directamente en la depresion. Con cara de circunstancias, tampoco se trataba de ser grosera, le pedi a la hermana que me hiciera una fotocopia de todos los parrafos que acababa de leer. Una sonrisa de victoria se pinto en su rostro.

– ?Eso significa que van a seguir esa pista?

– Hermana, eso solo significa que tengo que hacer un informe contando como he empleado todo este tiempo hablando con usted.

Una ligera decepcion acompano a sus palabras.

– ?Ah!, pero presentara la hipotesis de interpretacion historica a sus superiores.

– Puede estar segura de ello. Ademas, no queda descartada. Nosotros no descartamos nada a menos que tengamos una evidencia clara en otro sentido.

Aquello la reconforto.

– Muy bien. Voy a hacer las fotocopias mientras usted se entrevista con la madre superiora.

Naturalmente, me acompano hasta la propia puerta del despacho, no fuera cosa que pudiera perderme. Golpeo la puerta con los nudillos y tras el «?adelante!» imperioso de la madre Guillermina me invito a pasar y se fue. El ambiente del despacho estaba tan lleno de humo como en La Jarra de Oro tras la hora del almuerzo.

– ?Pase, inspectora, y sientese! Tengo te en este termo y estaba esperandola para servirlo. Nos han traido unas pastas para picar, pero no piense en recetas ancestrales de convento ni nada por el estilo, son pastas industriales. Las compramos en la fabrica porque salen mas baratas. Muy flojas, ya lo vera; pero es el signo de la vida monacal. ?Hay que ahorrar, siempre hay que ahorrar!; sobre todo en estos tiempos inseguros y convulsos.

Me hacia gracia aquella mujer; enfundada en su habito negro y con sus enormes manos blancas, emanaba un halo de fortaleza, una indiscutible energia personal. Sirvio el te con gestos precisos, puso la bandeja de dulces cerca de mi e inmediatamente encendio un cigarrillo, exhalo el humo con placer.

– El diablo tiene escrito que me he de condenar por culpa del tabaco. Hoy he fumado como una autentica pecadora, pero es el dia en que reviso las cuentas del convento y le aseguro que eso me pone de pesimo humor. ?Que tal usted, como le ha ido con la hermana Domitila?

– Me ha dado una interesante clase de historia.

– ?Ah, esa mujer no tiene nada mas en la cabeza! Ha revisado todos los libros que habia en la biblioteca, ha adquirido mas. Ha impulsado a la hermana Pilar para que oriente sus estudios en ese sentido y va supervisandola dia a dia… pero ?sabe que le digo?, que me parece muy bien, sube el nivel cultural de las corazonianas, que buena falta nos hace.

– ?Le ha contado a usted todas sus hipotesis historicas sobre donde esta ahora el beato?

– Si, algo me conto. ?Puede estar en lo cierto?

– No lo se, madre. Sinceramente le dire que soy remisa a entrar en el juego de un asesino que esta loco y encima es un jabato en historia. Hay algo que rechina, que no acabo de creer. Para mi los motivos de las cosas deben obedecer a la razon, a las pasiones humanas, al mundo de lo habitual. Me cuesta imaginar algo que no este arraigado en la realidad mas comun.

– Si, yo soy parecida a usted. No quiero decir una racionalista, por supuesto, pero si una persona logica. Aunque a veces pienso que nos equivocamos con ese modo de pensar.

– ?De verdad lo cree?

– Si, inspectora, la vida es mucho mas de lo que vemos. Hay cosas que escapan a la logica tradicional: la locura, la espiritualidad, el amor humano…

– Esta usted muy filosofica hoy.

Solto una risotada.

– ?Si, debe ser para contrarrestar el materialismo de las cuentas! Pero, digame, ?como llevan el caso?

– Francamente mal. Estamos atascados. Hay algunas investigaciones en las que sucede asi: de repente se enquistan, no existen nuevas vias, las pruebas se agotan en si mismas… se trata de un momento muy peligroso, demuestra que el caso tiene el riesgo de concluir ahi, ser cerrado en falso.

