– ?Quien es usted?

Se acerco hasta que pude verla.

– Soy Silvia, la madre de Marina. Solo quiero hablar un momento con usted.

– Oiga, Silvia, no quisiera ser grosera, pero…

– Sera un minuto. ?Quiere que tomemos algo en aquel bar?

No tenia mas remedio que aceptar. Quiza seria una buena idea pedirle que no volviera a importunarme nunca mas. Cruzamos a la acera de enfrente y nos acodamos en la barra del bar. Yo pedi una cerveza y ella un agua mineral que ni siquiera hizo ademan de tocar.

– En primer lugar, decirle que lamento haber sido grosera el otro dia por telefono.

– Si, yo tambien fui grosera. En cualquier caso, si lo que tiene intencion de decirme es que no quiere que su hija vuelva nunca mas a una comisaria, le aseguro que no es necesario. Ya me encargare yo de que sea asi.

– Es algo mas que eso. Lo cierto es que Marina la aprecia mucho. Me da la impresion de que usted tiene mucho ascendente sobre ella.

– Si es asi, no se trata de algo que yo haya buscado.

– Da igual, el caso es que Marina le dice a todo el mundo que es policia y que su trabajo le parece genial. Supongo que usted le cuenta cosas.

– Se equivoca, nunca hablo del servicio con los ninos.

– Me gustaria que hiciera algo mas que eso.

– ?Que sugiere, que abandone mi profesion?

– No. Quiero que procure quitarle de la cabeza lo de que ingresara en la policia cuando sea mayor.

– ?La nina le ha contado eso?

– Si; y le ruego que haga lo posible por senalarle los puntos negativos de ese trabajo. Si llega a tomarle aversion, tanto mejor.

– Solo tiene seis anos, ?como quiere que…?

– Prefiero que desde ahora mismo deje de pensar en esa posibilidad vocacional.

– ?Tan terrible le parece ser policia?

– Que mi hija llegara a serlo algun dia representaria una tragedia para mi.

– Muy bien, de acuerdo. No puedo comprometerme a pasarme todo el dia inculcandole aversion a lo que hago, pero puedo ir desilusionandola.

– Se lo agradecere de corazon. No la molesto mas. Permitame que la invite.

Saco dinero del bolso y, cuando iba a darse la vuelta y salir, la llame.

– ?Silvia! No se que piensa usted que es un policia, pero le deseo que en ningun momento tenga que necesitarnos. Estamos a favor de los ciudadanos, ?me entiende?

Su cara atractiva y bien maquillada esbozo una sonrisita de superioridad. Luego se fue. Era sin duda una mujer elegante, una triunfadora tambien: fria, resuelta, segura de si misma, una autentica mujer del mundo actual. Y yo, como una imbecil, soltandole ridiculeces sobre los ciudadanos. Por fortuna, no se me habia ocurrido hablarle de la ley y el orden, porque hubiera sido el colmo de la estupidez. Me bebi la cerveza de un solo trago, la necesitaba.

Aunque no hacia tanto que viviamos juntos, Marcos se percato enseguida de que algo desagradable acababa de sucederme. Era un hombre sensible, o quiza es que mi cara parecia la de Nosferatu tras sufrir un corte de digestion.

– ?Te pasa algo, Petra?

– Me pasa todo.

– ?Dificultades en el caso?

– Si.

– ?Y en la vida privada?

– Tambien.

– ?Eh, te lo he preguntado como una broma!

– Acabo de tener una conversacion con Silvia.

Su cara se ensombrecio. Lamente enseguida haberselo contado, pero ya era demasiado tarde; ahora debia continuar.

– Me esperaba en la calle, aqui cerca. Hemos tomado una cerveza. Bueno, ella ni siquiera toco su agua para que no pareciera que habia ninguna complicidad entre las dos. Me ha pedido que no influencie a Marina para que sea policia, que intente hacer justo lo contrario, que la desilusione.

– ?Eso es intolerable, demasiado!

– ?Que vas a hacer?

– Llamarla por telefono.

– Ni hablar; dejalo como esta. Se ha comportado educadamente.

– Petra, lo siento, lo siento de verdad.

– Olvidalo, y sobre todo no emplees conmigo formulas de cortesia.

– ?Mejor ser grosero?

– Sin ninguna duda.

– Entonces vamos a cenar de una puta vez. Tengo hambre.

Sonrei ante su certera ironia.

– Pero Marcos, ?tu sabias que Marina anda diciendo que quiere ser policia?

– Bueno, algo me ha comentado alguna que otra vez.

– ?Y por que no me lo ha dicho a mi?

– Se imagina que intentaras disuadirla.

Sono mi movil. Era Garzon.

– Inspectora. Han encontrado a la testigo.

Me dio un vuelco el corazon. Pero Garzon siguio hablando en tono muy grave.

– Lleva varios dias muerta.

Se me instalo en el pecho una agobiante pesadez. Tome nota de la direccion que el subinspector me dictaba. Mire a Marcos.

– Han encontrado muerta a la mendiga. Tengo que irme.

Me abrazo. Le sonrei con tristeza.

– Es evidente que hoy aun no habia llegado a mi colmo, me faltaba un detalle mas.

– En cuanto acabes con este caso nos iremos de vacaciones al Caribe, ?te parece?

– Solo si lo resolvemos; si queda sin culpable tengo otros planes para mi futuro.

– ?Puedo saberlos?

– Me suicidare al estilo bonzo delante de tus dos ex mujeres; seguro que lo valoraran.

Eulalia Hermosilla fue hallada en un taller mecanico abandonado de la calle Escornalbou, en avanzado estado de descomposicion. Antes de que hubiera sonado la campana del ultimatum final del comisario, los agentes que quedaban en el operativo dieron con su cadaver. El taller tenia cerrada la entrada principal, pero contaba con un acceso por la porteria de una casa de vecinos. Aquella puerta habia sido forzada y le dieron la apariencia de estar cerrada despues por el procedimiento rupestre de un simple alambre oxidado. Sin embargo, ningun vecino habia protestado aun por el fuerte olor que el cuerpo desprendia. Habia sido necesario peinar bloque a bloque todos los edificios de la calle para llegar hasta el terrible descubrimiento.

Hipnotizada, observaba como mis companeros ejecutaban los ritos del levantamiento en el lugar del crimen. El juez Manacor fue muy rapido en su inspeccion, dadas las condiciones de insalubridad que presentaba la muerta, aunque ni siquiera asi pudo evitar poner cara de asco. Despues, el pequeno taller en ruinas fue escudrinado centimetro a centimetro en busca de alguna prueba. Los alrededores se llenaron de curiosos que querian cotillear. Habiamos localizado al dueno del inmueble y quedado con el para interrogarlo. Cuando la primera frenetica actividad se tranquilizo, Garzon se dio cuenta de que me habia pasado las ultimas dos horas sin abrir la boca.

– ?Se encuentra mal, inspectora?

– No, estoy bien. No es el mejor dia de mi vida, pero… puedo aguantar.

– Le sugiero que nos tomemos una copa en aquel bar de la esquina.

– Despues, cuando haya llegado el propietario.

Llego el propietario, hablamos con el. Tenia el local vacio desde que se jubilo y no queria alquilarlo. No iba

Вы читаете El silencio de los claustros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату