– ?Que ha pasado?

– Una vecina de la calle Escornalbou esta segura de haber visto a la mendiga anteayer por la manana. Aqui esta el informe que el companero Lopez ha escrito.

Lo lei con avidez. La mujer se habia instalado con un carrito de supermercado lleno de sus objetos personales y su mochila habitual en la esquina de Escornalbou con Reinaxenca, en el suelo de un portal. La vecina que la reconocio se habia fijado en ella desde el balcon de su casa porque no paraba de moverse y parecia alterada. Media hora despues de haber llegado se levanto del suelo y se marcho, empujando su carro, en direccion al parque del Guinardo. La testigo no presento la mas minima duda sobre la identidad de la mendiga.

Cuando levante la vista del papel me tope con los ojos de Sonia, grandes e inexpresivos como faros marinos.

– El policia Lopez es del grupo que reportaba conmigo directamente, por eso la he llamado, inspectora. No sabia si…

– Has hecho bien, Sonia.

– A lo mejor la he molestado, pero me parecio que…

– Ya te he dicho que esta todo correcto. ?Que mas quieres que haga, aplaudir?

Se mordio el labio con el gesto inconfundible de quien lamenta haber metido la pata.

– Ve a buscar a Lopez, quiero hablar con el.

En cuanto estuvimos solas, Yolanda se atrevio a decir:

– ?Jo, inspectora!, ?no le da usted demasiada cana a la pobre Sonia? Le aseguro que trabaja sin parar.

– Ya lo se, pero no puedo evitarlo. Me altera los nervios, tiene esa virtud.

– Pues le advierto que ella la admira muchisimo.

– Quiza sea por eso. Recomiendale que me odie, quiza asi vayamos mejor. Y sigamos trabajando, no he venido aqui para una sesion humanitaria. Puedes decir a la mitad del operativo que ya ha acabado su mision. Concentra al resto de gente en el barrio del Guinardo. Id vosotras tambien. Que no quede metro cuadrado sin inspeccionar. ?Esta claro?

– Si, inspectora -solto con un aire castrense que me sono levemente critico.

– ?Pues, marchando! -apostille por si el aire era reprobatorio de verdad.

A la manana siguiente la comisaria era un hervidero: alguien habia filtrado a los periodistas que estabamos buscando a una mendiga que podia ser la misteriosa asesina del hermano Cristobal. Las interpretaciones de los diarios no podian ser mas variopintas: en unos casos decian que la mujer quiza estaba adscrita a alguna secta religiosa, en otras se especulaba con la posibilidad de que hubiera sido una antigua novia del fraile que se habia vuelto medio loca cuando el la abandono para profesar. Yo me encontraba al borde de la histeria, lo cual contrastaba con la tranquilidad y filosofia con que lo tomaba Garzon.

– Ya se sabe, inspectora; con un operativo de gente tan numeroso y en un caso que tiene captada la curiosidad del publico siempre hay filtraciones; y usted sabe hasta que punto es inutil intentar averiguar quien ha sido.

– ?Y todos estos culebrones que se inventan? Algunos estan creando un autentico folletin decimononico.

– A los lectores les gustan los folletines y los periodistas tienen un numero determinado de lineas que rellenar.

– ?Ah, pues cojonudo! Si tan bien le parece, ?por que no va a contarles que la mendiga es nieta natural de Anastasia, la zarina perdida? ?Seguro que les encanta y lo ponen en primera pagina!

– Inspectora, se esta poniendo usted de los nervios sin necesidad. La prensa es algo con lo que debemos aprender a convivir.

– ?Que ha hecho usted, un cursillo de yoga? Localiceme a Villamagna, quiero hablar con el.

Habia dado media vuelta y tres pasos cuando lo llame.

– Garzon, se me olvidaba. Me gustaria saber que paso con los ninos en la visita a comisaria que hicieron el sabado.

– ?Ah, nada, fue muy bien! ?No se lo han contado ellos? Son unos chavales muy majos. Si me los prestan otro dia los llevare a merendar a mi casa. Beatriz quiere conocerlos mejor.

– Si, algo me contaron, pero quisiera saber si Teo se porto bien. Ya sabe, es el mas ironico, el mas dificil de los gemelos.

– Si, bueno, no me parecio nada preocupante. Queria hacerse el machito, lo cual es corriente entre chicos de su edad.

