– Seguro que exagera.

– Puede que si, pero lo malo es que…

– ?Que?

– Pues que mi madre ha dicho que tambien va a llamarte.

– ?Le contaste la visita con el subinspector?

– No, pero se lo dijo por telefono la madre de Hugo y Teo; solo por fastidiar.

Maldije mil veces a Garzon en mi mente: ?maldito fuera aquel loco inconsciente y malditas sus experiencias pedagogicas! Luego me levante y fui a servirme otro whisky.

Coronas nos concedio tres dias mas como prolongacion del operativo de busqueda; aunque hasta yo misma, que habia confiado siempre en esa via, empezaba a dudar seriamente de su utilidad. La unica persona capaz de decirnos algo sobre el caso habia desaparecido del mapa en los alrededores de la calle Escornalbou. Los hombres estaban investigando casa a casa, preguntando vecino a vecino sin que nadie pudiera dar cuenta de la mendiga. Aparte a Sonia del grupo y la puse a visitar psiquiatricos. Estabamos tan empantanados en la nada que incluso la estrafalaria opcion del psicopata religioso empezo a contar como una posibilidad real. El subinspector y yo hicimos una sesion de trabajo en la que todas las iniciativas en marcha ocuparon un lugar en la pizarra. Resulto decepcionante comprobar que solo dos caminos estaban abiertos y ninguno de los dos iba mas alla de lo circunstancial.

– Puestos a quedarnos en lo periferico deberiamos entrar a investigar el contenido de la nota del asesino - sugirio mi companero.

– Usted sabe que me he negado reiteradamente a meterme en ese juego. En primer lugar, porque no creo en juegos propuestos por asesinos, eso pertenece mas bien a la ficcion.

– No estoy de acuerdo. ?Que me dice del asesino de la baraja, lo recuerda? Era aquel tipo que iba dejando un naipe distinto junto a cada victima de sus crimenes. Ese es un caso que sucedio hace bien poco en Madrid. Las estadisticas nos dicen que cada vez hay mas asesinatos gratuitos, sin un movil real. Y los asesinos, que no suelen ser superdotados, cada vez consumen mas ficcion barata; de manera que muy bien pueden dedicarse a copiar los modelos.

– Bien, admitamoslo; pero incluso aceptando eso, el cartelito gotico habla de encontrar a la momia, ?no?, ya que fue colocado en su lugar.

– Es una interpretacion, tambien puede referirse al asesino o quiza la momia del beato nos llevaria al asesino.

– Me resisto a ir por ese camino.

– Porque es usted excesivamente racional, inspectora. Sin embargo, la gente esta cada vez mas loca.

– Puede ser, pero hasta donde me ensenaron en la academia hay que buscar el motivo que ha conducido al asesino a matar.

– Ya, y este suele encontrarse en el amor, el sexo, la venganza, el dinero o el poder. Pero a lo mejor esas teorias ya estan obsoletas. Hoy en dia tambien se mata en busca de fama, notoriedad social…

Suspire con resignacion, rebusque entre las pruebas la fotocopia del cartel gotico. Lei en tono aburrido:

– Buscadme donde ya no puedo estar.

Garzon repitio la frase, pronunciandola con un aire totalmente diferente, lleno de matices prometedores de interes y de enigmas. Un nuevo suspiro por mi parte, esta vez cargado de paciencia.

– ?Y donde no puede estar la maldita momia?

– Primera posibilidad: en el convento. No puede estar alli porque, teoricamente, de alli se la han llevado.

Me levante de un salto y me apodere de un lapiz para estrujarlo y calmar mis nervios.

– ?Basta, basta, Fermin!, ?ni un acertijo mas! Si vamos a entrar en el terreno de las interpretaciones, necesitamos un aval historico.

– ?Llamo a las corazonianas o al hermano Magi?

– Pregunte a la madre superiora si deja salir a la hermana Domitila. Estoy hasta las narices de visitar ese convento.

Fue a llamar desde su despacho porque tenia el numero alli. Regreso al cabo de un instante.

– Dice que vale, pero que la acompanara alguien mas.