– ?Dios mio! No es que yo sea una monja justiciera, pero que la muerte del pobre hermano Cristobal quedara impune me causaria una gran frustracion. Ademas, no llegar nunca a saber, a comprender los porques de un acto tan espantoso…

– Pues por desgracia eso sucede en mas de una ocasion. Madre, ya se que no tengo demasiado derecho a pedirselo porque no hay ninguna pista que nos conduzca hacia lo economico, pero ?a usted le importaria darme una copia de las cuentas del convento? Es que cuanto mas se puebla este caso de locuras y enigmas jeroglificos, mas ganas me dan de hincar los dientes en la realidad.

– ?Pues claro, hija! Puedo pedir ahora mismo que se la hagan. O si lo considera mas efectivo puede organizar una auditoria aqui. Pero no van a encontrar nada especial: lo llevamos todo claro y pristino… ?y al dia con Hacienda, ademas!, que no nos perdona por llevar habito.

– Me lo imagino; pero a lo mejor me sugiere alguna idea, me visita alguna inspiracion.

– Le voy a preparar un CD con toda nuestra pagina Excel, con nuestras fuentes de ingresos y financiacion, con todo, en fin.

Se puso a la labor sin la mas minima dilacion. Estaba suelta en el manejo informatico y tarareaba algo mientras manejaba el ordenador. De repente cedi a la tentacion y le pregunte:

– ?Es usted feliz, madre Guillermina?

Naturalmente se sorprendio. Me miro con ironia.

– ?Vaya, esa no es una pregunta de policia! Pues si, claro, soy feliz: tengo a Dios, la compania de las hermanas, la sensacion del deber cumplido diariamente… aunque no es algo que este preguntandome todo el tiempo. La naturaleza de un religioso es perder la identidad personal, empequenecer el yo hasta que desaparezca en la comunidad. El ideal seria fundirse con Dios.

– ?Y lo consigue?

Entrecerro los ojos hasta que fueron dos ranuras chinescas que clavo en mi.

– Oiga, inspectora, esto no es serio. Usted esta aqui por una investigacion y yo soy una simple monja que a nadie interesa demasiado.

– Crei que podia considerarme un poco amiga suya.

– Las monjas no tenemos amigas privadas, pero si quiere le paso un folleto de «amigos de las corazonianas» en el que puede inscribir sus datos y fijar una donacion mensual.

– Lo que yo pensaba era invitarla a un buen restaurante vasco que conozco cerca de aqui.

Se rio de buena gana, cabeceo.

– No se entera usted de nada, inspectora. Yo no estoy en el mundo, y el mundo incluye los restaurantes vascos. Ademas, una buena comida me daria muchas ganas de fumar y ?que cree que pensarian los otros clientes de una monja que se arrea un besugo y enciende un cigarrito despues?

Entonces fui yo quien me rei. Ella continuo, divertida y risuena.

– Venga usted un dia al refectorio y coma con nosotras. La especialidad de la hermana Teresa son las acelgas.

– No se si eso constituye una gran tentacion.

– Pues no puedo ofrecerle nada mas.

Sali del convento cargada de fotocopias y cedes en cuya utilidad no confiaba demasiado. Al llegar, Garzon circulaba por comisaria perdiendo el tiempo. Lo encontre charlando de futbol con otro colega. En cuanto me atisbo vino hacia mi.

– ?Que, inspectora, ha sacado algo en claro?

– Soy un poco mas culta en temas de historia, eso es todo.

– ?Que me dice de la interpretacion del texto que ha hecho la monja?

– Es muy floja, pero ya que hemos descorchado esa botella habra que beberla hasta el final. Me voy a Poblet a ver que piensa de todo esto el hermano Magi.

– Seguro que no estara de acuerdo con la hermana Domitila; me parecio que se llevaban fatal.

– Todos los intelectuales se llevan mal entre si. Sus egos suelen ser dificiles de combinar.

– ?Quiere que la acompane al monasterio?

– Ni hablar. Usted tiene trabajo aqui. Lleve este CD con la contabilidad de las corazonianas al inspector Sanguesa, que le peguen una mirada a ver si esta todo correcto. Luego vuelva, encierrese en su despacho y haga

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