por alli jamas. Por supuesto no tenia ni la mas leve relacion con nuestro caso ni con la mujer asesinada. Estuvo observando las manchas de sangre que habia en el suelo, oliendo el hedor que aun flotaba en el aire y se mareo. Le pedi a Yolanda que lo acompanara en un taxi a su casa. Me volvi hacia el subinspector.
– Ahora si le acepto la copa, Fermin, que nos avisen cuando haya acabado todo este circo. Digales donde estaremos.
El ambiente sonoliento de otro bar cutre nos envolvio, protector. Escogimos una mesa cerca de la ventana. Me deje caer como un viejo fardo, porque asi era como me sentia. Los parroquianos de la barra hablaban sobre el asesinato, la presencia policial en el barrio. Todos parecian conocer los detalles. Llego el camarero.
– Conac -pedi. El conac es aromatico y fuerte, quiza pudiera disipar el tufo a muerte que contenia mi nariz.
– Se encuentra deprimida, ?verdad?
– No es para menos. Asesinan a la unica testigo que tenemos, una pobre mujer. Le han callado la boca para siempre. ?Y con que contamos nosotros a estas alturas de la pelicula? Con nada, dos teorias historicas que parecen salidas de una revista de entretenimiento y un psicopata de pega que hemos dejado marchar a casa. No se trata de un panorama muy alentador, ?no le parece?
– Yo estoy hasta los cojones de este caso.
– Y yo tambien.
– ?Quiere que intentemos dimitir?
– No.
– ?Y que vamos a hacer?
– Elaborar otra teoria historica de nuestra invencion. Pensemos.
Me trague todo el conac de un solo trago. Garzon me miro con cara de sorpresa. Luego asintio y se bebio el suyo del mismo modo.
– ?Nos atizamos otra?
– Bien.
Cayeron dos copas mas, en silencio, siempre de golpe, siempre de conac. A la tercera el camarero nos habia mirado de modo poco amistoso. Daba igual.
– ?Sabe que le digo, inspectora? Que ya tengo mi propia teoria historica para exponersela.
– Adelante, le escucho.
– Yo creo que el fray Acisclo, o como cono se llame, era en vida un soberbio follador. Seguramente contrajo alguna sifilis o una venerea por el estilo, y las monjas no quieren que le hagan ningun analisis de ADN para que no se descubra el pastel. Por lo tanto, al hermano Cristobal se lo ha cargado la priora. ?Que le parece?
– ?Bien, buena teoria! Aunque yo tengo la mia, no vaya a pensar. Yo creo que los culpables han sido nuestros eternos enemigos los moros. A lo mejor en su epoca el tal Asercio era un terrible batallador en la Reconquista y…
– ?Y no habran sido los vikingos, o sea el barbaro invasor?
Cansados, derrotados, achispados, sin malditas ganas en el fondo de bromear, estallamos en risas. Entonces nos avisaron para que regresaramos al taller.
– Inspectora -dijo el agente que habia llevado a cabo la busqueda de pruebas-. Hemos tenido mucha suerte.
– ?Que han encontrado?
– El asesino ha utilizado unos guantes de latex y los ha dejado tirados en un rincon. Asi que tendremos huellas dactilares en cuanto los sometamos a los nuevos procedimientos.
– No hay ningun sospechoso aun, pero es un buen hallazgo. ?Nada mas?
– Aparentemente, no. Veremos que dice la autopsia, pero nosotros creemos que a esta mujer la trajeron ya muerta aqui. Hay sangre seca y descomposicion en el lugar donde estaba tumbada, pero no en la cantidad que deja una agresion
– ?Como la mataron?
– A hostias, con perdon. Tenia la cabeza hecha cisco, pero como llevaba dias muerta al principio no se distinguia nada y…
– Esta bien. Dejenlo todo listo y precintado y traslade las pruebas a la comisaria.
Nos dirigimos lentamente hacia el coche.
– ?Se ha fijado? -le dije a Garzon-. Hemos pasado el rato soltando ocurrentes disparates, pero ni una sola hipotesis seria sobre el crimen.
– No hay mas hipotesis que una: se la han cargado para que no hable sobre lo que vio.
– Ya habia contado lo que vio. ?Que temian entonces?
– Que dijera algo mas, es decir que facilitara algun detalle.
– ?Significa eso que conocia a los hombres que acarreaban el cuerpo?
– Me parece improbable, tratandose la testigo de una mujer tan marginal.
– Pues el detalle estaria en otro lado, en la furgoneta quiza… no lo se. Dudo mucho de que pudiera recordar la matricula.
– Lo que esta muy claro es que los ladrones de la momia no se fijaron en que alguien los habia visto, y cuando lo descubrieron por el periodico salieron a la caza antes que nosotros.
– ?Como podian saber quien era si no se dio a nadie ninguna identificacion de la testigo?
Me abrace el torso con ambos brazos. Me palmee las costillas:
– No lo se, Garzon, no se nada. Lo mas probable es que se haya cometido este crimen por culpa de nuestra inoperancia. Esa mujer no hubiera debido marcharse tras declarar.
– Nosotros no lo hicimos, llegamos al caso despues de que eso hubiera ocurrido.
– ?Y eso le deja mas tranquilo?
– Me hace sentir menos culpable.
– Feliz usted. Hasta manana, Garzon; nos vemos en comisaria.
– ?Que se propone?
– ?Dormir!
– Le conviene.
– Me lo proponga o no, me convenga o no, dudo de que pudiera hacer cualquier otra actividad.
Abri la puerta de casa. Subi la escalera y me acoste vestida. A mi lado Marcos dormia profundamente. Puse mucho cuidado en no despertarlo. Me pregunto que cara debio poner cuando al dia siguiente descubriera a una mujer con gabardina ocupando mi lugar en la cama.
El mal estado en el que se encontraba el cadaver de Eulalia obraba a favor de la rapidez. Si no queriamos que la descomposicion acabara de borrar del cuerpo cosas interesantes, era imprescindible efectuar la autopsia lo antes posible. Y asi sucedio, el Anatomico Forense no se demoro ni nos hizo «guardar cola». Sin embargo, consultar el informe final no supuso ninguna conmocion para nosotros: Eulalia Hermosilla, de sesenta y ocho anos, habia muerto como consecuencia de un golpe descomunal en la parte trasera del craneo. El arma homicida habia sido un objeto romo, duro y grande. Es decir, la mendiga y el monje habian tenido casi con toda seguridad identico matador y este era una autentica bestia.
La teoria del forense coincidia con la impresion que habian recibido los investigadores
Coronas estaba estupefacto. No habia pensado en la eventualidad de aquel nuevo asesinato. Para el la existencia de la mendiga era un factor aleatorio. Por esa razon, en su fuero interno nunca habia aprobado el operativo que yo le habia pedido organizar. Y sin embargo, alli estaba la mujer, muerta desde hacia al menos una semana.
– Parece evidente que el asesino la localizo y la mato antes de que pudieramos interrogarla a fondo - sentencio, profundizando en lo obvio.
– Eso significa que quienes se llevaron la momia no se percataron en absoluto de que esa desgraciada estaba alli.
– Pero ?como le siguieron la pista?
– No lo se, Petra, a esa mujer la vieron en las inmediaciones de la calle Escornalbou y nosotros nos