Dos horas mas tarde la hermana Domitila, que habia escogido como carabina a la joven hermana Pilar, entraba en comisaria con cara de estar horrorizada. No habiamos contado con el impacto que nuestro lugar de trabajo pudiera causar en aquella mujer, acostumbrada a no salir jamas de entre sus cuatro paredes. Lo mas curioso era que la novicia, de quien sabiamos que si transitaba por el mundo yendo cada dia a la universidad, estaba casi mas aterrorizada todavia. Sus ojos profundos se fijaban en todos los detalles de mi despacho como si el demonio estuviera presente en cada archivador. Al menos la hermana Domitila hizo algun esfuerzo por disimular.

No sabia como minimizar aquella reaccion, asi que intente convertirme en una anfitriona perfecta y les ofreci una taza de cafe, que rechazaron con gesto escandalizado.

– Hermanas, estan ustedes en un lugar seguro, no hay nada que temer -tuve que decir cuando sus reticencias me parecieron exageradas-. Las he hecho venir aqui unicamente para nuestra comodidad, pero si les resulta violento podemos ir al bar que hay enfrente.

– No, aun seria peor -dijo en un arranque sincero la hermana Domitila-. Perdonenos, inspectora, pero no estamos habituadas a abandonar el convento.

– Usted si lo esta, tiene sus clases, ?no? -le dije a Pilar. Me contesto su mentora:

– Una comisaria es impresionante para cualquiera.

– Esta bien. Les prometo que no las hare volver; pero de momento, ya que estamos aqui… En realidad solo queremos que nos ayuden a descifrar el posible sentido oculto de la nota que se hallo en el lugar de donde fue sustraido el beato.

– Y nosotras, ?que podemos saber?

– Historia, hermana Domitila, eso es lo que saben. Y desde ese punto de vista quiero que fuerce un poco su imaginacion y me diga que puede significar esa leyenda.

Tomo aire, se apreto los nudillos…

– No crean que no he estado haciendo mis cabalas sobre eso, la verdad, pero es una frase tan corta…

– Lo se, pero sean cuales sean sus cabalas, compartalas con nosotros, por favor.

– Bueno, he pensado que… quiero decir la unica solucion que se me ocurre es que el beato se encuentre en otro convento de Barcelona o su provincia.

– ?Por que?

– Se trata de la practica de los enterramientos en las iglesias y conventos, aunque si les interesa que les hable del tema en profundidad todos los datos historicos los tengo en la biblioteca, como es natural.

– Esta bien, hermana, esta bien. Yo misma las llevo en coche hasta alli y me cuenta usted su teoria.

Eximi a Garzon de su presencia en las corazonianas; seria mejor que se quedara en comisaria intentando hacer un informe que no pareciera demasiado surrealista, lo cual le iba a costar. Yo parti en mi coche con las dos monjas y la verdad es que me diverti atisbando las reacciones de Domitila frente al mundo exterior. Lo miraba todo con curiosidad y a veces mostraba su sorpresa y su regocijo ante cosas tan usuales como un perro tirado de la correa por su amo.

– Pero, hermana, ?usted no sale nunca del convento?

– ?Por supuesto que si! A veces nos llevan de excursion, y tambien vamos al medico si hay necesidad.

En el fondo la envidie. Todo constituia para ella una novedad, y se comportaba como una nina en Disneylandia. A mi tambien me hubiera gustado que la posibilidad de asombro habitara tan cerca de mi. Los monjes y las monjas gozan del privilegio de la inocencia, pense, aunque lleguen a ella ateniendose al principio de la prohibicion.

Pasamos por todos los eternos ritos que conllevaba entrar en el convento y que yo habia intentado infructuosamente evitar: la portera, el permiso, la espera en la salita de recepcion… y, por supuesto cuando volvio la hermana Domitila (la ayudante habia desaparecido), el recado del que estaba segura.

– La madre superiora me ha dicho que antes de marcharse pase por su despacho para tomar un refrigerio.

– Desde luego, con mucho gusto lo hare.

Luego nos encerramos en la biblioteca que estaba como siempre vacia y la monja empezo a sacar volumenes

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