya veremos que pasa; sera interesante comprobar quien sobrevive a quien.
– ?Pero, inspectora, nos la podemos cargar con todo el equipo!
– Bueno, si nos echan de la policia usted siempre puede abrir un gabinete pedagogico para ninos dificiles y yo… yo me quedo como ama de casa y me dedico a hacer
Villamagna se quedo de una pieza cuando le dije:
– Muchacho, asunto solucionado: a partir de ahora despacharas con un psiquiatra que se incorpora a las pesquisas.
– ?No jodas! ?Un loquero? ?Y para que?
– No te pagan por buscarle utilidad a las cosas. Vas a estar encantado, ya veras. ?Tu sabes la cantidad de paginas que se pueden llenar con informes mentales?
– Si a mi me da igual; como si quieren contratar a un cantaor de flamenco; aunque hay que reconocer que un psiquiatra da mucho juego.
– Pues todos contentos -conclui.
Por la noche llegue tarde a casa. Marcos ya estaba durmiendo. Recordaba perfectamente que estabamos enfadados, pero no por que. Mejor no refrescar la memoria. Me tumbe a su lado procurando no despertarlo, pero se dio la vuelta y me abrazo. Sin dirigirnos ni una sola palabra hicimos el amor arrullados por mugidos de sueno, de placer. Luego nos dormimos. ?Quien ha dicho que hablando se entiende la gente?, un lugar comun mas.
El doctor Beltran era una eminencia, debiamos estar muy agradecidos de que hubiera aceptado colaborar con nosotros. Habia desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en Estados Unidos, de donde no hacia mucho que habia regresado, y su actividad actual era incesante: daba clases en la escuela judicial, trabajaba como psiquiatra en el Clinico, pronunciaba conferencias en numerosos e importantes foros, acudia a congresos internacionales y en el tiempo que le quedaba libre, escribia libros de divulgacion, que resultaban siempre sonoros exitos de ventas. Un autentico numero uno. La informacion que Villamagna proporciono a los periodistas era exhaustiva y tenia un indisimulado tono laudatorio, mientras que la reunion en la que nos fue presentado por Coronas me parecio kafkiana. El comisario compuso la figura de un esmerado maestro de ceremonias tan gustoso de recibir a nuestro invitado que parecia dispuesto a cargarse a un par de frailes mas con tal de que su dictamen pericial diera la impresion de ser imprescindible. Luego llego el momento de la realidad y nos quedamos Garzon y yo solos con la lumbrera. Tenia ganas de echar a correr, pero me limite a sonreirle. Beltran, en vez de preguntar en que podia servirnos, tomo la iniciativa de modo radical.
– ?Estan ustedes dos solos en este caso?
– Hay un operativo ocasional de diez hombres realizando una busqueda, y tenemos asignadas dos agentes fijas: Yolanda y Sonia.
– ?Estan por aqui? Creo que seria interesante que esas dos personas se encontraran presentes en esta reunion.
– Me parece que estan ahora en comisaria -dijo Garzon, y salio a buscarlas. Mientras llegaban, el psiquiatra no me dirigio la palabra ni una sola vez, ocupado en ojear los papeles que llevaba consigo. Tan solo en un momento dado pregunto:
– ?Va bien ese ordenador que hay ahi?
Lo encendi sin contestarle y le hice con la mano un gesto de disponibilidad. El metio un disco. Entraron mis companeros: las chicas, timidas e impresionadas. Garzon, con cara de cabreo. Cuando nos vio a todos juntos cargo un programa en el ordenador y comenzo a hablar en tono ex catedra. Enseguida me sorprendio comprobar que cuando entraba en materia profesional, a su espanol se anadia una sutil pronunciacion norteamericana. De pronto se interrumpio.
– ?Es que no van a tomar notas?
Hubo que ir a buscar cuadernos y lapices. Yolanda se ofrecio, pero Garzon la atajo diciendo que preferia hacerlo el mismo. Supuse que se estaba cargando de razones para poder poner verde a la eminencia cuando estuvieramos en la intimidad.
Siguio una sesion estadistica sobre los asesinatos cometidos por psicopatas en Estados Unidos durante los ultimos diez anos. La pantalla iba secuenciando graficas coloreadas. Se llegaba a la conclusion de que, de todos aquellos asesinos, un 15 por ciento habia dado motivos o explicaciones religiosas para llevar a cabo sus crimenes. En otras palabras, su insania mental se circunscribia al tema religioso. De todos ellos, un 5 por ciento no habia actuado solo sino con complices.
Yolanda y Sonia hacian anotaciones en sus papeles como dos posesas. Garzon escribia algo de vez en cuando y yo emborronaba alguna linea con las cifras que se suponian cruciales.
La segunda parte de la charla consistio en enumerar las caracteristicas psicologicas de los psicopatas asesinos de indole religiosa. Se nos brindaron ejemplos, todos norteamericanos, de este tipo de enfermos y las fechorias que habian cometido. Siempre eran individuos muy inteligentes, muy seductores, con antecedentes familiares de enfermedad mental o fuertes traumas infantiles. Tipos por lo general desalmados, incapaces de sentir remordimiento por el dolor infligido a otros, calculadores, amantes del juego y el reto, crueles hasta la medula. Despues de oir todo aquello me parecio que cualquier aficionado a las peliculas americanas podia estar al corriente de ese retrato sin necesidad de ser un experto.
Finalizo haciendo un esbozo del hombre al que quiza podriamos estar buscando. Se trataba de alguien, muy probablemente un varon con un nivel de estudios alto, susceptible de conocer la historia y sus episodios. Debia haber sufrido algun trauma sexual que potenciaba, por contraposicion, sus deseos de pureza y de religiosidad. Un