El brillo de sus ojos de nutria junto al modo en que desviaba la mirada me confirmo que algo habia ocurrido. Insisti.

– No le estoy pidiendo un dictamen psicologico del nino; solo quiero que me cuente que sucedio.

– Parece que este preguntando por algo grave, pero nada malo paso, fue una simple anecdota. Resulta que Teo estaba en plan duro. Cuando a sus hermanos les ensenaba la habitacion de las pistolas, o los reactivos para huellas… bueno, pues se mostraban encantados, abrian unos ojos como platos, preguntaban, exclamaban… en fin, lo natural. Sobre todo Marina; esa nina es un sol, tan lista, tan formal…

– Centremonos en la historia, Fermin.

– Bueno, pues como le digo a Marina y Hugo se les veia entusiasmados con lo que les estaba ensenando. Solo Teo iba de pasota, de conocedor del tema. Ponia todo el rato cara de indiferencia, y de vez en cuando soltaba algun comentario cinico como al desgaire. Por ejemplo le oi decir: «Si, ya. Pero la policia buena es la americana. Esto de la policia espanola es una cutrez». En ese momento pense que seria bueno aplicarle un ligero correctivo, bueno para su educacion, quiero decir.

Lo interrumpi, cada vez mas alarmada.

– ?Quiere decirme de una vez que es lo que paso?

– Nada, si va a parecerle una tonteria, pero el caso es que, ya un poco mosqueado, les digo a los chicos que voy a buscarles una bebida y los dejo solos en mi despacho. Y mira tu que, junto a la maquina de refrescos, me encuentro al policia Dominguez.

– ?Al marido de Yolanda?

– El mismo. Se iba para su casa, ya sin uniforme, y entonces se me ocurrio que podia hacerme de figurante en una pequena escena de ficcion criminal. Como ya sabe usted lo buena persona que es, accedio enseguida. Le dije que se sentara en un banco del pasillo y fui a buscar a los chicos con la excusa de que me ayudaran con las bebidas. Pasamos por delante de Dominguez, que estaba alli como si lo hubieramos detenido, y yo informe a los ninos en voz baja de que se trataba de un peligroso delincuente. Entonces Dominguez, segun lo acordado, me solto en plan muy chulo: «?Que pasa, por que me miran como si tuviera monos en la cara?». Me acerque, le grite cuatro palabras malsonantes, el hizo como si se rebotara y se puso en pie. Lo sente de un empujon, lo cogi por la pechera, lo zarandee un poco y lo amenace diciendo que si volvia a respirar le romperia todos los dientes con la culata de mi pistola. ?Una gilipollez!, como usted puede ver, pero le aseguro que surtio su efecto. El machito se puso blanco como la cera y cambio por completo de actitud hasta el punto de estar el resto de la visita atento a mis explicaciones como si no le llegara la camisa al cuerpo.

– ?La rehostia, Garzon! Algo me imaginaba ?Como se le ha ocurrido hacer una cosa asi? ?Cualquiera de esos crios tiene mas cerebro que usted!

– No creo que a su padre le importe demasiado.

– Puede que no, aunque dudo de que se ponga a dar saltos de alegria, pero le recuerdo que esos ninos tienen madres, y a lo mejor a esas madres, por pura casualidad, no les gusta que sus hijos presencien escenas de violencia que suceden en el entorno de su madrastra.

– ?Escenas de violencia? ?Pero si ya le digo que no fue nada!, cuatro tacos mal dichos, y de los suaves. Seguro que esos ninos los utilizan mucho mas bestias en el colegio.

– Todo esto traera consecuencias nefastas para mi, ya vera. ?Es usted un inconsciente y un vivalavirgen!

– Y usted una exagerada. Ademas no sabe nada de psicologia infantil. Estoy seguro de que a ese nino se lo he puesto a tono para siempre. Ahora se dara cuenta de como nos las gastamos los policias y se portara con mas respeto hacia usted. Sera mejor que no me reproche nada mas porque luego tendra que pedirme disculpas e incluso darme las gracias por mi accion pedagogica.

Dio media vuelta y se largo tan campante. ?Su accion pedagogica! Era el colmo de la desfachatez. No podia salir de mi asombro. De repente se habian volatilizado de mi mente todos los pormenores del caso y solo sentia una gran indignacion junto a la necesidad urgente de poner al corriente de los hechos a Marcos. Lo llame por

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