ser manipulador y convincente que habia conseguido imbuir sus ideas a algun o algunos amigos que habrian actuado como complices. Su objetivo era el robo de la momia del beato para llamar la atencion, jugar con la policia y demostrar a los de su grupo hasta que punto llegaba su poder. En principio deberiamos pensar que el asesinato del fraile habia sido casual (se lo encontraron en la capilla cuando iban a robar la momia y se convirtio en un estorbo), pero no podiamos descartar que durante las observaciones previas al convento lo hubieran visto entrar y salir y se hubiera convertido en otro posible trofeo, en la victima de una pulsion morbosa.
De pronto y sin un gesto que nos hubiera puesto sobre aviso, apago el ordenador y se dirigio a nosotros con actitud profesoral.
– Espero sus preguntas.
Nuestra menguada asamblea, consultada tan de improviso, no hizo sino callar. Nos mirabamos los unos a los otros como alumnos cogidos en falta. Por fin, Sonia levanto una mano con energia. Temi lo peor, pero se limito a preguntar respetuosamente:
– ?Que significa «pulsion morbosa»?
Sonrisita autosuficiente de Beltran indicando que la pregunta le parece pertinente. Respuesta y vuelta a empezar.
– Mas preguntas.
El tono inquisitorial empezo a cabrearme. El psiquiatra descargo su peso de una pierna a otra. Hizo un gesto de impaciencia controlada; el hecho de que la curiosidad no se desatara en un torrente de cuestiones no le parecio nada bien. Entonces Sonia, animada por su exito anterior y deseosa de hacernos quedar bien a los demas, si confirmo todos mis temores preguntando:
– Y digo yo, doctor, ?de donde puede deducirse que el hombre al que buscamos es norteamericano?
Hubo un momento de desconcierto general. Luego, nosotros pasamos del desconcierto al estupor, mientras siguio en el desconcierto.
– ?Como dice? -pregunto sinceramente despistado. Yolanda se habia puesto roja como la grana, la boca de Garzon habia adquirido un rictus sardonico y yo me vi obligada a salir al paso, mas por piedad hacia la eminencia que hacia Sonia.
– Mi colaboradora quiere decir si los datos que nos ha dado son igualmente validos en nuestro pais.
Cacareo como una gallina molesta y dijo:
– Solo en Estados Unidos se realiza este tipo de estudios, pero son datos cientificos con validez universal.
Yolanda impidio con codazos furibundos que Sonia contrarreplicara, pense que debia postularla para un ascenso. Alce la mano.
– Y digame, a la vista de toda esta informacion, ?que es lo que nos aconseja hacer?
– Tendrian que visitar todos los frenopaticos u hospitales de dia de la ciudad en busca de individuos que hayan sido censados con la patologia que les acabo de describir y que hayan abandonado el tratamiento prescrito de modo brusco. Tambien seria interesante indagar en los archivos medicos de las carceles cercanas. No es improbable que el asesino estuviera ingresado en alguna epoca por un delito menor. Me gustaria que, ya que colaboro con ustedes, me mantengan minuciosamente informado y me consultaran ante cualquier sospechoso que sea seleccionado.
Tal y como imaginaba, en cuanto nos quedamos solos al subinspector le falto tiempo para encenderse y llamear.
– ?Que Dios, la ciencia y el presidente de Estados Unidos me perdonen, pero este tio es un soberano soplagaitas! ?Y esta es la gran eminencia? ?Pero si nos ha soltado una charla de manual: «Construya usted su propio psicopata»! Y encima pretende que vayamos reclutando pirados y los sometamos a su juicio. ?Hay que joderse!
– Tranquilicese. ?Sabe donde esta ahora la eminencia? Pues en una rueda de prensa junto a Villamagna.
– Si les decimos que estamos siguiendo las pautas que el nos marca se reira de nosotros todo dios.
– Da igual. Villamagna dira que se trata de una via abierta en las pesquisas, una mas. Cuando llegue el momento declaramos que era una via muerta y en paz.
– ?Y que piensa hacer?
– Mandar a Sonia en busca de pirados religiosos a los psiquiatricos y nosotros seguir con lo nuestro.
– En cuanto esa chica escriba el primer informe nos la cargamos. El comisario dira que no era esa la solucion.
– Solo me la cargare yo. Asumo toda la responsabilidad.
– Tampoco soluciona nada que se ponga en plan motin de la
– ?Vayase al infierno, Fermin!
– Tal y como van las cosas, alli acabaremos los dos.
6
Al llegar a casa me encontre con la sorpresa de que Marina estaba alli, sola con la asistenta.
– Papa y los chicos se han ido a ver un partido de baloncesto. Yo queria quedarme.
– ?Os tocaba hoy en casa? -pregunte, incapaz de aprenderme su calendario de visitas.
– No. Ha sido un extra por lo del partido. Papa tenia entradas.
– ?Has cenado?
– Todavia no.
– Voy a decirle a Jacinta que ya puede marcharse. Asi nos preparamos algo apetitoso y cenamos las dos.
– Jacinta ya ha preparado espinacas. -Hizo un gesto elocuente de disponerse a vomitar.
– Veremos que puedo hacer.
Despues de liberar a la chica de sus responsabilidades me servi un whisky, entre en la cocina y me puse un delantal. Mientras pegaba sorbos deleitosos al reconfortante licor frei las espinacas ya hervidas con un poco de jamon, ajo y pinones, saque dos bases de pizza del congelador y prepare unas espectaculares pizzas de espinacas. Mientras se cocian en el horno y yo le pegaba a la copa, Marina saltaba por la cocina trenzando pasos y saltitos que recordaban vagamente al ballet. De pronto se puso seria y dijo:
– Hay un mensaje en el contestador. Lo oi mientras se grababa.
Observe que sus ojos estaban muy abiertos, fijos en mi.
– ?Algo de trabajo?
– No creo; era la madre de Hugo y Teo.
Me quede de una pieza. Sin una palabra mas, camine como una automata hasta el contestador del salon y lo puse en marcha. Un par de mensajes para Marcos y, al fin, una voz femenina tensa hasta la irritacion.
«A quien corresponda escuchar esto. Soy la madre de Hugo y Teo Artigas. Quiero advertir que no estoy dispuesta a tolerar que mis hijos sean instruidos en los usos y costumbres de los bajos fondos de la ciudad. Tampoco me entusiasma que ninguno de ellos sea alentado hacia la vocacion policial. Por eso si se vuelve a repetir una impensable visita como la del otro dia, prevengo al responsable de los ninos, es decir a su padre, de que presentare una denuncia frente al juzgado de familia. Nada mas. Espero haber sido lo suficientemente clara.»
Un escalofrio de angustia me recorrio entera. Al darme la vuelta, descubri a Marina, que seguia mirandome de hito en hito. Esboce un triste amago de sonrisa.
– Vamos a cenar -dije-. Las pizzas ya deben de estar listas.
Comimos en silencio. Yo, completamente absorta en mis pensamientos. De repente, Marina pregunto:
– ?Estas preocupada por el mensaje?
– No. Se me habia ido la cabeza a las cosas del trabajo -menti. Inutilmente, porque la nina comento tras una pausa:
– Me parece que ya te dije que la madre de los chicos es una histerica.
– Si, creo recordar algo.
– Mi amiga Alba, que tambien va a mi clase, dice que todas las madres son unas histericas.